La amenaza
La campaña sucia contra el presidente electo Andrés Manuel López Obrador empezó desde mucho antes de que decidiera si cancelaba las obras del NAIM en Texcoco o si optaba por la segunda opción: ampliar el actual aeropuerto capitalino y el de Toluca y construir dos pistas en la base aérea militar de Santa Lucía.
Una amenaza previa a la consulta y durante este ejercicio democrático saturó las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales: si se cancelaba Texcoco Los Mercados reaccionarían mal y ello provocaría una terrible crisis económica.
Así las cosas, después de que Andrés Manuel anunció que el proyecto en Texcoco se cancelaba porque esa fue preferencia mayoritaria de la gente en la consulta popular, rápidamente Los Mercados entraron en acción, alentados por empresarios mexicanos y, sobre todo, por una todavía más intensa campaña de lodo contra el presidente electo en redes sociales y medios tradicionales.
Ha habido problemas, en efecto, sobre todo con cierta depreciación del tipo de cambio, pero realmente las consecuencias negativas han sido mínimas, esto es, perfectamente superables. Ello a pesar de la magnitud del ataque contra López Obrador, sí, pero especialmente contra México.
No entiendo a los empresarios que están en pie de guerra contra el hombre que en 40 días protestará como presidente de México. El activismo desleal, porque se basa en mentiras, de los hombres y las mujeres de negocios que inclusive han financiado a estrategas expertos en guerra sucia, no daña al más que popular Andrés Manuel: perjudica a nuestro país.
¿Por qué lo hizo EPN?
Está bien, no les gustó la decisión de Andrés Manuel. Pero el presidente electo simple y sencillamente ha anunciado lo que hará en el primer minuto de su gobierno, algo que por cierto ejecutará porque tendrá facultades legales para ello.
Entiendo la histeria de Los Mercados, no me sorprende el amarillismo de muchos periodistas ni el activismo desleal del sector empresarial, pero ¿tenía que meterse al debate el presidente Enrique Peña Nieto?
No pocas veces, durante su sexenio, EPN actuó como un estadista, sobre todo en el diseño y la implementación de las reformas estructurales en las que creía.
Jamás Peña Nieto tomó decisiones en función de su popularidad ni tampoco por las presiones de los intereses de los grupos de poder económico, que cuando se sintieron afectados por las reformas respondieron con campañas de desprestigio.
La democracia es… lo que es. No tuvo fuerza electoral el grupo político, priista y panista, comprometido con la continuidad de las reformas estructurales. Ganaron los candidatos que hicieron campaña contra las reformas, los de Morena. Las echarán abajo, no hay duda. Una pena, pero ni hablar: la gente votó masivamente contra el proyecto neoliberal, que personalmente me agrada.
Sabe Enrique Peña Nieto que su mejor obra, la reforma educativa, desaparecerá. Y quizá muera también la reforma energética. Pero, por respeto al próximo presidente, EPN no ha defendido a tales cambios estructurales: en efecto, nada ha hecho que pudiera molestar a AMLO en ambos temas. Por lo demás, el presidente Peña nada podría hacer que tuviera un verdadero significado en términos de lograr que las reformas sigan vivas. Si se metiera a defenderlas, provocaría problemas; por esa razón no lo ha hecho.
¿Por qué entonces, en el momento menos oportuno, el presidente Peña Nieto se sumó al grupo de los que se oponen a la cancelación del aeropuerto en Texcoco? ¿Por qué, después de tantas semanas de prudente silencio, opinó exactamente en el momento en que arreciaba la campaña sucia de Los Mercados y sus aliados de las redes y los medios que tanto miedo han sembrado con el cuento de que llegará la catástrofe económica por la decisión de López Obrador de cancelar el aeropuerto en Texcoco.
Si había cierta incertidumbre, reflejada en el tipo de cambio, se incrementó con la afirmación de Peña Nieto de que “no se realizará modificación alguna ni a la concesión ni a la ejecución del proyecto” en Texcoco.
¿Era necesario que EPN dijera eso? ¿No pudo simplemente, como lo ha estado haciendo, guardar silencio? El presidente Peña sabe que Andrés Manuel cancelará las obras del NAIM o NAICM. Eso ya se Jodió. Lo que sigue es la puesta en práctica del proyecto en el que cree el presidente electo López Obrador. El tiempo del presidente Peña Nieto ha concluido, yo le aplaudo sus logros. Lo que espero como mexicano es que, ahora, apoye con todo a su sucesor. Es lo menos que México merece.
El funcionario y el periodista
Después de que AMLO anunciara la cancelación de las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco, no solo Los Mercados reaccionaron con evidentes ganas de meter en problemas al presidente electo, sino que también se incrementó la histeria de no pocos analistas mexicanos. Todos ellos, en una campaña verdaderamente enloquecida para tratar de doblar a Andrés Manuel.
Solo para tratar de entender, cuestioné a un periodista especializado en negocios y a un funcionario del sector económico reconocido por su sapiencia y con suficiente experiencia en el trato internacional con Los Mercados. Los dos, desde luego, partidarios del proyecto aeroportuario en Texcoco.
A ellos les hice dos preguntas:
(a) En el entendido de que no habrá marcha atrás en la cancelación del aeropuerto en Texcoco, si fueras asesor del presidente electo López Obrador ¿que le recomendarías para torear a Los Mercados tan nerviosos ahora?
(b) ¿Qué buscaba el presidente Peña Nieto al opinar sobre el aeropuerto en el momento más complicado del debate?
A la primera pregunta esto respondieron:
El periodista: “Insistiría en revertir la decisión, pero si Andrés Manuel no lo aceptara, le suplicaría que enviara ya, este mismo martes, a su futuro secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, y a su jefe de asesores, Alfonso Romo —acompañados por expertos en negociaciones financieras globales—, a explicar a Los Mercados en Nueva York, Londres, Zúrich, etcétera las razones lógicas del por qué se cancela el NAIM en Texcoco. No puede pasar un día más sin que el equipo del nuevo gobierno entre en contacto con las personas que más influyen en el mundo de las finanzas”.
El funcionario del sector económico: “Cuando no eres gobierno es muy difícil explicar a agentes que operan en todo el mundo. Creo que Andrés Manuel debió cancelar Texcoco ya estando perfectamente sentado en la silla presidencial. Como no lo hizo así, urge que el presidente electo mande a Urzúa y Romo a los centros financieros más importantes a explicar la decisión sobre el nuevo aeropuerto. Aquí hay un problema, desde lejos pareciera que ni Urzúa ni Romo están de acuerdo con la cancelación del aeropuerto en Texcoco. Así se percibe desde fuera del equipo de transición. Entonces, le sugeriría a AMLO hablar seriamente, a solas, con ellos, para preguntarles si están convencidos de la opción AeropuertoActual/Toluca/Santa Lucía. Sin que suene a despido, la sola pregunta llevaría a Urzúa y Romo si son honestos, y creo que lo son, a analizar con toda seriedad la renuncia, es decir, si realmente piensan, como parece, que el mejor proyecto es el de Texcoco. El presidente López Obrador no tiene que esforzarse para convencer a sus subordinados: tiene que trabajar con convencidos. Si no, no será eficiente. Alfonso Romo y Carlos Urzúa si no están de acuerdo con la propuesta de Andrés Manuel —que tanto ha defendido y con un gran costo personal Javier Jiménez Espriú—, por lealtad al presidente electo tendrán que irse. El único colaborador de AMLO que ha intentado construir una narrativa a favor de Santa Lucía es Jiménez Espriú, pero ha sido golpeado en exceso. En cualquier caso, el que debe defender el proyecto frente a Los Mercados no es el técnico en ingeniería, sino los que saben de finanzas. Si Romo y Urzúa no encuentran elementos para una narrativa creíble, sobrarán economistas o empresarios de toda la confianza de López Obrador para dialogar con Los Mercados y calmarlos.
¿Qué pretendía el presidente Peña?
La segunda pregunta solo la hice al funcionario experto en economía: ¿Qué buscaba EPN al opinar sobre el aeropuerto en el momento más complicado del debate? Enseguida sus respuestas:
(a) Voy a especular. Creo que el presidente Peña simplemente quería darle tiempo a AMLO para que, aunque parezca imposible, reconsidere y mantenga el proyecto de Texcoco, quizá concesionado a particulares, de tal forma de que no se comprometan los recursos del gobierno. Es decir, Peña está haciendo una última jugada —el clásico pase Ave María del futbol americano— para esperar que López Obrador recapacite.
(b) También es especulación, pero quizá EPN sintió la necesidad de sacar la cara por tanta gente, entre empresarios, funcionarios y trabajadores, que con todo entusiasmo participan en la construcción del NAIM y que deben estar ahora mismo sufriendo incertidumbre.
Mi opinión
Romo y Urzúa. Coincido en que Andrés Manuel debe enviar a la brevedad posible a Romo y Urzúa a dialogar con Los Mercados. Pero si se diera el caso de que estas dos personas no estuvieran absolutamente convencidas del proyecto en Santa Lucía, deberían por elemental sentido del deber renunciar para que Andrés Manuel convocara a gente totalmente a favor de que el aeropuerto no se construya en Texcoco.
El presidente Peña Nieto. Sobre las palabras de EPN, pienso que lo presionaron empresarios y funcionarios con intereses en Texcoco, posiblemente propietarios de terrenos cerca de lo que iba a ser el NAIM o NAICM. El presidente Peña Nieto cayó en la trampa de escucharlos. No encuentro otra explicación al hecho de que haya abandonado, en el peor momento, su actitud de jefe de Estado tan prudente como para no estorbar a su sucesor y, al mismo tiempo, tan realista como para entender que Andrés Manuel no cambiará de opinión por más que se le presione.
La comisión nombrada por AMLO
Me entero al terminar de escribir este artículo, leyendo La Jornada en internet, que Andrés ha integrado una comisión para explicar su proyecto:
“Por instrucciones del presidente electo, Andrés Manuel, López Obrador, los próximos jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo; y los secretarios de Hacienda, Carlos Urzúa, y de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, conformaron una comisión para tranquilizar y restaurar la confianza de los inversionistas y ‘ver a detalle todas las implicaciones financieras de cambiar el nuevo Aeropuerto Internacional de México de Texcoco a Santa Lucía’. A partir de mañana empezarán a reunirse con los empresarios”.
Ojalá Jiménez Espriú contagie a Romo y a Urzúa el entusiasmo por Santa Lucía. Y de todo corazón deseo que les vaya muy bien y todo vuelva a la normalidad.