30 de abril de 2024 | 04:36 a.m.
Opinión de Anel Guadalupe Montero Díaz

    Musas

    A cien años del natalicio de Julio Cortázar ¿cómo festejar su vida y su obra sin acordarnos de su musa, de La Maga, de Edith Aron? 
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    En la Facultad de Arquitectura, el profe de la clase de Diseño Arquitectónico nos exigía ser capaces de imaginar primero y construir después, obras que aportaran ?identidad y alegría? a la comunidad y que además cumplieran con todos los requisitos de iluminación, ventilación y funcionalidad: ?Debe ser un placer recorrer la construcción y vivirla? decía.

    Tal vez por eso asocio las obras arquitectónicas con las obras literarias. En ambos casos, para construir algo digno de gozo y placer, se requiere un tipo de destreza y habilidad que resulta de la combinación del trabajo duro y de la inspiración. El problema son las proporciones.

    ¿10 por ciento de inspiración y 90 por ciento de transpiración como sugería Alva Edison para lograr un trabajo de calidad o el 20-80 que García Márquez aseguraba necesitar para escribir un bombazo literario?

    Sin embargo, ya sea que estemos a favor o en contra de la cantidad de trabajo o inspiración que se necesita para producir algo bello, lo cierto es que nadie puede descartar el toque mágico de las musas ¿Qué hubiera sido de Napoleón sin Josefina? Hay quien afirma que después de que el genio militar rompió con la mujer por presiones políticas, perdió la única parte de su mundo que lo mantenía humano. De ahí en adelante sólo fue una bestia presa de su propia ambición.

    ¿Qué es una musa? ?Las musas son divinidades femeninas que presiden las artes y las ciencias, e inspiraban a los filósofos y a los poetas. Aunque su número varíe según los autores, por lo general se acepta que son nueve, nacidas de nueve noches seguidas de amor entre Zeus y Mnemósine, una de las titánidas. Las musas son por lo tanto nietas de Urano, el Cielo, y Gea, la Tierra?[1]

    Las musas son, pues, imprescindibles para todo acto de creación humana y los escritores son también prueba de ello cuando las transmutan en mujeres como objeto de creación ¿qué hubiera sido de Lope de Vega sin Marta de Nevares? ¿Y de Kafka sin Milena Jesenska? Pensé también en Manuel Acuña y Rosario, pero después de recordar el verso ?Y en medio de nosotros, mi madre como un dios?, pensé mejor en qué hubiera sido del poeta sin su mamá, la verdad.

    A cien años del natalicio de Julio Cortázar ¿cómo festejar su vida y su obra sin acordarnos de su musa, de la maga, de Edith Aron? Igual que el protagonista de Rayuela, el escritor se da cuenta del amor que siente por ella cuando la pierde y es ahí cuando comprende lo vil e injusto que fue con ella.

    Lo que sigue es un fragmento de ?El avión de Cortázar?, un texto que escribí para SDPNoticias, donde hablo precisamente de una entrevista concedida por la Maga ?la verddera- al periódico La Nación. No pierda usted detalle, estimado lector:

    En 2004, la periodista Juana Libedinsky realizó una entrevista[3] a Edith Aron para el periódico La Nación, donde por primera vez, a los 80 años, habló la mujer que inspiró a Cortázar debido, entre otras cosas, a la cantidad de encuentros casuales que tuvo con ella a lo largo de su vida.

    Aron lo cuenta así en la entrevista

    ?Cortázar trabajaba en una exportadora de libros en la esquina de mi casa en París, y venía a verme para almorzar. Era muy entretenido. Por ejemplo, me decía que le hiciera una ensalada azul. Yo no tenía idea de qué era eso. Entonces él tomaba cualquier ensalada y la llenaba de estampillas azules. Hacía todo el tiempo ese tipo de juegos, en los que yo nunca me sentí a la par. ¡Me acomplejaba porque él sabía tanto y yo sabía tan poco! No me decidí a irme a vivir con él justamente porque quería estudiar. Además, sabía que él admiraba mucho a Aurora Bernárdez, que estaba en Buenos Aires?

    El agravio

    Edith leyó una carta, dice en la entrevista, en la que Cortázar hablaba muy mal de ella, pues pedía al destinatario que no la consideraran para traducir su obra al alemán pues no era apta para ello, según el escritor, Edith Aron era tan ignorante como La Maga y en ese sentido fue tan injusto como Horacio de Oliveira pues la musa es una mujer cultísima y muy profesional.

    "No necesito decirte quién es Edith, vos lo habrás adivinado hace mucho, ¿verdad? Entonces, ¿vos te imaginás Rayuela traducida por ella? (...) En Rayuela, te acordás, la Maga confundía a Tomás de Aquino con el otro Tomás. Eso ocurriría a cada línea..."

    (Carta de Julio Cortázar a Paco Porrúa, extracto, 1964)

    Aron confiesa que el golpe fue muy duro. Y este hecho tuvo que ver con la amarga despedida que tuvieron los dos la última vez que se encontraron?por casualidad.

    ?El decía que por el azar nos volveríamos a encontrar. Nos cruzamos en una Feria del Libro de Francfort. Y luego, un día en el metro londinense me lo encontré en el mismo vagón. Ya estaba con otra mujer, muy joven, llena de anillos de plata en los dedos, pero igual se sentó a mi lado y me preguntó de dónde venía. "De mi trabajo", le dije orgullosa. El me respondió: "¿No crees que este encuentro tiene algún sentido?" Y pidió que nos viésemos al día siguiente. Pero me había lastimado mucho, y yo ya no creía en la casualidad. Así que al llegar a la estación Picadilly le dije: "Me voy", y me bajé. Nunca imaginé que las próximas noticias que tendría de él serían las de su muerte, en 1984?

    El avión sigue dando de qué hablar, sin duda.

    ¿usted qué opina, estimado lector?