Dijo André Glucksmann, filósofo francés, que el odio más largo de la historia, es el odio hacia las mujeres.

Y díganme si no es odio contra las mujeres lo que sucede cotidianamente en nuestro país. Desde el día de ayer, las noticias de circulación nacional anuncian el asesinato, cometido con profunda saña en contra de Daniela, joven tlaxcalteca de 23 años; a quien le rociaron gasolina y prendieron fuego estando con vida.  

Lamentablemente este cruel acto no es un problema aislado. Las mujeres somos potenciales clientas de las hogueras:

  • Matías Romero, Oaxaca.

Jennifer fue rociada en gasolina por su esposo y quemada viva.

https://aristeguinoticias.com/2802/mexico/mujer-es-quemada-viva-por-su-marido-en-oaxaca-el-reporte-de-diana-manzo/

  • Cuauhtémoc, Chihuahua.

Fanny muere quemada por su ex pareja.

https://www.elheraldodechihuahua.com.mx/local/noroeste/muere-fanny-amarillas-ruelas-mujer-que-fuera-quemada-por-su-expareja-3576248.html

  • Tijuana, Baja California.

Keyra murió después de ser quemada por su ex pareja.

https://www.debate.com.mx/mexico/Fallece-Keyra-joven-quemada-por-su-expareja-en-la-Juarez-20171113-0061.html

En los últimos casos, se manifestó la existencia de antecedentes de violencia doméstica en contra de las hoy fallecidas. Coincide también, el hecho de que los atentados se derivaron porque las mujeres decidieron no continuar con la relación que entonces mantenían con sus parejas sentimentales.

Lo que se puede ver a través de estos lastimosos homicidios, es la reafirmación de la creencia de apropiación de las mujeres y que no hay opción para dejar atrás una relación sentimental disfuncional. El odio más vivo: antes muerta que ser una mujer libre.

Sin embargo, para tratar de entender estos actos, más allá de la muestra evidente que es la barbarie de la violencia y la impunidad como incentivo, es importante saber que en un país en el que se cometen 10 feminicidios al día, las raíces de esta misoginia siguen vivas y parecen perpetuarse en el tiempo.

Ante este grado de crueldad en contra de las mujeres, pienso que ya es oportuno preguntarse ¿fracasaron las políticas de atención, prevención y sanción de la violencia contra las mujeres? ¿Qué fallas en las acciones públicas están impidiendo que las mujeres y las niñas puedan vivir sin violencia? ¿Cuáles son los caminos para dialogar sobre ese odio tan complejo y arraigado hacia nosotras?

Al menos en la última década, México ha avanzado pasos agigantados en materia de igualdad de género, sin embargo, los índices de delitos contra las mujeres por motivo de género siguen al alza. Delitos principalmente sucedidos al interior del seno familiar o el círculo cercano y de confianza de las víctimas, es decir, a manos de los novios, esposos, ex parejas, familiares.

En ese periodo de tiempo se han creado instituciones especializadas para la atención de las mujeres y los problemas que les impactan, pero poco o casi nada se trabaja con los causantes de esa violencia: los hombres. No forman parte de la discusión, no saben que deben formar parte de este proceso, y de saberlo seguramente pocos querrían hacerlo.  

Lo que trato de señalar es la necesidad urgente de que las políticas de Estado, incluyan a los hombres como parte de la ecuación. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala la obligación de las autoridades, para crear programas de reeducación y reinserción social con perspectiva de género para agresores de mujeres, pero estos son minúsculos frente a la apabullante realidad de violencia con la que vivimos día a día.

Estoy segura que parte del camino consiste en hablar más de la masculinidad. Conocer encima de qué pilares o valores sociales se ha edificado y cómo los hombres pueden dialogar, para entender el daño causado por ese odio milenario: El odio a las mujeres.