La teoría, considerada por los pragmáticos como paja, es una herramienta indispensable para comprender la realidad y algunas de las actitudes, comportamientos y motivaciones de los actores que la conforman.

No es fortuito que sin la teoría, no hay forma de obtener un pensamiento crítico, una reflexión profunda, una explicación pertinente y apropiada que puede ayudar a entender a propios y extraños fenómenos que de otra forma se repetirían constantemente sin aprendizaje alguno de por medio.

Para explicar la violencia, por ejemplo, hay una vasta cantidad de supuestos, como la teoría de Steven Levitt[i], que en su libro freakonomics establece una correlación entre el aborto y la delincuencia. Por supuesto, para cada propuesta hay una contrapropuesta basada en los márgenes del planteamiento de la primera y de premisas soslayadas que pueden tener múltiples significados.

Otra teoría, muy interesante además, es la de las ventanas rotas.

Antonio Argandoña[ii] la explica así:

“¿Han oído hablar alguna vez de la teoría de las ventanas rotas? Es una teoría sobre el contagio de las conductas inmorales o incívicas. Tiene su origen en un experimento que llevó a cabo un psicólogo de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, en 1969. Abandonó un coche en las descuidadas calles del Bronx de Nueva York, con las placas de matrícula arrancadas y las puertas abiertas. Su objetivo era ver qué ocurría.

Y ocurrió algo. A los 10 minutos, empezaron a robar sus componentes. A los tres días no quedaba nada de valor. Luego empezaron a destrozarlo. 

El experimento tenía una segunda parte: abandonó otro coche, en parecidas condiciones, en un barrio rico de Palo Alto, California. No pasó nada. Durante una semana, el coche siguió intacto. Entonces, Zimbardo dio un paso más, y machacó algunas partes de la carrocería con un martillo. Debió de ser la señal que los honrados ciudadanos de Palo Alto esperaban, porque al cabo de pocas horas el coche estaba tan destrozado como el del Bronx. 

Este experimento es el que dio lugar a la teoría de las ventanas rotas, elaborada por James Wilson y George Kelling: si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. ¿Por qué? Porque es divertido romper cristales, desde luego. Pero, sobre todo, porque la ventana rota envía un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto 

Las situaciones que explican la teoría de las ventanas rotas, tienen que ver también  con el concepto de “muchedumbre psicológica” de Koch, donde el individuo pierde su esencia para diluirse en la masa y es capaz de realizar actos infames que de otra forma jamás hubiera siquiera considerado.

Las redes sociales y los intentos por legislar su uso, son un buen ejemplo de lo anterior. Existen personas que no escribirían determinadas cosas en twitter si tuvieran la certeza de que serían identificadas plenamente. El anonimato y la impunidad con la que se puede operar en twitter, facebook o google+ por mencionar algunos, envía el mismo mensaje que las ventanas rotas: aquí no hay nadie que cuide esto.

Al final, estimado lector, el problema se remite a la Educación. Efectivamente, estamos hablando de una cuestión de formación intelectual, humana, espiritual, ética, estética y política no solamente de los usuarios de las redes sociales, sino de aquellos que pretenden colocar puertas al campo.

El año pasado, en Veracruz por ejemplo, con la aprobación de la #leyduarte ,  se comprueba una vez más que la única voz que escuchan los legisladores, es la del rey. “El poder sólo habla con el poder”. Ellos siguen siendo, como dice Sicilia, “La casa de los poderosos”, jamás la del pueblo.

En ese sentido, las ventanas rotas no pueden ser consideradas un efecto unilateral, realizado solamente por la masa. Los políticos deben asumir la parte de responsabilidad que les toca y que es mucha en la debacle social de nuestro país.

¿Qué hacer?

Es muy importante, estimado lector, construir nuestro propio entendimiento y defenderlo, como decía Kant. Hoy más que nunca, se necesita una revolución del intelecto antes que cualquier otra forma de transformación. La ignorancia es, desde tiempos inmemoriales, la primera enemiga del ser humano.

El conocimiento al que todos tenemos derecho y que hasta hace unos siglos era considerado privilegio de unos cuantos en aras de conservar el poder, es cada vez más accesible a los “neófitos” subestimados por los “iniciados” en cualquier campo del conocimiento humano.

En el artículo de ayer[iii], enfatizaba la importancia de dudar en el contexto de las manipulaciones inmediatas a las que estamos sometidos a través de diferentes canales. Escuchar es condición sine qua non del conocimiento. Pregunte siempre y tome en cuenta que al contestar, son importantes las respuestas, pero tambièn los silencios, la espontaneidad y la honestidad de quien responde.

Es difícil y casi doloroso asumirse como un ente individual, susceptible de errores, desaciertos y francas equivocaciones. No veo otra forma de aprender. El sabio posee dos cualidades: la humildad y el amor, sin ellas no es nada y tampoco vale demasiado.

En èsta època difícil, en estos tiempos de confusiòn, hay que hacer un alto en el camino para pensar un poco, mirando hacia  delante y hacernos una, diez, cien…mil preguntas.

Concluye Argandoña:

El filósofo Kant dio hace muchos años una regla muy útil: actúa siempre de modo que tu conducta pueda ser considerada una regla universal. ¿Te gustaría que todos rompiesen los coches, pintasen las paredes, mintiesen, robasen o defraudasen? ¿No? Entonces esas conductas no deben ser llevadas a cabo, aunque sean muy agradables -ya hemos dicho que romper cristales es un placer, aunque algo salvaje- y muy beneficiosas para uno mismo. 

Entre otras razones porque adoptar esas conductas nos empeora a nosotros mismos como personas, como ya dijo otro filósofo, Aristóteles, hace aún más años. Si no quieres ser mentiroso, no digas la primera mentira, porque... la próxima vez será más fácil.

¿Usted qué opina, estimado lector? 

[i] http://anel-hada.blogspot.mx/2011/10/freakonomics-aborto-y-delincuencia.html

[ii] http://elpais.com/diario/2004/10/18/catalunya/1098061644_850215.html

[iii] http://sdpnoticias.com/columna/9333/Televileaks_Varias_aristas