Aurelio Nuño inició su gestión al frente de la dependencia más grande y con el mayor presupuesto generando aplausos y chiflidos en sus presentacion, el pasado 12 de octubre presentó su primera prueba, los integrantes de la CNTE lo quisieron poner contra la pared y ver de qué está hecho este personaje y si nuevamente, ante la presión y el chantaje doblaría las manos para negociar la Reforma Educativa.

El resultado de este primer examen fue positivo, el titular de Educación se mantuvo firme en sus decisiones de no ceder ante las amenazas y los chantajes de la CNTE, ya no se dieron los plantones en el DF, las clases continuaron al día siguiente y se descontó el día a los profesores faltistas y hay que decirlo, más del 90 por ciento de las escuelas operaron de manera normal en todo el país.

El Secretario lejos de atemorizarse los enfrentó con el arma más poderosa que tiene a la mano, decir sí al diálogo, pero que este se dé de manera abierta, o sea, de cara a la sociedad y con una agenda de interés general en torno a la Reforma Educativa y no sobre demandas políticas y chantajes. Evidentemente la CNTE no aceptó la propuesta. Pero, ¿es obra solo de Nuño?

La realidad es que hoy estamos ante una nueva dinámica de Estado. En mi opinión lo que estamos viendo es la implementación de una política, la cual por supuesto no tiene nombre ni apellido. Para que se den las cosas tiene que intervenir, desde luego la Secretaría de Educación, pero también la de Gobernación, Hacienda, SEDESOL, el SNTE los gobiernos de los estados Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y del Distrito Federal.

Puede decirse que la diferencia radica en que ahora el Secretario de Educación sí se suma a las decisiones de Estado y no como su antecesor que jugó de manera individual sin la coordinación con las otras entidades de la Administración Pública, por eso llama la atención que la corriente salinista en los medios un día hable bien del Secretario de Educación y otro día lo denoste.

La prensa nacional y muchos de los analistas y columnistas evaluaron la actuación, no de cara a su responsabilidad que es llevar a buen puerto la Reforma Educativa, sino desde otra óptica de la sucesión presidencial y de los intereses de grupo que se muestran en torno a la Reforma Educativa.

Hubo quien aseguró sobre el miedo de Aurelio y su supuesta falta de experiencia; otros y es a ellos a los que nos vamos a referir, son los que lo quisieron compararlo con Colosio y que el presidente Peña repitió la misma fórmula que aplicó Salinas con Colosio. Ya hablan de que Nuño ya tiene jefe de Campaña en los zapatos del recién nombrado subsecretario, el ex vocero salinista, Otto Granados; y otros que califican al Secretario como ?Aurelio el Magnífico?, advirtiendo que sus ?ambiciones sólo se comparan con su imprudencia y afán de protagonismo? y que ahora tendrá que demostrar si, como Colosio, puede operar fuera del mando presidencial en la misma línea estratégica, y si está a la altura de lo que espera su promotor?.

Vale recordar que Luis Donaldo Colosio tuvo marcaje personal de parte de su Jefe Salinas, tanto como presidente del tricolor como en SEDESOL, tenía la sombra de Carlos Rojas Gutiérrez, hombre del grupo Atlacomulco quien antes de llegar con el sonorense trabajó como Director de Finanzas y Administración en el hipódromo de Agua Caliente de Jorge Hank Rohn, de 1985 a 1988, es hermano de Francisco Rojas ex titular de la CFE corrido por el Presidente Peña por ir en contra de la Reforma Energética.

No se puede omitir que Luis Donaldo fue quien buscó la transformación y modernización democrática del PRI, lo intentó, pese a los obstáculos y fuertes cuestionamientos que tenía de personajes como Roberto Madrazo, quien nunca perdonó que una de las primeras acciones fuera haber reconocido el triunfo de Ernesto Ruffo en Baja California. En SEDESOL aplicó criterios poco o nada partidistas en la implementación de la política social, situación que tampoco gustó.

Carlos Rojas, cercano a Raúl y Carlos Salinas de Gortari, fue impuesto para cuidar a un joven promesa política, como hoy se interpreta de Aurelio Nuño, a quien le impusieron a Otto Granados en la subsecretaria de Educación. Falta ver si realmente Nuño está ahí para ser el delfín de Peña o está para sacar la Reforma Educativa.

La lógica política y democrática de la nación ya no da para encumbrar a jóvenes promesas y cuidarlas como muchos interpretan, ya desde que Salinas y Colosio se distanciaron desde el mismo día en que fue designado candidato y nombró Coordinador de Campaña a Ernesto Zedillo, amigo y compañero con quien compartía visión y estrategia de Estado, en lugar de su nana, Carlos Rojas se notaba un cambio en la visión de Estado que fue ampliamente combatida por Salinas y su grupo.

Es difícil hacer la comparación entre Aurelio Nuño y Colosio, son contextos diferentes y jefes diferentes. En el caso de Colosio, brillante y con enorme visión de Estado confrontó las resistencias de su partido y de los grupos de interés en términos de la lógica del poder que se daba entonces, donde tuvo que remar de manera más independiente; en el caso del Secretario de Educación, las cosas son distintas, brilla por sumarse a las políticas de Estado, hoy no se puede entender el éxito o el fracaso de una Reforma por la sola voluntad de un hombre.

Falta ver si el Presidente Peña realmente está convencido de las reformas que él mismo impulsa y si verdaderamente genera condiciones democráticas para atender el cambio, o termina como Salinas, dándole la espalda a su equipo ante la presión de los viejos cuadros de su partido y si Nuño se convierte en un verdadero político con visión de Estado o en un títere de su nano, Otto Granados.