Cuando en 2009 escribí en twitter “Algo huele mal en Dinamarca”, naturalmente no imaginé que esta frase sería leída precisamente cerca de Elsinor, teniendo a Hamlet y a Shakespeare como parte de la atmósfera indeleble del tiempo, como perenes testigos objetivos de una manifestación en favor de una causa mexicana. Me refería entonces a la visita de un alto político mexicano por esos rumbos. Y es que los políticos mexicanos se han encargado de desprestigiarse a sí mismos y, peor, de degradar al país que los vio nacer al punto de que en la nación de grandes presidentes como Benito Juárez o Lázaro Cárdenas, muy pocos creen ya en los políticos y en la política.
Que sea leída en el contexto de una muestra de apoyo al candidato en el que honestamente creen millones de ciudadanos, sin que exista una campaña mediática deliberadamente construida en su favor, sin que sea el candidato del partido en el gobierno, resulta alentador. Pues al parecer, en México y el mundo, entre quienes desean ver bien de nuevo al país de Octavio Paz y Carlos Fuentes, algo empieza a oler bien, a tener un aroma agradable.
¿Cuál es la fragancia presente de la política mexicana?
Josefina Vázquez Mota es la candidata del partido en el poder. El Partido Acción Nacional, que ha desperdiciado 12 años de alternancia política. Vázquez no ha podido siquiera convencer de que la llegada de una mujer a la presidencia sería un elemento cualitativo en favor de la democracia. Y es así porque ella básicamente ha colaborado con, y representa, a los hombres de su partido, quienes han llevado al país a la ruina económica y a la brutal violencia cotidiana.
Enrique Peña Nieto es el llamado “nuevo rostro” del PRI. El partido que por 70 años se solazó en su autoritarismo, violencia y corrupción. Si en esa suma de tiempo no logró garantizar la justicia y una vida de oportunidades y posibilidades para los mexicanos que incluso han tenido que emigrar, ¿cómo creer que otorgándole otros años en el gobierno ahora sí lo hará? Por otro lado, la presencia de Peña no es sino la de un figurín hueco formado por la televisión; una imagen que se vende como si se tratara de un actor de telenovela o, como se ha dicho, de un producto chatarra. Este “nuevo rostro” no es en realidad sino una máscara que oculta las arrugas de un viejo de más de 70 años; casos como la represión de Atenco y los “femenicidios” en el estado que gobernó, confirman su sólida herencia.
Andrés Manuel López Obrador, con todo lo criticable que pudiera parecerle a sus adversarios, es la única figura política que se ha forjado durante años de lucha social al lado de los más necesitados. Desde su trabajo productivo y humanístico con indígenas en los años ochenta, hasta los programas sociales implementados por él de manera exitosa en el gobierno de la ciudad de México. Por ello, en 2005 fue finalista al mejor alcalde del mundo (al cual no pudo aspirar por su renuncia en búsqueda de la presidencia en 2006).
Por otro lado, la otrora temeraria ciudad de México se ha convertido en un referente para el resto del país. Hace no más de dos décadas, el primer consejo para quien pretendía vivir o estudiar en dicha ciudad era evitarlo a toda costa a causa del miedo a la corrupción y la violencia (ciudad gobernada por casi 70 años también por el PRI). Hoy, hasta los ricos del norte como los de sur del país antes de pensar en escapar por la violencia hacia Estados Unidos, procuran establecerse en la bella ciudad de México. Esto en sí, es un logro objetivo.
Y si tanto el PRI como el PAN han gobernado por 82 años de manera ineficaz al país, bueno sería para el mismo dar la oportunidad a la posibilidad que ha gobernado por 15 años de manera estable y aceptable a la gran ciudad (simplemente, el actual candidato a jefe de gobierno del Distrito Federal de la izquierda, Miguel Mancera, tiene una intención del voto del 60%).
López Obrador es la esperanza para México. Lo respalda no sólo su trayectoria sino el Programa Alternativo de Nación y el cualitativo grupo de personas que le apoyan y que serían parte de su gabinete de gobierno.
Es el momento de cambiar de aires en México; es urgente. Bienvenidos todos quienes apoyen o se incorporen al movimiento para realizar un cambio verdadero en el país. Marchas y apoyos espontáneos como el de ayer en México (marcha anti-Peña Nieto de miles de jóvenes estudiantes) y la expresión internacional Pro-AMLO de hoy, pueden contribuir a hacer posible ese cambio de esencia. Y lo que hoy huele mal en el cuerpo de la política mexicana podrá ser sacudido, refrescado, enjuagado, y finalmente podrá ser envestido con el aroma de los cambios democráticos internacionales; imaginen la fragancia de su predilección. Esto es deseable en México, en Dinamarca y en el mundo.
P.D. Texto leído durante el “Concierto en apoyo mundial a AMLO”, celebrado el 20 de mayo de 2012 en Copenhague, Dinamarca.