En los últimos días con motivo del 20 aniversario del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu se han reciclado diversas informaciones y análisis. Algunos fundados en documentos confidenciales y en hipótesis, otros no tantos. También ha trascendido que uno de los actores involucrados, Humberto Hernández Hadad, ex cónsul en San Antonio, Texas, y quien afirma haber visto por última vez a Manuel Muñoz Rocha después del crimen, tiene un libro sobre el tema que será presentado a la brevedad. Dado que es un tema de amplia relevancia histórica para nuestro país, con el permiso del autor, me permito presentar a ustedes algunos fragmentos de otro libro inédito sobre el caso, el cual es muy amplio, bien documentado y que lleva casi tantos de investigación como los 20 del asesinato. Me reservo el nombre del escritor por convenir así a sus intereses, lo cual se respeta totalmente.
La detención de Raúl
En febrero de 1995, Raúl Salinas de Gortari se encontraba con su familia de vacaciones en los Estados Unidos. Su hija Mariana tenía el tiempo disponible y él la quería disfrutar en compañía de Juan José y de Paulina. El día 23 de ese mes, llamó el abogado Juan Velásquez, coadyuvante con el Ministerio Público para los casos Ruiz Massieu y Colosio, representando a ambas familias. Velásquez le informó a Raúl Salinas que el fiscal especial, Pablo Chapa, le solicitaba regresara al país por unos días para que aportara todo lo que sabía en relación con los casos ya mencionados.
Ingenuamente, Juan Velásquez se prestó para la coartada que le tenía preparada Pablo Chapa a Raúl Salinas. En ese instante, Raúl Salinas respondió a Velásquez que sí lo haría, que no habría mayor problema. Terminó la llamada y se dirigió a sus hijos para decirles que tendría que regresar a México; sorprendidos preguntaron por qué razón. Él les contestó que porque una autoridad le solicitaba su presencia. No los convenció, pero decidió regresar para calmar las aguas, según comentaron fue una decisión familiar, porque su hermano Carlos se encontraba en campaña para la dirigencia de la OMC y era perjudicial un escándalo entre los Salinas a unos meses de haber dejado la Presidencia de la República.
El sábado 25 de febrero tomó el vuelo y arribó al aeropuerto de Toluca, mientras Pablo Chapa ?cocinaba? de manera exprés la orden de aprehensión en complicidad con el juez Diógenes Cruz Figueroa. Para el domingo, se reunió con Juan Velásquez, quien a nombre de la PGR le agradeció que haya regresado para rendir algunas declaraciones. Le pidió que reuniera todo el material que tuviera y que lo relacionara con los casos Colosio y Ruiz Massieu. Ese día también regresó su esposa; sus hijos se quedarían en Estados Unidos esperándolo? en vano. A la siguiente mañana, el 27 de febrero, se comunicó Velásquez para sugerirle, de parte de Pablo Chapa, que la cita sería al otro día, a las 9:30 am, en casa de Adriana Salinas, con el fin de que ella también diera sus puntos de vista, pues había sido esposa del asesinado y tenía dos hijas de él. Pocos supieron que esa mañana los guardaespaldas de Raúl Salinas descubrieron a un hombre agazapado detrás de un matorral con un rifle y una credencial de la PGR.
(?) No pasaron diez minutos cuando entraron elementos de la Policía Judicial Federal para cumplir una orden de aprehensión girada contra Raúl Salinas como probable responsable de la autoría intelectual del crimen de José Francisco Ruiz Massieu. Raúl Salinas accedió a la detención para aclarar el malentendido, y confiando en que las autoridades lo trasladaban rumbo a una agencia del Ministerio Público Federal, llegó al Penal de Almoloya de Juárez sin que se le dijera acaso, de qué se le acusaba. Una voz femenina se escuchó gritar con el llanto cruzado: ?¡Ay, tío!?
Lo esposaron; lo custodiaron durante todo el trayecto. Estando cerca de Almoloya, se detuvieron y Raúl pensó que era el fin. Después volvieron a arrancar y vendado lo condujeron al interior del penal de máxima seguridad. Le pusieron otras ropas, le enseñaron una línea amarilla. El custodio le pidió que caminara sobre de ella. Lo hizo. El guardián grito: ?¡Así tendrás que obedecer desde ahora!? (?)?
¿Quién era José Francisco Ruiz Massieu?
(?) Al concluir su gestión en Guerrero, José Francisco tuvo aspiraciones de llegar a la Secretaría de Gobernación o la embajada de México en España, pero esto no se cumplió debido a que el Presidente Salinas trató de cuidar las formas y no ser criticado de nepotismo, dados los lazos de amistad y familiares. El siguiente cargo de José Francisco fue el de director general del INFONAVIT y de ahí, al año siguiente, es postulado como candidato a diputado federal y triunfa en la elección.
Hasta antes del homicidio de Luis Donaldo Colosio, José Francisco tenía asegurada la presidencia nacional del PRI, pero finalmente fue ocupada por Ignacio Pichardo Pagaza y él quedaba en el cargo de secretario General del partido. Era el proyecto alterno del grupo en el poder: secretario del PRI, luego coordinador de diputados y próximo secretario de Gobernación en la presidencia de Zedillo. Así estaba trazado el plan, según han confiado algunos actores del círculo cercano. (?)
La tesis no investigada por la PGR
Fue el 19 de octubre de 1994 cuando se tuvo la última referencia sobre su paradero. Ese día, Manuel Muñoz Rocha se encontraría en la ciudad de San Antonio, Texas, en compañía de un personaje que tenía suficientes razones de odio contra José Francisco Ruiz Massieu: el abogado Enrique Fuentes León. Esto dicho en repetidas ocasiones por Humberto Hernández Hadad citando a agentes del FBI.
Fuentes León tiene una negra historia detrás; pero la parte que importa para este caso es que sobornó a dos jueces y a un magistrado del Tribunal Superior de Justicia para que declararan la libertad inmediata a su cliente, Alejandro Braún Díaz, ?El Chacal de Acapulco?, quien en 1986 fue acusado de ultraje y asesinato de una menor de seis años. La liberación de Braún Díaz generó una gran irritación en la opinión pública de Acapulco; siendo Ruiz Massieu gobernador de Guerrero en ese entonces, tomó cartas en el asunto y ordenó la persecución de Fuentes León. Dejando todo atrás ?dinero, posición?, el abogado logró refugiarse en Chile, luego estuvo en Argentina y, posteriormente, se fue a vivir a Estados Unidos.
La orden aprehensión por el delito de cohecho seguía vigente y cuando es localizado en San Antonio, Texas, se hizo el trámite de extradición. A partir de la deportación a México de Fuentes León, en enero de 1995, la investigación sobre el caso Ruiz Massieu tomó otro sendero: los testigos y detenidos del caso cambian sus declaraciones. Sorpresivamente, empiezan a ?recordar? datos y hechos olvidados por más de un año.
Finalmente sucedió. El 15 de febrero de 1995, Fernando Rodríguez cambió su declaración; así pasó de ser el principal orquestador del crimen al principal acusador del Ing. Salinas: afirmó que Manuel Muñoz Rocha le había dicho que recibía instrucciones de Raúl Salinas de Gortari. Cinco días después de modificar substancialmente su declaración, su hija Gabriela Fernanda Rodríguez Gastélum, recibió por lo menos 500 mil dólares de la PGR. Al poco tiempo dejó los rigores del penal de máxima seguridad y fue enviado al Reclusorio Sur, además de recibir los servicios de un abogado defensor pagado por la Procuraduría federal. El resto de los testigos y detenidos también reciben beneficios de la PGR al momento de cambiar sus declaraciones iniciales. Con base en el testimonio modificado del testigo pagado, Fernando Rodríguez, Raúl Salinas de Gortari es detenido (?)
El libro en preparación tiene amplia descripción del proceso, del papel de Pablo Chapa, más datos sobre el perfil de Fuentes León, el proyecto familiar de los Salinas de Gortari, las ligas con movimientos maoístas, las declaraciones de todos los requeridos por la PGR y las inconsistencias del caso. No hay señalamientos ni conclusiones como muchos han pretendido afirmar, pero sí un contexto general para entender el México de aquellos años y cómo se construyó y destruyó un proyecto transexenal.
Datos al calce: por cierto, el único testigo vivo y quien podría dar mayor luz al respecto y que ningún periodista ha buscado ahora es precisamente a Fernando Rodríguez, quien a diferencia de Mario Aburto, tiene una formación universitaria, nunca ha sido declarado loco y ha ocupado cargos de relevancia en el sector pública federal.