Salvador Guerrero Chiprés
@guerrerochipres
Las ciudades se construyen y se renuevan a partir de los esfuerzos de todos. Empresarios y ambientalistas en su interacción. Muchas veces, incluso, con mayor acción cotidiana que los actores políticos profesionales.
Hace tres semanas, iniciamos una mesa de diálogo para encontrar puntos de convivencia entre quienes prefieren que exista uso de bicicletas en carril confinado de Insurgentes y quienes, mayormente restauranteros, consideran inapropiada la restricción de carriles que limitaría, dicen, la reactivación económica y el arribo de clientes en esa enorme avenida de nuestra capital nacional.
El presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) de la Ciudad de México, Marco Antonio Buendía González, así como representantes de la comunidad judía, libanesa, ambientalistas e impulsores del uso de la bicicleta participaban en un acercamiento con base en un sentido de civilidad puesto en práctica indispensable para la capital.
El fallecimiento repentino hace tres días de Marco Antonio nos dejó helados.
Líder empresarial e integrante del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, se distinguió invariablemente por su afabilidad, asertividad, buen ánimo y generosidad.
Había ofrecido su intervención a un grupo de vecinas y vecinos, para investigar qué ocurría con la responsable del negocio de Salamanca 85, en la Roma Norte. Estos abrieron una bahía para descenso de clientes, tras talar dos árboles y quitar cuatro confinadores. El lugar de nombre Fónico causa, además de esa irregularidad, molestia a los vecinos por sus generadores o refrigeradores que producen un ruido desagradable las 24 horas, según se ha reportado.
Marco Antonio de inmediato se dijo dispuesto a verificar de qué se trataba y llevar el tema a la mesa. Horas después falleció, al parecer por un súbito daño cardíaco.
Representó con empatía y congruencia las mejores causas a favor de la Ciudad de México y de la actividad empresarial, desde donde fue entusiasta defensor de los pequeños negocios como las fondas de comida, ese espacio de vínculo social indispensable en nuestro entorno, hasta la promoción de grandes establecimientos.
Formó parte de esa generación de empresarios que se construyeron a sí mismos como los dos más recientes líderes de la Coparmex, Jesús Padilla y Armando Zúñiga, y de otras cámaras. Su esfuerzo es absolutamente clave al demostrar la oportunidad que contra todas las adversidades se puede generar cuando existe sentido y auténtico empeño de empresa.
En la mesa del Consejo Ciudadano se buscan alternativas para construir la convergencia de movilidad y la actividad comercial. Ese era el tipo de proyectos en que él participaba.
Hemos logrado mucho gracias al impulso de personas como Marco Antonio Buendía. En vida somos capaces y en la ausencia queda la memoria, el respeto y el ejemplo.
Fundó las taquerías El Huequito. Su partida nos deja un vacío enorme. Que en paz descanse.