En efecto existe una minoría que se sigue oponiendo al proyecto de la regeneración del tejido social mexicano, de obtener la justicia antes negada para aminorar la terrible desigualdad que se mantenía en nuestro país y se mantiene dicha minoría en contra de la administración honrada humana y austera, optando por denostar al gobierno con constancia, engrandeciendo detalles sin real significancia para la loable labor de la transformación profunda que la nación requiere. Como lo ha expresado el presidente: se entiende que estén sorprendidos por el cambio de verdad, que no se la crean. Así pues, se empantanan en sus juicios maliciosos arremetiendo contra México estos mexicanos, contra el avance de su propio país, reactivos a esta gran transformación que estamos experimentando, denostando insidiosamente con tal de que el gobierno de la 4T se vea mal. Critican con línea para hacer daño como consigna. Dan a ver siempre el vaso medio vacío, además de calumniar o tergiversar datos a modo suyo. Repito, son una minoría poderosa, pero en extremo rapaz, que ya el pueblo demócrata la tiene bien detectada. ¿Nada positivo del gobierno escriben o dicen? Ya. Por ello--no se cansa uno de repetirlo-- quedan en ridículo y pierden credibilidad ante la opinión pública general, pues lo suyo no es análisis, es veneno auto ingerido. Por acá estamos acostumbrados a siempre ver los vasos medio llenos y nos sentimos complacidos con el enorme esfuerzo, templanza y valentía que ha demostrado nuestro gobierno. Por lo que preferimos compartir los puntos de vista positivos y esperanzadores que éste nos ha ido proporcionando con sus acciones. Una de ellas, es la prestancia y seguridad que nos ha mostrado el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. 

Es justo que Marcelo posea aspiraciones para que le toque el día de dirigir la nación democráticamente postulado por MORENA cuando AMLO haya finalizado con éxito su mandato 2018/2024. Digo justo, porque igualmente ha intentado anteriormente lanzarse para la presidencia de la república, aventurándose en aquella ocasión a ser contrincante del líder tabasqueño, quien hoy, luego de haber perseverado y sobrevivido, es presidente. En su momento para muchos de nosotros, esto pareció una afrenta, un atrevimiento, hasta una posible traición. Mas hoy se encuentra de lleno participando para lograr el éxito de la 4T. Y aunque Marcelo traía colgada entonces la medalla de haber ganado el concurso como mejor alcalde del mundo en su mandato de la gran megalópolis, no pudo con el capital popular de su contrincante ni ser elegido como candidato. Pero ahora se perfila como el más fuerte para continuar la dirigencia futura de la 4T por su claridad para ejecutar, por la imagen local e internacional de su obvia capacidad y honestidad, además de las tablas que posee, cualidades necesarias para ocupar el puesto. No obstante, será el pueblo quien decida sobre este y otros temas democráticos. 

Por lo que habrá de ganarse Marcelo a pulso la confianza de los ciudadanos a ras de suelo con hechos consecutivos de trabajo proactivo y efectivo en seis años. Cierto que ha compartido Marcelo desde muy joven la filosofía humanista de AMLO “Por el bien de todos primero los pobres”, y continuará siendo dirigido por la prudencia e integridad del presidente quien está mostrando un gobierno con superávit, que ha aportado soluciones a grandes retos, a complicadas negociaciones, con acuerdos dialogados y sin una sola confrontación.  No se puede gobernar con el discurso—como era la costumbre-- dijo hoy el presidente de México, sino actuando conforme a necesidades, con juicio práctico, con la mano amiga abierta en pos de la cooperación por el bien común, manteniéndonos siempre como país libre y soberano. O sea que, por fin nuestro querido México está recuperando su dignidad como gobierno. Con AMLO-- y Marcelo-- no volverá a ser patio trasero. Enhorabuena.