El recientemente fallecido Diego Armando Maradona no solo fue un gran jugador de futbol, sino todo un fenómeno de la cultura hispano-americana, quien no solo tuvo su propio y exitoso programa de televisión, y fue amigo de gobernantes bolivaristas (Fidel Castro y Hugo Chávez, entre otros), sino que se hizo célebre por su consumo de cocaína, droga de la que nunca renegó y que consumió hasta la tumba.
Una portada de la revista mexicana “Yerba” (que publicaba la Editorial Posada en los años 70), decía: “Cocaína, droga cara y fresa”, con lo que estoy totalmente de acuerdo. Para mí, la droga más chafa que existe (aunque sea muy costosa) es la cocaína, porque la asocio con gente “chafa”: normalmente egocéntrica, prepotente, agresiva y acelerada.
Las personas que son adictas al elixir químico obtenido de la noble planta andina, no son totalmente confiables, porque son capaces de cualquier cosa con tal de pagar su vicio: robar y traicionar. Y lo sé porque la llegué a probar y sí se siente horrible cuando no tienes una segunda dosis. Los entiendo.
Este texto no pretende ser una apología del uso de la cocaína, sin embargo, no se puede negar que, además de Maradona, existe gente ejemplar cocainómana y/o que promueve la cocaína (a diferencia de un montón de publicaciones que se ocupan de los cocainómanos famosos, rehabilitados o acabados por su adicción, los que presento, están orgullosos).
Sigmund Freud
El padre del psicoanális le llamó la “droga mágica”. No solo la consumía, sino que la recetaba a sus pacientes cuando fue neurólogo (incluso la llegó a medicar para combatir los síntomas de abstinencia de la morfina). También escribió estudios sobre la cocaína. Bajo su consumo, en 1889, escribió “La interpretación de los sueños”.
Sherlock Holmes
No tenemos constancia de que el escritor policiaco Arthur Conan Doyle consumiera cocaína, aunque se sugiere que sí, pues su famoso personaje Sherlock Holmes, el mejor detective del mundo, quien, desde la novela “El signo de los cuatro” (1888), no acostumbró a sus dosis, inyectadas con una jeringa celosamente guardada en un estuche marroquí.
Aleister Crowley
El brujo británico del siglo pasado, cuyo rostro figura en la portada del disco del Sargento Pimienta, de los Beatles (ídolo de estrellas de rock y devotos del satanismo) escribió el ensayo “Cocaína”, donde asegura que al probarla “ocurre un milagro: Desaparece la melancolía, brillan los ojos, la boca pálida sonríe. La fe, la esperanza y el amor acuden en tropel y muy rápidamente a bailar, todo lo que estaba perdido es encontrado, el hombre es feliz”. Para él, no existe adicción cuando se desarrolla la fuerza de voluntad.
Tony Montana
La segunda versión cinematográfica de “Cara cortada”, bajo la dirección de Brian Di Palma, nos ofrece al poderoso narcotraficante interpretado por Al Pacino, que emigró de Cuba a Miami en los años ochenta, con los “marielitos” que mandó Fidel Castro, sacándolos de las cárceles. Ícono del rap gangsta, es momerable la escena donde estrella su rostro sobre una montaña de cocaína, antes de enfrentar con su ametralladora a los sicarios que van a exterminarlo.
“Iceberg” Slim
Escritor negro norteamericano que nunca renegó de su droga, pero sí de su antiguo oficio: “padrote” de prostitutas. Cronista del gueto afronorteamericano, en su novela autobiográfica “Pimp”, Robert Beck nos cuenta cómo adquirió su apodo (que, en su homenaje, han adquirido algunos raperos, como Ice-T, e Ice-Cube): Tras probar una dosis de cocaína, en un bar, una bala le rozó la cabeza, tirándole el sombrero; calmadamente se lo volvió a poner y le dijo a su compañero de trago: “Vámonos de aquí antes de que venga la policía. No estoy para interrogatorios”. Su frialdad siempre la adjudicó a la cocaína, que, en su caso, le daba control.
“El lobo de Wall Streeet”.
El accionista Jordan Ross Belfort era un “metodista”, que le entraba a todo (igual que el escritor William S. Burroughs y el activista Timothy Leary). La vida de este genio del fraude (¡un saludo a la banda de la Estafa Maestra!), llevada al cine bajo la dirección de Martin Scorserse, muestra que incluso “el Lobo” se hizo adepto a “la piedra”, no como opción barata de la cocaína, sino por puro gusto.
Alejandra Maldonado
De entre las personas que consumen cocaína que no me asustan, y además estimo y admiro, está mi amiga, la escritora mexicana Alejandra Maldonado, quien, además de defender la “nieve”, ha publicado sus aventuras en su libro “Mis noches salvajes”. Una vez le pregunté cómo es qué consumía cocaína y no tenía los nervios destrozados, me contestó: “La combino con yoga”.
“La chispa de la vida”
La primera empresa en vender extractos de coca de manera legal, fue Cocacola, que en 1903 substituyó por cafeína; empresa que también inventó a Santa Claus, quien ya viene en un mes, con la legalización de la “mota” de regalo (le escribiré que también legalice la cocaína, para que se reduzca la violencia generada por el narcotráfico).