La familia real...¿racista?

Causó revuelo en los medios norteamericanos las declaraciones de la actriz norteamericana Meghan Markle, esposa del “príncipe” Harry de Inglaterra, acusando a la “familia real” británica de racismo. Las declaraciones fueron hechas en una multipublicitada y cacareada entrevista hecha por la actriz y empresaria afroamericana Oprah Winfrey.

Escribo los títulos “nobiliarios” de esta casta parasitaria que sigue viviendo del dinero de los contribuyentes británicos entre comillas, ya que yo no reconozco, ni acepto, la existencia, en pleno siglo XXI, de individuos con tanta influencia y fortuna heredados sin ningún otro mérito más que mentiras como el “derecho divino” y la mal llamada “sangre azul”.

Naciones racistas 

En fin. Mientras que en los Estados Unidos (uno de los países más racistas del mundo), se escandalizan porque presuntamente un miembro de la casa de los Windsor se había preocupado por el color de piel del hijo de una mujer mestiza y un hombre blanco, la realidad es que tanto el Reino Unido de la Gran Bretaña como EU han sido naciones que han hecho sus fortunas utilizando el racismo como un arma.

(Por cierto, a Markle debería preocuparle más que su marido Harry fue fotografiado hace unos años vistiendo una banda del Partido Nazi de Alemania, no es broma, búsquenlo en Google).

Mientras que Estados Unidos (una colonia británica, en sus inicios) cimentó su poder en el hurto, saqueó y asesinato de poblaciones nativas en lo que ahora es territorio norteamericano, el Reino Unido hizo lo mismo no solo en un continente, sino en distintas regiones como América, África, Australia y Asia.

Entre más clara sea la piel, mayor la “superioridad”

En todas las regiones que el entonces Imperio Británico invadió, colonizó y saqueó, la justificación para sus acciones era de tipo racista: la “superioridad” de la cultura y la religión blanca, por encima de otras naciones y pueblos que tienen milenios de existencia, como China y los aborígenes de Australia. 

A la superioridad “cultural” también se impuso una superioridad, inexistente, racial y pigmentocrática. Entre más clara sea la piel, mayor la “superioridad”. Supremacía blanca, en pocas palabras.

Utilizando un terminajo anglo, para que entiendan los británicos: el racismo de la “Familia Real” británica “is not a bug. It is a feature”.