“Nosotros debemos tener instituciones fuertes por su autoridad moral, no por la fuerza bruta, lo mismo el legislativo, lo mismo el judicial, lo mismo la fiscalía, que todos asumamos nuestras responsabilidades y también el ciudadano, como lo está haciendo la gente que está participando”.<br>
AMLO
¿Qué ganan sus aliados del PAN dirigidos por Marko Cortés y del PRI, por Alejandro Cárdenas, Alito?
Ganan varias diputaciones y algunos contratos de obras públicas y seguramente impunidad, esa que ni los de antes ni los de hoy quieren que se acabe.
La falta de representatividad, crisis interna, por la constante disputa del poder, servilismo, oportunismo y temas de corrupción de su partido Morena tienen muy preocupado al presidente López Obrador de cara a las próximas elecciones.
Morena no garantiza el triunfo en las elecciones intermedias ni lograr la mayoría legislativa. Morena no logró motivar a la población en la venta de boletos de la rifa “del avión” a pesar del módulo de venta que pusieron en la Cámara de Diputados y del señor de las ligas, René Bejarano, comprando billetes, tampoco alcanzaron las firmas para su proyecto circense de consulta ciudadana en contra de los expresidentes, a pesar de la pésima propaganda que protagonizó el actor Damián Acazar.
La salida con la “oposición”
Sin embargo, como en las elecciones del 2018, será su oposición simulada, PAN y PRI, de donde obtenga el soporte que requiere para ganar la elección intermedia.
El presidente busca afanosamente destruir la “democracia representativa” y sus instituciones, entre las que se encuentran los órganos autónomos, el INE, el INAI y desde luego, los partidos políticos.
El presidente busca destruir los partidos, incluyendo a Morena, pulverizar a la oposición, a las instituciones que las rigen y el poder en su idea mesiánica quedará sólo en su moral.
Participan en el engranaje PAN y el PRI, tanto, que tiene a sus repetidoras.
Al campechano, Alejandro Cárdenas lo mueven a través de un priista de la peor reputación, José Murat Casab, a quién se le ha visto asesorando a Alito, comiendo juntos en El Cardenal de las Lomas, igual que lo hace con otro, el ex gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, el gran amigo de Pío López Obrador, que junto con Ricardo Monreal arreglaron las elecciones de Zacatecas, Veracruz y por supuesto Oaxaca.
El caso de Marko Cortés no es tan distinto, es un títere de Ricardo Anaya, que está ahí para cubrir las espaldas del excandidato presidencial y honrar los acuerdos con AMLO. El camarada se hace loco de las fechorías fraudulentas que realizó en Querétaro a cambio de dividir a la oposición en 2018 y de hacer el trabajo sucio en el PAN para quitar de en medio a los archirrivales de AMLO, Calderón y señora Margarita Zavala. Fue Anaya quien no permitió a Zavala ser candidata a diputada federal ni de contender por la presidencia del partido o ser precandidata a la presidencia de la República.
Ahora Marko Cortés actúa en contra de los gobernadores del PAN, no los apoya en los temas federalistas, de seguridad o de energía y peor aún, apoya la consulta circense de AMLO.
Tanto Alito como Marko, están ausentes en la defensa de sus correligionarios que a diario cuestionan AMLO, simplemente se concretan a hacer el caldo gordo a la agenda que les marque AMLO.
¿Y el apoyo?
Dónde estuvo Marko cuando el compañero presidente y camarada se fue contra uno de los movimientos más emblemáticos encabezados por el PAN y uno de sus dirigentes más importantes como Luis H. Álvarez en Chihuahua de 1986. Permitieron sin dar respuesta alguna que AMLO los destruyera y peor aún, que reivindicara a Bartlett, el orquestador del fraude que el PAN denunció, simplemente hicieron mutis.
AMLO juzga a diario a sus adversarios, no les da tregua, los pone en el patíbulo, cualquiera que se atreva a señalar sus errores o cuestionar sus decisiones, es acusado de “corrupto“ o de “conservador” (como si eso fuera delito), pero cuando tocan a uno de los suyos la respuesta es distinta y ni el PAN ni el PRI hacen nada.
Así defendió a la senadora de Morena por Quintana Roo, Maribel Villegas, que fue beneficiaria junto con su esposo y su hermano con 177 mil metros cuadrados regalados en el gobierno de Enrique Peña Nieto, y también se da a conocer que de su declaración ella tenía un millón de pesos y actualmente ya tiene más de 30 millones.
La respuesta fue exonerarla al decir que: “se tiene que probar todo, no hacer linchamientos públicos, tiene que haber pruebas”.
Como ya lo hemos mencionado en este espacio la consulta busca, no juzgar a los expresidentes, sino modificar la ley de participación ciudadana que le dé meta poderes al presidente y que los Poderes Judicial y el Legislativo queden cómo simples “oficialías de parte” de las decisiones que tome el presidente a través de sus consultas.
¿Qué gana con la destrucción de las instituciones? Pues instaurar su “democracia participativa” que basada en el poder moral de su persona. AMLO se asume con una moral a prueba de todo, la impone por encima de las instituciones.