El justificado hartazgo de la sociedad causando por la corrupción rampante del gobierno de Peña Nieto, la inseguridad heredada por Calderón y la ineficiencia gubernamental de Vicente Fox, fue recogido en el extraordinario discurso de campaña de Andrés Manuel López Obrador, quien prometió resolver todos los problemas a través de un cambio brutal que llamó la Cuarta Transformación.

Las bases de apoyo y la clase media

Realmente, el camarada despertó la esperanza de propios y extraños, incluso de la clase media que en 2006 lo consideraba “un peligro para la México”, en 2018 se sumó a la base electoral del tabasqueño y le otorgaron un indiscutible triunfo.

Al asumir el poder, el compañero presidente, lleno de confianza, pronunció 100 compromisos a cumplirse al segundo año de su gobierno, es decir, el día de ayer, primero de diciembre de 2018.

La popularidad 

Al cumplirse los dos primeros años de esta administración, las encuestas señalan que AMLO mantiene un alto nivel de popularidad.

El “pasquín inmundo” de Reforma le da una calificación de 61% y en promedio, las principales encuestadoras que recoge el “Poll ofPolls” de Oraculus, señalan un nivel de desaprobación del 33% hasta este 1 de diciembre, es decir, aunque la aprobación de López Obrador ronda el 62% y disminuyó 5 puntos respecto del año pasado, un 67% sigue siendo una calificación muy alta.

Sin embargo ¿cómo se ha mantenido tan alto? ¿Cómo es que no ha caído estrepitosamente?

Hay cuatro factores determinantes que lo mantienen como uno de los presidentes mejor calificados.

1. La utilización de la información como propaganda política, como si estuviera en campaña. Él, a través de sus mañaneras, impone agenda y habla de lo que le conviene.

2. La evasión. El presidente evita referirse a los problemas de su administración y a los retos que tiene enfrente.

3. El sostener la idea de que México se encontraba en ruinas y que él lo está reconstruyendo. Todos los problemas son culpa de los neoliberales, de sus adversarios y de la corrupción de los de antes.

4. Vender fe y esperanza a la población. Mediante un discurso religioso basado en la iglesia evangélica cristina, juega con la creencia y la fe del pueblo de México con excelentes resultados.

Pero ¿hasta cuándo la estrategia le podrá seguir dando resultados? Ya le sirvió para ganar las elecciones y mantener su gobierno relativamente en paz a pesar de los efectos de la pandemia del covid-19 y de la crisis económica y de seguridad que padecemos actualmente.

En las democracias, las elecciones sirven para que los electores califiquen a sus autoridades.

¿Le alcanzará al camarada presidente la estrategia para mantener sus niveles de popularidad? O, con la elección de 2021 en puerta vendrá el “cobro de facturas” por parte del electorado, como le sucedió a Fox por su ineptitud, a Calderón por su soberbia y la crisis de inseguridad en la que sumió al país y a Peña Nieto por tanta corrupción y banalidad.

Como dice el camarada presidente: el pueblo es sabio y ya está cansado y no sería la primera vez de que en las urnas cobre la falta de cumplimiento de las promesas de los políticos.

AMLO, a pesar de su popularidad, tarde o temprano tendrá que enfrentar cuál es la realidad del país, porque el pueblo que votó por él, padece las consecuencias de la falta de medicamentos y del nivel de atención hospitalaria, en medio de una pandemia; han sido testigos de la corrupción en su gabinete y en su partido Morena, ven que la inseguridad nada más no mejora y todo por el evidente desorden administrativo del gabinete donde ni siquiera se hablan entre ellos, un gabinete de grupos peleados entre ellos, igual que con Fox, a quien se le criticaba por tener un “gabinete Montessori”.

¿Los resultados medibles y el cambio?

Hasta ahora la 4T, no ha mostrado ningún cambio, ni ha dado ningún resultado y como decíamos en la colaboración anterior, Morena se conformó justo de lo peor de lo peor de los partidos y gobiernos que hoy cuestiona el compañero presidente y pone como responsable de todos los males.

AMLO tendrá que enfrentar a partir de ahora problemas económicos reales. Desde que inició su administración y hasta antes de la pandemia, la economía cayó en recesión. El sector energético colapsó y las dos empresas del estado, Pemex y CFE empezaron acumular deuda inmanejable que impactará como misil las finanzas públicas del próximo año. El empleo decreció antes de la pandemia y con la crisis sanitaria se agravó.

En otras palabras, AMLO nunca cambió su estrategia a pesar de la pandemia y de la caída de los precios de los hidrocarburos a nivel internacional; mantuvo su estrategia como si no pasara nada, retrasó prácticamente año y medio la publicación del plan de infraestructura entre la IP y el gobierno federal.

La fe y la esperanza ya no serán suficientes para que se mantenga como hasta ahora a menos que haya división en la oposición y se prolonguen las eficiencias de provocaciones y distractores.