El nombramiento del secretario de Hacienda, Arturo Herrera como presidente de la Junta de gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) ocurre en un momento en que los principales indicadores de la economía nacional presentan una fuerte caída, causada por los efectos de la pandemia del covid-19 y por el fracaso del diseño de política económica de AMLO (cuyos estragos se notan desde antes de la pandemia).
Uno de los principales retos para Arturo Herrera al frente de estas instituciones será el brindar apoyo para la recuperación económica global, en especial a países de ingresos bajos y medios que han resultado gravemente afectados por el covid-19. Con el gran dilema de atender las recomendaciones de los principales economistas del mundo o mantenerse en la ortodoxia económica del compañero presidente.
Frente a la realidad
De acuerdo con un análisis de Bloomberg, en 2018 la situación económica de México era la mejor entre un grupo de países emergentes, considerando un rango de mediciones como el crecimiento económico, rendimientos financieros, posición de cuenta corriente y valoraciones de activos, el estudio determinó que nuestro país ofrecía a los inversionistas la oportunidad de realizar compras a precios bajos, además de un tipo de cambio efectivo real más competitivo que el de naciones como China.
México se encontraba por encima de economías como las de Turquía, República Checa, Polonia, Malasia, Corea del Sur, Hungría, Colombia, Perú y Emiratos Árabes Unidos. Era el séptimo mayor receptor de nuevas inversiones.
Sin embargo, según un estudio reciente del FMI, sólo Croacia, Ucrania y Tailandia han mostrado peor desempeño que México por la pandemia, mientras que, en América Latina, únicamente Venezuela, con el 15%, tendrá un mayor desplome del PIB que México, donde se estima que para finales de año será de un 10.5%.
La fragilidad del desempeño de la economía mexicana durante 2019-2020 está asociada a la lenta respuesta para implementar una política contracíclica por parte del gobierno. Esta pobre respuesta ha sido calificada por el banco de inversión UBS “como la más débil en cualquier parte del mundo”, ya que los apoyos anunciados no superan el 0.8% del PIB, lo que coloca a México como el segundo país latinoamericano con los menores apoyos, solo detrás de Honduras.
Según el FMI, también afecta a la economía mexicana el hecho de que su principal socio comercial, Estados Unidos, tenga una caída del 5.9% este año, y su recuperación para 2021 sea más lenta. De acuerdo con las previsiones del FMI, en los dos primeros años de la actual administración el PIB total habrá acumulado una caída de 6.7%, y el PIB por habitante un 8.8%.
Una tragedia que inició con la recesión de la 4T en 2019 y se aceleró en 2020 con el impacto de la pandemia global.
Aguantando a la 4T
Unos días antes de que se diera a conocer el nombramiento de Arturo Herrera, el FMI recomendó al camarada presidente posponer la construcción de la Refinería de Dos Bocas y que Pemex debería centrarse sólo en campos rentables y vender sus activos no básicos.
Esta recomendación concuerda con la que hiciera el propio Herrera en marzo de 2019 en su calidad de subsecretario de Hacienda, sin embargo, ambas recomendaciones fueron desechadas por alguien que no sabe ni de economía ni de energía pero que está más en el ánimo de AMLO, la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Otro estudio reciente del FMI pronostica recesiones en la mayor parte de América Latina y del Caribe, donde México tiene el peor pronóstico con el 10.5% sólo arriba de Perú, con un 13.9%.
Aún más desalentador resulta que en el pronóstico de crecimiento para 2021, el país que menor crecimiento tendrá será México, con 3.3%, por debajo de Brasil, Argentina, Colombia, Chile, e incluso Perú.
Todo indica que la recuperación económica de la nación no será en “V”, como quisiera AMLO, sino en “L”. Es difícil esperar algo distinto mientras no exista una reconsideración de la política económica frente a la pandemia y la transición energética y de telecomunicaciones, y menos mientras AMLO insista en regresar a políticas económicas de la década de los setenta, llenas de populismo y estatismo exacerbado.
¿Será que estando Herrera al frente de la Junta de Gobierno del BM y del FMI y contando con el respaldo de los 189 ministros de Hacienda y Bancos centrales logre cambiar las locuras del populismo económico o “morirá” en el intento?
Porque no nos sorprenda si al final resultara “despachado” por negarse a llevarnos hacia la “economía moral” que su jefe pretende.