"Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, ellos dirán: Lo hicimos nosotros"<br>
Lao Tzu, filósofo chino.
“Gobernaré con entrega total a la causa pública, dedicaré todo mi tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los sentimientos y a cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios, no le haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia, logremos la cuarta transformación de la vida pública de México”.<br>
AMLO.
En cualquier gobierno el liderazgo resulta fundamental. Como candidato AMLO se creó una imagen de líder transformador, demócrata, carismático y cercano al pueblo. Como presidente ha resultado un líder mediocre, autoritario y populista.
Yo sí esperaba más. Esperaba a un estadista, con conocimiento a nivel de campo de las necesidades del país que gobierna, esperaba resultados y, a casi la mitad de su sexenio, en cada mañanera lo que podemos ver es odio, quejas y victimización. AMLO el mártir, el que tiene a la prensa en su contra, el que vocifera tener otros datos cuando no está de acuerdo en algo. Al que se le olvida que es el presidente de todos los mexicanos.
Como presidente, el gran líder piensa en chiquito, no aporta soluciones, no trasmite seguridad en ningún ámbito de la gestión gubernamental. Solo sus fanáticos seguidores le siguen profesando fe ciega, mientras que el país se desmorona, con grandes problemas económicos, sociales y de inseguridad, una alta tasa de desempleo y los peores niveles de pobreza. En estas condiciones ¿cómo resolverá los grandes desafíos?
Datos matan fantasías
Hay algo que falta en el gobierno de AMLO y son los resultados. Cuando como candidato, AMLO propuso gobernar con “Honestidad Valiente”, más que un slogan de campaña sugería una estrategia de gobierno, que no hemos visto.
AMLO no ha sido valiente, no ha sido capaz de encarcelar a funcionarios corruptos, no ha enfrentado al narco, no ha resuelto nada.
Tal parece que el líder no quiere quedar mal con nadie, aunque con ello, le quede debiendo a quienes lo hicieron presidente y que con su voto le brindaron la confianza de que habría un cambio y lo siguen esperando.
Aunque bien es cierto que AMLO gobierna en medio de una discrepancia social e ideológica muy marcada, no hay que perder de vista que, ante logros y resultados medibles, sus detractores tendrían menos de qué hablar. No los hay.
A AMLO no le faltan reflectores, es un líder de masas que le gusta estar expuesto, sin embargo, su estrategia de comunicación no ha fallado tanto como sus políticas de gobierno. La falta de elocuencia y su tendencia para hacerse la victima son una constante de su gestión.
Insiste en ser el primero en contestar en los temas de coyuntura nacional, y eso no siempre le ha resultado, porque, aunque según él, muestra que mantiene el control de su gobierno, deja evidencia de su falta de conocimiento sobre temas de su propia agenda, la prensa nacional e internacional han dado cuenta de ello y a eso AMLO lo llama un ataque, un complot o una campaña en su contra.
Cuando sus oponentes políticos lo cuestionan o critican se dice espiado o víctima de una campaña de linchamiento y cuando las cosas se complican descalifica y amenaza.
El miedo no anda en burro
AMLO es un presidente que no viaja al extranjero, que no da importancia a las visitas oficiales entre mandatarios ni a las cumbres entre países, puede ser porque, al tratarse de temas bilaterales o internacionales, disminuye su margen de movimiento y su discurso debe ser más moderado.
Al presidente le ha faltado valentía para enfrentar al narcotráfico y a los grupos de la delincuencia organizada que se mueven a sus anchas y mantienen el territorio nacional como rehén de sus enfrentamientos y luchas territoriales.
Es un presidente que teme a los contrapesos democráticos y a las instituciones de su propio gobierno, a las que poco a poco ha ido debilitando.
Su autoritarismo pone en evidencia un liderazgo frágil. La estrategia de “nadar de pechito” y conservar su popularidad y su ventaja en las urnas, poco a poco ya no le está funcionando.
No son sus “malvados oponentes”, es su cobardía, sus lambiscones y sus resultados los que tiene al país en caída libre, un verdadero fracaso.