Cuando decidí mudarme a este puerto bellísimo de Veracruz y vi el fraccionamiento donde viviría, estaba llena de emoción. Me parecía el lugar perfecto, lejos de la zona turística y su fluir constante de gente, lejos de ruido, cero contaminación, con suficiente seguridad…
El paraíso en la tierra, pensaba.
Tenía, obvio, sus asegunes. La entrada y salida está llena de colonias no tan recomendables, pero no solo eso, hay solo dos salidas que nos llevan a la “civilización”: JB Lobos y la autopista a Xalapa. La primera, considerada la principal, nos lleva en algunos minutos al centro de la ciudad. Es una avenida larga, pero bastante maltratada, llena de baches y topes y de camiones que suelen agarrar el camino como pista de carreras. No quiero yo contarles la cantidad de veces que nos hemos quedado sin llantas, atrapados en los baches o que nos ha dado un susto algún camión. Obvio, para evitarnos esto, los habitantes de la zona preferimos agarrar la autopista pero…
Debido a los baches, topes y todo lo que arriba mencioné, el ayuntamiento (supongo fueron ellos), decidieron arreglar esta avenida y meter maquinaria pesada, trascabos, grúas y cientos de trabajadores que nos dejaron sin la principal vía de acceso a nuestra casa, sin mencionar además que es materialmente imposible salir a hacer despensa o comprar un medicamento, pues estamos encerrados. El acceso, desde hace días, está bloqueado en su totalidad. Sí, no podemos entrar ni salir hacia la avenida JB Lobos, si tenemos necesidad debemos hacerlo por Las Bajadas, con callecitas diminutas y en laberinto que ahora son de doble sentido y en las que además, (no crea que ando alcoholizada, por favor) a menudo tenemos que pasar entre caballos, pues los habitantes de esa zona tienen aún una forma rural de vida.
Las imágenes que le muestro no mienten: para un trayecto en el cual invertíamos cinco minutos a lo mucho y que lo podíamos hacer caminando, hoy necesitamos en promedio 30 o 40 minutos, en los que el calor es insoportable, las mentadas están a la orden del día y los golpes entre carro y carro son el pan nuestro de cada día.
No, no hay agentes de tránsito haciendo su trabajo.
Si lo que le he dicho le parece poco, súmele que con las lluvias torrenciales nos inundamos… hasta perder los vehículos, que se quedan flotando como canoas.
Ah, y no dejaré de mencionar el socavón que hace unos días se hizo justo en la entrada debido a estas lluvias, tras lo cual, por fortuna, no hubo pérdidas humanas.
Autoridades jarochas ¿dónde están?
Señores de Obras, señores de Tránsito, ¿están conscientes que los habitantes de Residencial Xana y Casas Palenque estamos desesperados? Nuestros autos se están averiando, no ganamos para llantas, para arreglar la suspensión, para los mofles. De lo que gastamos en gasolina, mejor no hablamos.
Cuando comentamos entre vecinos la odisea que vivimos a diario, dicen algunos :”Chale, pa vatos, cómo nos tienen”.
Nuestros traslados son de horas, literal. En lo personal soy la que llega tarde siempre, la que trabaja tarde siempre, la que vive con migraña siempre, solo de pensar que para salir a comprar lo básico invertiré demasiado tiempo y dinero.
¿Quién va a poner orden en esto?
Y no quiero ni pensar que llegue el lunes, cuando los niños regresan a clases y los padres tenemos que llevarlos y traerlos. ¿Quién nos va a recuperar todo lo que estamos perdiendo? Deje le digo, además, que en esas callecitas angostas que tenemos que atravesar todos los días sudando a mares, hay varias escuelas, y de por sí, sin obras, las calles se llenan, el día del regreso a clases supongo enloqueceremos.
¿Negocio de alguien?
Si cuando se pensó en hacer estos fraccionamientos no se planeó que se debía urbanizar en forma debida con tiempo suficiente, entonces algo anda mal, muy mal.
No quiero pensar, señores, que de nuevo solo se pensó en el negocio inmobiliario, que hay muchos intereses de por medio y que ya una vez entregado el fraccionamiento les valió sorbete las condiciones en las que nos dejaron. Porque de ser así, de nuevo como dirían mis paisanos “chale pa vatos”.
Es necesario, urgente, que alguien haga algo. No queremos más accidentes, más retrasos, más dolores de cabeza. Si tenemos una verdadera emergencia (una persona con un infarto, una mujer a punto de dar a luz, alguien enfermo que urja trasladar) no podemos salir y la tragedia será mayor.
Esto es un llamado de verdad urgente. ¿Alguien podrá atenderlo? ¿Alguien?