Hay que reconocer que el proceso fue entusiasta y por novedoso sorprendente. Tanto que hizo imaginar que se había dado un golpe de racionalidad política en favor de la inteligencia, la pluralidad y la innovación para las principales instituciones mexicanas.

Eso es lo que había previsto la terna propuesta por el presidente López Obrador para cubrir la vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La propuesta estaba equilibrada y el proceso se veía transparente.

Por aquello de la importancia política de construir un régimen con equidad de género, la terna estaba compuesta por mujeres, las tres con una historia de vida profesionalmente destacada.

Dos de ellas eran parte activa del gabinete de la Cuarta Transformación y la tercera sobresalía entre las otras por su intachable reputación, pero más por su capacidad innovadora, sus conocimientos en la materia del derecho que se requiere en el máximo tribunal del país y en su esforzado empeño por avanzar en la procuración de justicia que, al estar rebasada por la corrupción y la impunidad, nos coloca en escenarios de inseguridad e incertidumbre que no habíamos imaginado.

Diana Álvarez Maury, Ana Laura Magaloni y Margarita Ríos Farjat en su comparecencia ante el Senado de la República se manifestaron independientes y sin filiación a ningún partido político, que era fundamental luego de la indigna designación de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Por cuanto a la militancia partidista las tres demostraron sobradamente su autonomía, aunque solamente una comprobó su independencia frente al gobierno. Diana Álvarez Maury era subsecretaria de Gobernación y Margarita Ríos Farjat presidía el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Ana Laura Magaloni se ha dedicado sobre todo a la investigación jurídica y a la academia con reconocimientos internacionales por sus estudios sobre la desigualdad social y la impartición de la justicia.

Ante los senadores las tres se manifestaron en contra de la criminalización de las mujeres que interrumpen su embarazo, sobre las deficiencias en materia de justicia en el país y por analizar pros y contras de la legalización de las drogas.

Mientras Álvarez Maury ofreció abrir las puertas de la Suprema Corte a la gente porque prevalecen las injusticias; Margarita Ríos Farjat, identificada con la presidencia de la república más que su compañera de gabinete, destinó la mayor parte de su diálogo con los legisladores para insistir que entre ella y el gobierno hay una distancia real por lo que puso como garantía su expediente de vida, su independencia y su integridad para luego rematar que lo peor que le puede pasar a México es que sus instituciones sean corruptas.

Ana Laura Magaloni propuso hacer de la Corte “un árbitro creíble, legítimo e imparcial” y aprovechar el respaldo social para que el Estado recupere los espacios cedidos a la corrupción y estableció la necesidad de hacer, desde la justicia, que el poder verdaderamente sirva para dar legitimidad constitucional a los poderes electos.

Aunque en este proceso se avanzó en transparencia, apertura, la evaluación de las candidatas recibió influencias desde el poder, que ensombreció el resultado final.

Con 94 votos a favor, Margarita Ríos Farjat, quien es la única de las tres que ya trabajó en el Poder Judicial, es la nueva ministra de la Suprema Corte y cubrirá la vacante de Eduardo Medina Mora, quien renunció en medio de una investigación sobre su situación patrimonial, sin que se sepa su situación jurídica.

Ana Laura Magaloni, obtuvo 25 votos, mientras que Diana Álvarez Maury consiguió un voto.

La nueva ministra estará en el cargo durante 15 años y será adscrita a la Segunda Sala de la Corte, especializada en asuntos administrativos, laborales y fiscales. Nada menos.

El resultado mostró que las cartas, aunque estaban marcadas permitirían un juego limpio basado en la inteligencia, la razón, la pluralidad y la innovación para favorecer la independencia de los Poderes de la Unión y, con ello, fortalecer a los organismos autónomos como contrapesos del poder.

Algunos ganan, pero otros pierden.

@lusacevedop