Hoy México está inmerso en una turbulencia financiera y de salud que provocará un fuerte deterioro a la sociedad como parte de los estragos que dejará la pandemia del COVID-19, tanto en lo económico, social y materia sanitaria. La mejor manera de reducir gastos, impactos y mayor margen de maniobra ha sido la prevención.

México arrastra una crisis sanitaria añeja, derivada de una sobre institucionalización en servicios de salud; lo que provoca una fragmentación al momento de su ejecución. Aunado a un olvido de programas y políticas públicas que impulsen y fomenten la práctica de la actividad física y deporte, una eficiente herramienta de contención.

Un estudio publicado en el año 2018 por el Instituto Australiano VISES demuestra, que en el mundo se pierde en gasto el 3.7% del PIB, tan sólo por causa de las enfermedades no transmisibles (incluidas las adicciones, el cáncer y las enfermedades respiratorias además de las enfermedades cerebrovasculares, diabetes e hipertensión). México superaba la cifra del 3.7%.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) resalta que la merma de la salud amenaza el logro y consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030; siendo causa de ello, el aumento en el gasto público y privado en salud que afecta primordialmente a los países de ingreso medio y bajo; puesto que, dadas sus deficiencias en la proveeduría de servicios de salud, la población eroga una mayor proporción de sus ingresos en generalmente temas curativos, por lo que además acentúan la pobreza. En México el gasto total en salud se incrementa cada año y no se ha podido contener la prevalencia de sobrepeso y obesidad. La transición epidemiológica fue de tal magnitud que las primeras causas de muerte son las enfermedades del corazón y la diabetes; 7 de cada 10 adultos y 1 de cada 3 niños padecen sobrepeso u obesidad. Había cuentas pendientes por atender y el COVID-19 aceleró y acrecentó la confronta con la crisis sanitaria.

El sobrepeso y obesidad como un fenómeno multifactorial, deja secuelas de un alto impacto económico en materia de salud y en la merma de productividad por jubilación “temprana” generando un efecto multicausal a la que se debe agregar una más: la vulnerabilidad y el gasto que representara el incremento de contagios y atención medica por el COVID-19.

Y es que en días anteriores Ricardo Cortés Alcalá director general de Promoción de la Salud en México, estimó que en México haya un 7% de afectados graves entre los infectados por el COVID-19, lo que indica que estamos por encima de los demás países, se estimaba un 5% de infectados, esto se traduce que nuestro país está 2% arriba del resto y representa un 40% más, de posibles infectados.

Lo anterior expone a la luz la pandemia, que el actual Sistema Nacional de Salud en México mediante una política fallida sobre padecimientos como la diabetes, la obesidad y el sobrepeso, estará abonando de manera ampliamente significativa a las hasta hoy 4 defunciones confirmadas por el padecimiento de alguna de éstas previo a su contagio por COVID-19, lo cual deberá obligar a que después del paso de la pandemia por México esta crisis deberá traer progreso, reconstrucción y una correcta planeación e implementación de las políticas transversales de salud, para lo cual será necesario revisar y reconfigurar 3 cuestiones:

1.- Reducir la sobre institucionalización sanitaria y comprimirla para tener mayor control y eficacia.

2.-Regulación correcta y eficaz de las políticas sobre control de propagandas alimentarias donde se debe ir más allá de impuestos y multas, ya que se han realizado medidas con escasos resultados positivos.

3.- Diseño y desarrollo de políticas públicas transversales, con planes sectoriales homogenizados, donde mediante sus diversos esquemas de implementación se enarbole el denominado deporte social como una estrategia con objetivos y líneas de acción muy claras como prevención y contención.

Todo ello aunado a un eficaz programa de cohesión institucional que permee en las diferentes etapas etarias de la sociedad, desde la parte neonatal culminando con la geriátrica; considerando que instancias como la SEP, IMSS, ISSSTE y SS cuentan con la capacidad técnica e infraestructura deportiva y normatividad que permiten el impulso y fomento de la actividad física y deportiva como un beneficio y elemento real en la contención de gasto y de las propias enfermedades que hoy multiplican la afectación por el contagio del COVID-19.

Y es así como justificadamente se valida lo escrito en 2013 por el Dr. Rafael Valenzuela, especialista en economía de la salud; “la salud influye en el desarrollo de las economías nacionales; la salud es la base de la riqueza social. elemento primordial y relevante en el bienestar social”.