La pandemia de salud, del coronavirus, aún no llega aún al pico.

Amén de que la credibilidad en las cifras oficiales está averiada, el punto máximo de letalidad es confuso.

Lo más probable es que en esta incertidumbre, lleguemos al nivel mayor de propagación en una fecha posterior a la que dictaminen las autoridades, y con un mayor costo en vidas.

Pero -al final- como ha pasado en otros países habrá un control del virus, a menos del primer brote, si es que no surge un segundo.

 

ORIGEN DOMÉSTICO

Pero otra pandemia -la económica- no está controlada.

Por supuesto la contaminación de la economía es global. Como reguero de pólvora se ha expandido una recesión en el mundo por la paralización de actividades producto del confinamiento que ha afectado a México y a todos los países.

Hasta que la crisis mundial termine y la economía internacional empiece a reactivarse, México tendrá las condiciones para reiniciar el crecimiento.

No se sabe cuando será esto. Depende del control de la pandemia de salud.

Pero el control de la crisis económica depende también de las políticas internas del gobierno. Y -más que eso- estas políticas pudieron también haber gestado la crisis desde antes, la cual se habría magnificado por supuesto por la recesión mundial.

Esto pasó. Pero es algo que AMLO no reconoce.

 

NO IBAMOS MUY BIEN

A la luz de los datos, la afirmación presidencial de que íbamos muy bien, pero llegó el COVID no tiene sustento.

La economía ya estaba deteriorada, ya era un campo minado ANTES de la pandemia.

Los datos que presentó ayer el INEGI lo confirman.

La economía mexicana cayó en el primer trimestre del año 2.2% -respecto al primero de 2019- según las cifras definitivas que reportó ayer el INEGI.

¿Por qué bajó si el confinamiento inició a fines de marzo?

Poco importa que el INEGI haya dicho que la baja definitiva del PIB en el primer trimestre fue de dos décimas menor a la pronosticada cuando anunció las cifras oportunas el 30 de abril pasado: 2.4%

El Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) cayó más, un 2.6%, también en el primer trimestre 2020 vs primero 2019, según reportó el INEGI.

La economía estaba mal desde antes, insisto.

El argumento de peso más importante de que las razones del deterioro en la actividad productiva fueron hechura de casa, de las políticas de López Obrador, es que en el primer trimestre que cayó la economía mexicana Estados Unidos seguía creciendo. El mundo seguía rodando. Y México ya estaba parado.

Cuando México avanzó hacia una recesión -técnicamente un período de cuatro trimestres consecutivos de caída económica- Estados Unidos creció. En el año 2019 subió 2.3% mientras México cayó 0.1%.

Hay más datos que confirman el origen doméstico – en las políticas del nuevo gobierno- de esta caída económica, y dibujan un país que ya era un campo minado antes del coronavirus.

Previo a la pandemia, en el primer trimestre, la inversión extranjera, y la construcción cayeron respectivamente en 20% y 17%.

El sector secundario -compuesto por la minería principalmente el petróleo, la construcción y las manufacturas- declinó según el INEGI 3.5% en el primer trimestre respecto a igual lapso del 2019, antes de que el país se sometiera al confinamiento. Con esa misma base de comparación – trimestre vs trimestre- el sector servicios, donde se generan las dos terceras partes del empleo, cayó 1.2%. El sector primario subió 1.1%, pero importa poco porque da ocupación a una fracción minúscula de trabajadores, de 3.3% de total.

 

LLOVIÓ SOBRE MOJADO

Desde luego, el confinamiento de las actividades productivas, que paralizó la economía -ya consecuencia del Covid-19- al moverse sobre mojado agudizó la crisis en abril.

No hay duda de que las estadísticas con el confinamiento encima se habrían deteriorado menos, en una atmósfera de mayor confianza en la inversión. Pero pasó lo contrario: fue menor por las políticas de al 4t.

La gente -ya con los bolsillos raídos- compró menos gasolina en confinamiento: las ventas internas de gasolina en abril se desplomaron 40%. Las ventas externas de Pemex, con el precio mundial colapsado y la demanda anémica por la recesión mundial, se hundieron 73%.

Con una crisis externa que golpea duramente a México, sobre un terreno donde ya estaba minada la confianza de los inversionistas, al país le espera un panorama más oscuro en el año.

CONEVAL, con una previsión de baja del PIB de 5%, estima que unos 9 millones de mexicanos se incorporarán a las filas de los pobres en el año.

Bancomer, seguro con una estimación más pesimista de contracción de la actividad productiva, prevé que se sumarán a esta condición de marginación, de 10 a 12 millones.

Con la 4t, los expertos aseguran que habrá más -no menos- pobres.

Lo mismo con el desempleo, que está siendo ya una auténtica -otra- pandemia social.

En marzo -otra vez- antes del impacto del microbio en la economía, como fenómeno gestado en el gobierno actual, se perdieron 123,139 puestos de trabajo. En abril, ya en el confinamiento, la desocupación escaló de forma impresionante a 555,247 personas. En esos dos meses, ya 685,84 mexicanos se quedaron en la calle, sin trabajo. AMLO dijo el fin de semana pasada -con su acostumbrado optimismo- que estimaba “sólo” en 400 mil desocupados la cifra de desocupados de mayo. Si esto fuera cierto, en tres meses -de marzo a mayo- cerca de 1.1 millones de puestos de trabajo se habrían perdido.

¿Poco?

 

EL HUNDIMIENTO

Las estadísticas de pavor, del incremento en la pobreza y desempleo, y el hundimiento de la actividad productiva, reflejan previsiones de caída en el PIB, que obedecen desde luego a los efectos de la recesión internacional, pero que descuentan también la resistencia del gobierno a implementar políticas de apoyo en la magnitud requerida para la planta productiva y el empleo.

La calificadora Fitch prevé un desplome de 7.4% del PIB.

Bank Of América es mucho más pesimista -en línea con la óptica a la que están sumándose buen número de analistas- anticipa un hundimiento de 10%

Hundimiento es una buena palabra para entender lo que sucede con esta pandemia económica, que luce sin control, impulsada también por factores internos.

Como el Titanic, se avista un enorme iceberg, que chocará con la nave de la economía. Pero -similar al accidente histórico- la embarcación ya venía averiada.