Hagamos un paralelismo con otra situación que pasa actualmente en muchos países. Imagine, solo imagine, que el gel antibacterial es un medicamento contra el Covid-19. Hace dos semanas, la gente se arremolinaba en los mercados y autoservicios buscando un poco de gel antibacterial. El antibacterial empezó a escasear y los pocos que lo tenían lo vendían a precios fuera de rango. Muchos políticos, que dicen no estar en campaña, regalaban antibacteriales a los asistentes de sus eventos masivos antes de que la gente se concientizará y se quedará en casa.

Se empezaron a vender antibacteriales “pirata” que solo servían como placebo para las personas que los usaban. La gente empezó a cuestionar la capacidad de las empresas para fabricar antibacterial y se empezaron a formular teorías extravagantes sobre su uso. Tiempo después se supo que México, junto con Brasil, son los mayores productores de gel antibacterial en América Latina y que mucha de su producción ya estaba comprometida al extranjero pues la demanda en México no había aumentado todavía.

Ahora puede ir a muchos establecimientos, encontrar de nuevo gel antibacterial con limitaciones para que no suceda lo que pasó cuando comenzó la crisis del coronavirus.

Hace unos días en una de las visitas que tuve al supermercado me di cuenta que lo que pasaba con el antibacterial era similar a lo que pasaba con productos como el papel de baño y perecederos como la pasta , el pollo o el huevo. Le decía de broma a uno de mis hijos que si alguien iba al súper y se ponía a decir en voz alta que había escasez de algún producto, seguramente sembraría pánico y el producto se acabaría. Pasó con los guantes de látex, con los cubrebocas, con el Lysol y con todo lo que tenga que ver con desinfectantes.

Ahora imagine lo mismo, pero con medicamentos. Si alguna autoridad sanitaria lanza algún medicamento como una posible solución seguramente se podrían tener los mismos efectos de escasez con el problema que se afectaría a los actuales usuarios de los medicamentos.

Los ensayos médicos que se aprobaron por la Cofepris son el uso del remdesivir, el del tocilizumab, la hidroxicloroquina, y la combinación de la cloroquina con el antibiótico azitromicina.

 

Los medicamentos

El remdesivir es un antiviral de amplio espectro que se le ha aplicado a pacientes que tiene Covid-19 sin tener todavía resultados contundentes. Se ha comprobado que tiene buenos resultados con otro tipo de SARS provocado por otras cepas de coronavirus. En el sitio web de Gilead, laboratorio que desarrolló este antiviral, hay una carta del CEO del laboratorio explicando el desarrollo del remdesivir. Con fecha del 28 de marzo del 2020, Daniel O’Day explica que el remdesivir no ha sido aprobado para su uso pero que basado en lo que han aprendido hasta ahora puede tener potencial para resolver el problema con la cepa de coronavirus que está causando esta pandemia. Ellos tienen que terminar los estudios para determinar si el medicamento es efectivo y seguro antes de ser distribuido mundialmente. Al no ser un medicamento aprobado, el uso de este se reserva a las pruebas clínicas y a un grupo que ellos le llaman “uso compasivo” donde se lo aplican a pacientes que están dispuestos a experimentar con el uso del medicamento casi como último recurso. Para esto, los pacientes tienen que pasar un filtro y solo se aplica a los que hayan logrado tener los requisitos para la aplicación. Con la crisis del Covid-19 han hecho una excepción a la que le llaman “acceso expandido”, donde los médicos pueden dar el medicamento a pacientes que estén fuertemente enfermos. Esto solamente pasa en Estados Unidos y próximamente lo harán en otros países.

El Tocilizumab o Actemra es un medicamento biológico que se utiliza para pacientes que tienen problemas reumatológicos, como artritis reumatoide. Se aplica de manera intravenosa y se está experimentando con este pues bloquea uno de los mecanismos que provocan inflamación en los tejidos. Como la inflamación es la causa principal del daño pulmonar que puede provocar el Covid-19 por lo que se considera el uso de este medicamento.

La hidroxicloroquina o plaquenil, aunque su uso original era para la malaria ahora se utiliza para lupus, artritis reumatoide. Igual que el actemra , el plaquenil reduce la habilidad del sistema inmunológico para causar inflamación ayudando a controlar síntomas como llagas en la piel y la boca, como el dolor en articulaciones.

La cloroquina o la hidroxicloroquina en combinación con el antibiótico azitromicina han dado resultados que aún no han sido documentados para terminar con el Covid-19. La cloroquina también era usada para la malaria, pero también se usa para enfermedades articulares de origen inflamatorio. Es más tóxica que la hidroxicloroquina y un mal uso la hace particularmente peligrosa. La azitromicina se usa para tratar infecciones bacterianas como la bronquitis o neumonía. Es complementaria al uso de medicamentos antiinflamatorios pues estos medicamentos también bajan las defensas por lo que las infecciones bacterianas son más frecuentes.

En resumen, el remdesivir es un antiviral en etapa experimental, los otros medicamentos listados en la conferencia por López Gatell son medicamentos que se utilizan por sus efectos antiinflamatorios, se han probado en algunos pacientes y han tenido efectos positivos, pero todavía no están aprobados como medicamentos que sirven contra el Covid-19.

 

Los grandes peligros

Como apenas se están llevando a cabo las investigaciones sobre estos medicamentos y sus posibles efectos secundarios en pacientes que los utilizan para el Covid-19. Sabemos lo que puede causar en pacientes con problemas autoinflamatorios pero no se sabe lo que pasaría en pacientes que no tienen este tipo de problemas.

Si se toma un medicamento que baja las defensas, el paciente está propenso a tener otro tipo de infecciones por lo mismo. En el caso del antiviral de Gilead, no se han probado a fondo por lo que no se tiene una lista certera de efectos secundarios. Por eso este tipo de medicamentos solo se deben de poder aplicar con receta médica en un lugar autorizado por el médico, ya sea un centro de infusión o un hospital.

El segundo peligro y un daño que podría parecer colateral, pero es directo es la escasez de estos medicamentos para los que los necesitan al hacer compras solo para sentirse protegidos.

Volvamos al ejemplo del gel antibacterial o el papel de baño. Si todos compramos al mismo tiempo los medicamentos crearemos una escasez de este, pues los productores no están contemplando esta demanda. Sin gel antibacterial o papel de baño no peligran nuestras vidas, solo tendríamos que buscar métodos alternativos de limpieza. En caso de escasez de cualquiera de estos medicamentos que ha aprobado la Cofepris para su posible uso en casos de Covid-19 se afectaría a todos los pacientes que los usan como solución para sus problemas auto inflamatorios. En este caso, la escasez puede provocar la muerte.

Para que se dé una idea. El verano pasado, un paciente buscó que se le aplicara el medicamento biológico tocilizumab en el Hospital Zambrano Hellion. El servicio de farmacia de ese hospital daba un tiempo de respuesta para surtir ese medicamento de una semana. El Zambrano Hellion es tiene el nivel hospitalario más alto en Monterrey por lo que parecía fácil que se pudiera conseguir y no fue así. En la Ciudad de México , se tiene que avisar con tiempo a un hospital como el ABC para que se pueda conseguir dicho medicamento biológico. Ahora imagine a muchas personas solicitando ese medicamento solo por si las moscas. Lo mismo pasa para el Plaquenil. Si todo mundo lo empieza a pedir desconsideradamente seguramente afectarán directamente a los pacientes que tienen lupus, por ejemplo.

El sector salud tiene que proteger a los usuarios actuales de estos medicamentos

Dijo López Gatell en su conferencia: “Hay que destacar que, aunque vemos noticas internacionales que empujan ya al uso inmediato de estos productos, tenemos que tener claro que así no funciona. La seguridad en el uso de medicamentos innovadores o existentes para tratar nuevas enfermedades se debe de verificar que su uso no causará daño en las personas. Existen estándares internacionales que México sigue para garantizar la bioseguridad, la protección de seres humanos, calidad de investigación y ética”.

López Gatell debería de añadir que estos medicamentos pasarán a ser medicamentos que solo se pueden comprar con receta médica autorizada por un especialista y no un médico general. Como la morfina solo la pueden autorizar los algologos (médicos especialistas en tratamientos del dolor), los medicamentos como estos inflamatorios solo los deberían de poder recetar los médicos especializados en el tratamiento de enfermedades respiratorias y los reumatólogos.

Una compra desmedida y sin justificar pone en peligro a todos los pacientes con enfermedades auto inflamatorias. Se ha generado un desabasto de cloriquina debido a la desinformación generada por muchos medios de información. Esperemos que la Cofepris ponga candados a estos medicamentos para que solo sean aplicados a pacientes que lo necesitan y no a personas que los compran por si las dudas.

Y esto no solo pasa en México, pero sabiendo las posibles reacciones, el gobierno del país debería de trabajar en la manera de evitar desabastos en este tipo de medicamentos. Esperemos que esto sea muy pero muy pronto.