En la más reciente edición de la revista Proceso[i], a través del artículo "El retorno del dinosaurio", Javier Sicilia hace uso del poder de la metáfora de forma magistral, demostrando que tiene en común con Tolkien mucho más que la Fe católica: la convicción de que en el fondo de una buena historia, subyace la verdad eterna y muestra a quien quiera ver y escuchar, una pizca de las leyes divinas, en términos humanos.
De tal suerte, que para Javier Sicilia la película Jurasic Park de Steven Spielberg, basada en la novela homónima de Michael Crichton, devela dos importantes enseñanzas
1.- La imposibilidad del hombre de controlar la contingencia, a pesar de su poder prometeico
2.- El desastre de querer traer al presente un mundo que dejó de existir
¿Y qué tiene que ver todo esto con el posible regreso del PRI a los Pinos? Se preguntará usted, estimado lector.
La respuesta de Sicilia es demoledora
"La ciencia ficción siempre ha mostrado de manera metafórica la realidad. En nuestro caso, la película de Spielberg tiene su mejor analogía en la posibilidad del retorno del PRI a la Presidencia de la República. Mundo extraviado y atroz en su tremenda desmesura, el PRI pertenece –en su ya larga analogía con la prehistoria– a un pasado lejano cuyas consecuencias sentimos, con todo el peso del horror y del crimen, en la fallida transición democrática y en la estúpida política de guerra de Calderón"
Como siempre, el poeta no tiene empacho en llamar a las cosas por su nombre y en aras de la verdad, la justicia y la congruencia, describe quién es Enrique Peña Nieto y qué es lo que representa en el contexto de la vida política mexicana, más allá de la imagen que pretende mostrar a través de los mass media
El bebesaurio priísta
"Cuando uno mira a Peña Nieto, no es posible dejar de mirar una cría clonada de la prehistoria priista: la lejanía de la nación, el ademán acartonado y perentorio de la presidencia imperial, el rostro hierático del tlatoani inalcanzable que reina desde una parafernalia mediática acordonada por el poder y el miedo. Especie de Díaz Ordaz sometido a un tratamiento de cirugía plástica, Peña Nieto y quienes lo rodean –no los mejores del PRI, por desgracia– tienen, en este sentido, algo del Rex y de los fascinantes Velocirraptores de Jurassic Park: monstruosos, pero contenidos en la aparente afabilidad de un parque de diversiones y, en el caso de los priistas, de las afables y espectaculares jaulas de Televisa y de los inanes constructores de imagen[ii].
El regreso a la pre-pri-historia
Semejante al desastre de Jurassik Park, el regreso del PRI sería la instauración total del horror y el aplastamiento de cualquier signo de dignidad moral y racionalidad política. En un mundo que necesita de la unidad de la nación y de la humanización de la vida civil y política, el retorno de lo monstruoso sería darle carta de naturalización al cerebro reptil que tanto daño nos está causando. Detrás de la aparente domesticidad jurásica del priismo enjaulado en el uso mediático y calculado de su propaganda y de su táctica de campaña, aguarda la vida brutal del pasado presta a desbordarse en la del presente con un furor más incontrolable que en el mundo que le permitió ser[iii].
Concientización de la sociedad
No es cierto que “todo mundo tiene internet”, lo cual no sería un problema, de no ser porque la información debe ser triangulada y no tomada de una sola fuente, para poder construir un criterio sólido, que no se base solamente en lo que dice el comentarista televisivo o el periodista de radio.
Esto es importante, porque si el PRI regresa a los Pinos, entonces habremos demostrado que los mexicanos no sólo no tenemos memoria, sino que tampoco tenemos empacho en depositar nuestro futuro en quien demostró hasta el cansancio velar únicamente por sus propios intereses. ¿Síndrome de Estocolmo político? Puede ser…
¿Usted qué opina, estimado lector?