El partido menos afectado por el escándalo Duarte, el PAN, tendrá que entregar sus votos en el Estado de México a los dos institutos políticos —Morena y el PRI— más dañados por la terrible guerra sucia electoral desatada desde el momento en que se detuvo al ex gobernador de Veracruz.

Resulta curioso que el hecho electoralmente más influyente del 2017 no represente nada para la única opción, la panista, que con legitimidad puede presumir haber denunciado a Javier Duarte durante años.

Duarte debería ser la clave ganadora del PAN en el Estado de México, pero no ocurrirá así porque su candidata, Josefina Vázquez Mota, no solo ha realizado la peor campaña electoral, sino que ella misma ha sido acusada de graves hechos de corrupción o al menos de manejos sumamente irregulares de dineros públicos.

Mucho más limpios que la panista están los candidatos del PRI, Alfredo del Mazo, y de Morena, Delfina Gómez. Pero…

Tanto a Del Mazo como a Delfina les perjudica el caso Duarte, no por culpa de ellos, sino de sus partidos. Es injusto mucho de lo que se dice, pero el hecho es que la sombra de la sospecha les afecta.

A Del Mazo, de manera natural, le perjudica que otro gobernador priista esté en la cárcel. Ya son muchos, demasiados. Le beneficia, sin duda, que haya sido un gobierno emanado del PRI, el del presidente Enrique Peña Nieto, el que haya finalmente perseguido y alcanzado a Duarte.

Ese es el reto urgente de Del Mazo: probar que milita en el lado bueno del PRI, el que quiere cambiar para bien las cosas, y no en el sector corrupto que tanto desprecia la gente en México.

En el caso de la candidata de Morena, ella paga facturas de Andrés Manuel López Obrador. Este es otro hecho curioso. AMLO es con certeza el político mexicano más honesto, pero su pésima actuación en los debates —hay que llamarlos de alguna manera— que ha sostenido con el gobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes lo metió en la trampa de tener que explicar algo que nunca hizo: relacionarse con Duarte.

Andrés Manuel no midió bien a Yunes y, en los intercambios de acusaciones que ambos han tenido, el gobernador de Veracruz ha tenido éxito en su estrategia de sembrar la duda acerca de si Morena y su dirigente recibieron dinero de parte de Javier Duarte.

Es un hecho que a Andrés Manuel se le acusa tan injusta como inmoralmente, pero el daño está hecho. El propio AMLO lo sabe y, por esa razón, ya anticipó que será falsa cualquier cosa que el encarcelado ex gobernador veracruzano diga sobre Morena.

No puede haber la menor duda acerca de que crecerá la guerra sucia entre el PRI y Morena. Ambos partidos se atacarán con la misma arma: Duarte. El que mejor se defienda se quedará con los votos, muchísimos, que el PAN ha perdido.

Es mayoritariamente anti priista el electorado del Estado de México, y en principio lo lógico sería que los votos del PAN se fuera a Morena. Pero, tal como están las cosas, eso podría no resultar tan sencillo e inclusive podría no darse. Si el PRI tiene éxito en su proyecto de convencer que todos son iguales —es decir, que Morena es un partido político más, con los defectos de los otros—, al final, en las urnas electorales, más que el antipriismo lo que se impondrá será el antipartidos y ello podría darle la ventaja a la opción electoral con mejores estructuras para movilizar votantes, que es la priista.

La campaña en el Edomex empieza a ponerse interesante. Se trata de una elección de dos —Delfina contra Del Mazo—, en la que lo único seguro es que el PAN quedará en tercer lugar… Y ni esto es seguro: si sigue creciendo el excelente candidato del PRD: Juan Zepeda.