Félix Salgado Macedonio, ya es candidato

Ayer por la mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que la selección de los candidatos de Morena para los cargos de elección popular no le correspondían y que, por el contrario, se trataba de un asunto que era de competencia exclusiva de los partidos políticos; lo anterior derivado de la polémica en torno a Félix Salgado Macedonio y su apuesta por la gubernatura de Guerrero.

Las declaraciones del presidente evocan los tiempos de PRI, y muy en particular, del régimen de Carlos Salinas de Gortari. En aquel momento de nuestra historia, el presidente de la República, quien fungía como cabeza política y moral del partido, ejercía acciones denominadas – por el jurista Jorge Carpizo- como metaconstitucionales.

El jefe del Estado, en tanto que líder del PRI, seleccionaba o “palomeaba” las candidaturas a nivel nacional del partido, desde un diputado federal hasta su propio sucesor en Los Pinos. Ello provocó, como era previsible, una centralización del poder político en manos del presidente de la República, y aun mas, la lealtad de los funcionarios públicos hacia su persona. De esta forma, el presidente priista controlaba el poder Legislativo (en las manos hegemónicas del PRI hasta 1997) y mismo, el Poder Judicial, pues los senadores responsables de elegir a los magistrados respondían de facto al propio jefe del Estado.

Ahora, López Obrador, quien ha brillado por sus abiertas intenciones de centralizar el poder, nos asegura que “no le corresponde” juzgar o intervenir en la elección de un candidato a un gobierno estatal. Su aseveración es inverosímil, pues él, padre fundador del partido que le llevó al poder y al control del Legislativo, conoce sobremanera que los morenistas responden obedientemente a su voz; y no precisamente por una lealtad a su persona, sino porque de AMLO y de su popularidad depende el futuro político de todos.

Por lo anterior, no habremos de creernos que AMLO no tiene – o ha tenido- injerencia en la designación del impresentable Félix Salgado Macedonio. Por el contrario, la decisión de apoyarle debe derivar de un acuerdo político intramuros para el beneficio de ambos. 

No hemos de dudar de la integridad personal de AMLO, pues la selección del guerrerense quizá no haya complacido al presidente, sino que tal vez se ha tratado de uno de esos pactos que algunas veces no encajan en los deseos de los políticos. Lo desconocemos.

Desafortunadamente, para los guerrenses – y para todos los mexicanos- la candidatura de Félix Salado Macedonio va. 

Ahora, quedará en manos de los electores de aquel bello estado la opción de otorgar la máxima investidura de la entidad a un presunto violador y con pésimo historial de gestión política, o abrirse camino hacia un futuro que luzca menos sombrío que con la presencia de Félix Salgado en el Palacio de Gobierno de Chilpancingo. 

Veremos.