El día de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó un documento intitulado “Guía Ética para la Transformación de México", la cual contiene 20 numerales que enuncian principios para —según asegura el presidente— la reforma de la vida pública de México, con temas relacionados con el amor, la dignidad, el perdón, la redención, la fraternidad, entre otros.

Si el lector echa un vistazo el artículo 89 constitucional, el cual estipula las competencias del presidente de la República, no encontrará referencia alguna a que el jefe del ejecutivo deba servir como guía moral para los mexicanos. El presidente es, a la luz de nuestro marco constitucional, un servidor público de carácter sexenal que debe ceñirse a lo que dictan la Carta Magna y las leyes. En este sentido, López Obrador, nuevamente, se erige en un personaje mesiánico, ya no únicamente para el alivio de las carencias de los más desfavorecidos, sino en una guía espiritual que contraviene, a todas luces, nuestro derecho vigente.

Jesús Ramírez Cuevas, coordinador general de Comunicación Social, insistió en que el documento no representa un intento de imposición del gobierno sobre los mexicanos… ¡Faltaba más! Ello recuerda invariablemente las encíclicas papales, las cuales, el lector recordará, no son coercitivas sobre la comunidad católica ni son dogmas de fe, sino simplemente, la reflexión del sumo pontífice en torno a algún tema de interés para los fieles.

Según se anunció ayer en la mañanera, se planea la impresión y distribución de 8 millones de copias a adultos mayores. En un sencillo ejercicio matemático, no se calcula un costo menor a los 48 millones de pesos por el costo unitario de 6 pesos; una cantidad nada despreciable en medio de una crisis económica sin precedente, y ante la pavorosa realidad de sufrir por más de un millón de contagiados y más de cien mil muertos, según las cifras oficiales.

El presidente López Obrador no respeta la Constitución ni las leyes. Al contrario, las utiliza mañosamente cuando el marco legal favorece narrativamente sus proyectos mesiánicos. Cuando no es así simplemente las echa a un lado, y pone de frente lo que él interpreta como justo ante lo legal, quebrantando así el juramento que hiciese el 1 de diciembre de 2018 de velar por el respeto a la Constitución y a las leyes que de ella emanan.

En su momento, el intelectual orgánico Enrique Krauze llamó a López Obrador el “mesías tropical” Nada más pertinente y certero que ese sobrenombre. En palabras del propio presidente… le viene como anillo al dedo, no la pandemia, sino el sobrenombre otorgado por el gran historiador mexicano. 

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Es cuanto. Dado en Palacio Nacional, junto a San Pedro, el 26 de noviembre de 2020.