Esta elección es estratégica y decisiva para el proyecto nacional llamado 4T-4R

La coalición opositora con hegemonía del gran capital para cualquier tema de la agenda nacional o hasta internacional, se acostumbró muy pronto a “tomar atajos”, y en todo, por todo y para todo llega al Presidente de la República a quien hace responsable directo de cuanto se mueve y respira, y de lo que no se mueve ni respira también. En mucho colabora “el estilo personal de comunicar” del Primer Mandatario de México, quien habla de todo y para todos y en todo momento.

Es evidente que sería deseable un modelo de comunicación social más efectivo, ponderado y pausado que no desgaste al Jefe del Ejecutivo y lo exponga permanentemente a tropezar ante la información insuficiente en casos muy específicos. Generalmente su sensibilidad, habilidad política y conocimiento de la dinámica de las fuerzas sociales del país lo saca a flote, no es casual esa sabiduría al haber recorrido el territorio nacional prácticamente en tres ocasiones municipio por municipio, haciendo un verdadero récord extremadamente difícil de igualar, además de los cargos de responsabilidad política ejercidos, su contacto de masas, etc., más su conocimiento de la historia política nacional.

Todo se conjunta, no obstante nadie está exento de tropezar y él no es la excepción. Le ha sucedido. Puede evitarse con un modelo de comunicación social más especializado en temáticas específicas que demande no improvisar para evitar dar armas a una oposición sin proyecto alternativo, ni liderazgos sólidos y creíbles quienes ante dicha carencia, tuvieron que importar dirigentes de los intelectuales-empresarios y del gran capital, pero ello no debe anular la comunicación directa y cotidiana, que para el Presidente es fundamental en su liderazgo y legitimidad política y social mediante lo cual afianza el proyecto nacional desde los medios.

Las actuales campañas políticas para renovar la Cámara de Diputados federal y las estatales, más la elección de 15 gobernadores y miles de cargos públicos en el ámbito estatal y municipal son importantes en extremo. Esta elección es estratégica y decisiva para el proyecto nacional llamado 4T-4R porque la mayoría calificada o cercana en la Cámara de Diputados Federal y al nivel estatal, pone al Poder Ejecutivo en la ruta de viabilidad de una serie de reformas constitucionales y en la aprobación de leyes secundarias indispensables para dotar de los marcos jurídicos-constitucionales las reformas fundamentales y pendientes. Eso le da un carácter muy especial a estas “elecciones intermedias” que no han tenido en otros sexenios ese perfil, en donde se actuaba en los primeros meses o años, casi siempre.

Pero está también la perspectiva estratégica de una eventual convocatoria hacia 2022-2023 a la refundación o emergencia de una nueva República pluri-étnica, plurinacional e incluyente, promoviendo la concertación de un nuevo Pacto Social, un nuevo texto constitucional, que conformaría como en otros casos una refundación del actual Estado Constitucional en un auténtico Estado Social de Derecho cuyo eje central sea la inclusión y la lucha constitucionalizada contra la desigualdad social y cualquier variante de pobreza. Una verdadera y completa Cuarta Transformación histórica de México. De ese tamaño es la monumental importancia de esta elección. Todos los contendientes lo saben por ello se mueven en una lucha sin cuartel, no muy limpia que digamos ni muy leal ni legal. Y esto apenas empieza. El Presidente AMLO no es de los líderes de masas que toman el poder para que no cambie nada, sino de los que toman el poder para cambiar la realidad de la sociedad y del Estado. En eso está, con errores y fallas, claro.

En la experiencia latinoamericana de las revoluciones activas y pasivas, el experimento obradorista pretende no constituirse en una alternativa de moderación que conforme una vía de consolidación del modelo capitalista neoliberal, sino en una alternativa hacia la economía mixta con rectoría del Estado, distribución de la riqueza y nuevo pacto social incluyente, mucho más cercano al modelo asiático de las grandes potencias emergentes con tientes nacionalistas. Nadie habla de estatismo ni de supresión del capital privado. Pero requiere también un modelo de distribución territorial e institucional del poder en los poderes de la República. Lo anterior debe inscribir a México en el debate continental de la transformación y las vías del cambio social que a principios del siglo posicionó como materia sustantiva el Foro Social Mundial.

Un liderazgo que desborda los límites legales de la institucionalidad del Estado, o por lo menos, del gobierno, es un liderazgo que personaliza el ejercicio del poder aunque no sea esa la voluntad expresa del líder poderoso, es parte de las formas políticas históricas que asume el funcionamiento del poder del gobierno como expresión del poder del Estado. El actual “estilo personal de comunicar” del Presidente AMLO personaliza la política nacional, no necesariamente el poder. Él debe centrarse en reproducir cotidianamente su liderazgo, las bases de su pensamiento político-social y su proyecto de transformación desde “las mañaneras”, que deben reconvertirse para ser instrumento de la competencia mediática sino en medio de formación de militantes y cuadros de la 4T y el próximo Pacto Social, la 4ª República y la refundación del Estado Constitucional. ¿Por qué debe ser él quién responda a sus detractores, muchos de ellos de mala fe, simplones y retóricos quienes no merecen 10 o 20 minutos? Parte de su equipo puede hacerlo siguiendo sus instrucciones, y concentrase en temas sustantivos que domine perfectamente y que no solo informen sino formen, porque bien que hacen falta esos liderazgos.

La estrategia opositora a la 4T-4R es “el regreso al pasado”, y se cuelgan literalmente “del feminismo emergente” a la mexicana y de lo que pueden, así podría sintetizarse sin temor a la equivocación su postura política hacia futuro. Y tan es así que han enviado en primer lugar a los hacedores de ese pasado, en lo económico, lo político, lo social y lo ideológico: Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón, Margarita Zavala, y otros, que para qué mencionarlos.

Lo que está en proceso de modificarse, es un modelo económico para el gran capital nacional y transnacional, la captura del Estado por una élite capitalista corrupta y saqueadora del erario público, una estrategia fallida de combate a la criminalidad de altísimo costo social, una complicidad desde las alturas del poder con la corrupción institucionalizada con pactos de impunidad, una estructura social polarizada en cuanto a la riqueza nacional en donde el 1% de las familias controla el 50% del ingreso nacional, todo eso defienden la mayoría de las coaliciones con hegemonía del capital porque no exhiben proyecto alternativo alguno.

Para este último la rentabilidad de la inversión va por delante frente a los derechos humanos, la democracia representativa, pluralista y la participativa, la salud de las instituciones, la justicia, la inclusión social y el fortalecimiento del Estado. No es que haya corruptos por naturaleza en las filas del capital, sino que el orden de prioridades es muy distinto al del liderazgo máximo de la 4T-4R (AMLO). Allí se explica parte de los choques frecuentes entre ambos. Tal vez no todos estén en esa tesitura, pero muchos.

Considero que el reto central de los candidatos y aspirantes a cargos de elección popular de MORENA y aliados, pero especialmente de MORENA, es centrar el debate en los temas sustantivos del programa, las políticas públicas y los objetivos de la transformación política en curso, de su contenido social, de su proyección internacional, rehuyendo el debate de lodo y maledicencias. Son actores y promotores del cambio social, de un proyecto de revolución pacífica dentro de la legalidad constitucional.

Pero las listas de sus candidatos son tan heterogéneas, con tantos “conversos de última hora” que no podemos augurar que ello tengo grandes posibilidades de ser. No obstante, esperemos que los mejores cuadros que ha generado el movimiento obradorista a lo largo de los lustros den la pelea por el proyecto nacional, los programas y políticas públicas en desarrollo de la 4T-4R. Que así sea.