El arranque del icónico 2020 no se ve nada fácil.

La nota de año nuevo la dio el Banco Mundial, organismo encargado de ponerle la etiqueta de “frágil” a los pronósticos de recuperación del crecimiento de las economías emergentes, entre las que se cuenta la nuestra.

Si de por sí el año que terminó, el 2019, fue el año del estancamiento y de la recesión, para México fue además el año del NO crecimiento o crecimiento cero.

Y que conste que en los últimos meses de 2018 se hacían grandes apuestas como aquella de que creceríamos a niveles del 6 por ciento en 2024, o del 4 por ciento promedio en todo el sexenio, de acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo que avaló y luego criticó duramente Carlos Urzúa.

Una buena noticia es que el Banco Mundial percibe una leve recuperación en la economía mundial y un crecimiento en las economías emergentes y países en desarrollo, lo que permitiría a algunos remontar el trago amargo del periodo recesivo.

Pero remontar esta etapa significa la creación de los empleos perdidos y algo más, que se recupere el consumo y que se reactive la inversión productiva. De otra manera seguiremos en la ruta de la mediocridad económica.

Pero ojo mucho ojo, si bien las conclusiones del Banco Mundial son alentadoras, deben verse como lo que son, un pronóstico reservado. No hay que irse con la finta, dirían los filósofos urbanos.

El meollo de la recuperación es corregir todos los aspectos negativos consecuencia de no haber crecido, lo que implica terminar con la incertidumbre política y la desconfianza, que han sido los factores esenciales que han impedido el flujo de la inversión productiva.

Tan fácil equivocarse

En eso de los pronósticos pocos están calificados para hacerlo.

Lo más fácil es caer en las redes de aquellos que recalientan una y otra vez las profecías de Nostradamus, o los que dan más crédito al brujo mayor que a los analistas del Banco de México, o la profusa difusión que se da a las ocurrencias de los videntes engañabobos que lo mismo ven guerras que divorcios escandalosos de los famosos.

Un ejemplo. Aún no nos explicamos cómo fue que la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económicos (OCDE), a cargo de José Ángel Gurría Treviño, consideró posible que la economía mexicana podría crecer al 6 por ciento en el último año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y además registrar un promedio sexenal del 4 por ciento.

Tampoco pasó de noche que en mayo del año pasado la OCDE estimara que México crecería en 2019 a niveles de 1.6 por ciento. Ni una cosa ni la otra.

Apabullado por las expectativas a la baja de otros muchos organismos internacionales económicos, en noviembre la OCDE corrigió como pudo y bajó dramáticamente sus expectativas de crecimiento para México al 0.2 por ciento en 2019 y ajustó a 1.2 por ciento la del 2020.

Como siempre, la OCDE parecía esmerarse en quedar bien con #YaSabenQuién. Se notó que la realidad los rebasó.

“Ya no importa si en febrero el Inegi confirma un crecimiento marginal de 0.2 por ciento o de cero flat -declaró Gurría-, lo cierto es que México crece muy por debajo de su potencial.” Ajá. ¿Y el 6.0 por ciento apá?, preguntarían los tremendistas.

El propio Gurría hoy admite que hace 18 meses la OCDE estimaba que el mundo crecería en promedio 4 por ciento, pero las condiciones internacionales los obligaron a quitarle casi 1 por ciento a esos pronósticos para colocarlos en 2.9 por ciento.

Lo que sigue preguntándose el secretario general de la OCDE es ¿cómo es posible que nos equivocáramos tanto?

 

Frágil, manéjese con cuidado

El informe del Banco Mundial establece de entrada que “luego de registrar su peor desempeño desde la crisis financiera internacional, la economía mundial experimentará un ligero repunte, si todo va bien”.

Peeeero, también aclara:

“Esta lenta recuperación se ve amenazada por otras dos tendencias que despiertan interrogantes sobre el curso del crecimiento económico: el aumento sin precedentes de la deuda a nivel mundial y la prolongada desaceleración del crecimiento de la productividad, que debe recuperarse para mejorar los niveles de vida y contribuir a la erradicación de la pobreza.”

El pronóstico de crecimiento del Banco Mundial es de 2.5 por ciento para el PIB mundial en 2020, contra el 2.4 por ciento de 2019. La diferencia es de 0.1 por ciento, lo que explica el término de leve, muy leve recuperación. ¿Qué no?

Hasta ahora no existe ningún elemento que permita a ninguna nación desarrollada recuperar los niveles de crecimiento de hace una década, de 4 por ciento; mucho menos que naciones como China recupere el acelerado nivel del 7 por ciento. Ni en sueños. Estados Unidos podría crecer apenas 1.8 por ciento en 2020 y China 5.9 por ciento.

Para México el Banco Mundial estima una tasa de crecimiento del PIB del 1.2 por ciento para 2020. “Si todo va bien”.

 

Banxico, cabeza fría

Es de reconocer que el Banco de México sea la institución autónoma que sigue actuando como la cabeza fría de nuestro tiempo.

La última minuta de política monetaria del Banxico prevé para el año 2020 una recuperación “modesta” en el crecimiento del PIB dentro del rango de 0.8 a 1.8 por ciento, muy lejos dirían algunos del que se tenía de 1.5 al 2.5 por ciento.

El consenso es que el crecimiento seguirá siendo lento.

La consultora Estandar & Poor´s (S&P) estimó que la economía mexicana continuará con un lento crecimiento en 2020 a niveles de 1.0 por ciento (desde 1.3 por ciento previo) lo cual atribuyó a la incertidumbre en la políticas públicas factor que ha reducido la inversión probada en sectores estratégicos.

El desempeño de la economía mexicana será el menos dinámico de América Latina, pues tanto S&P como el Banco Mundial esperan por ejemplo que Brasil crezca a tasas de 2 por ciento. El peor de los escenarios es que México llegue al 0.4 por ciento en 2020. Eso sería de pesadilla.

Citibanamex espera que el crecimiento del PIB sea de 1.1 por ciento en 2020 y la de 2019 en 0.1 por ciento lo que reduce el crecimiento a casi nada.

Para BBVA las expectativas son moderadas pero ligeramente más optimistas, pues para 2020 esperan un crecimiento en la economía mexicana de 1.3 por ciento y en 2019 de 0.2 por ciento. Algo es algo.

Si todo va bien, claro.