El martes pasado estaba viendo el partido de futbol entre Tigres UANL y Los Angeles FC. Era la gran final de la Concachampions. Por supuesto, Tigres ganó 2 a 1 y se coronó como campeón. Al mismo tiempo revisaba en mi iPad la página de Real Clear Politics, en donde todavía hay muchos artículos que argumentan el triunfo de Trump y el robo de la elección por parte de Biden y los demócratas. Y la verdad es que no podía entenderlo, ¿si Biden ganó más votos, por qué no se acepta el resultado de las elecciones tal como Los Angeles FC tuvo que aceptar que no le pudo ganar a Tigres?

Todo me quedó más claro hasta que ayer leí una columna publicada en The Washington Times, el periódico conservador de la capital de Estados Unidos. El texto es de Newt Gingrich, el famoso expresidente de la Cámara de Representantes (1995-1999) y exprecandidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos en 2012.

Gingrich es brillante y explica claramente por qué no aceptará a Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Y su visión es compartida por millones de estadounidenses que se niegan a aceptar los resultados de la elección, simplemente porque su nivel de indignación llegó a un límite que nunca se había experimentado en Estados Unidos.

Voy a tratar de resumir los argumentos de Gingrich:

1. He pasado cuatro años observando a la izquierda cómo se resiste a Trump y a su enfoque. Lo han cuestionado desde la elección de 2016. Mi coraje y mi temor no provienen solamente de lo que ocurrió con los votos. Mi negativa a relajarme y aceptar el resultado de la elección crece y crece por el nivel de indignación que es algo que nunca había experimentado en mi carrera de 60 años en la política de Estados Unidos.

2. El reto para mí y para otros conservadores, no es que estemos en desacuerdo con la izquierda dentro de un mundo que habitamos conjuntamente. En realidad, vivimos en dos mundos alternativos y separados. El mundo de la izquierda es el mundo establecido por las fuerzas que han sido las dominantes en Estados Unidos durante la mayor parte de mi vida.

3. Mi mundo es el de la rebelión populista que cree que estamos siendo destruidos, que se están cancelando nuestras libertades y que nuestras religiones están bajo asalto. Mi mundo es el que se asombra por la nueva campaña de derechos humanos que descertifica cualquier escuela religiosa que no acepte los valores sexuales seculares. Mi mundo es el que se indigna cuando muchos gobernadores demócratas mantienen abiertos los casinos al mismo tiempo que cierran las iglesias durante la pandemia. Mi mundo es el que cree que las políticas demócratas ante el covid-19 han enriquecido a los más ricos mientras que han afectado a los dueños de los pequeños negocios de la clase media.

Este es el contexto que nos plantea Gingrich y que es compartido por millones de seguidores de Trump. Ahora les presento un resumen de los agravios que nos ayudan a entender por qué no van a parar la resistencia y por qué no van a cooperar con Biden:

1. En 2016 apoyé a un candidato externo que cuestionó el viejo orden. Cuando mi candidato ganó, se le acusó de una supuesta relación con los rusos. Ahora sabemos, cuatro años después, que el equipo de Hillary Clinton fue el que financió la mentira total.

2. Miembros del FBI se involucraron en actos criminales para ayudarlos. Primero, al no perseguir ni inculpar a quienes habían borrado 33 mil correos electrónicos y exigieron a un subordinado que usara un martillo para destruir físicamente los discos duros. La segunda vez mintieron a los jueces de FISA para destruir al general Michael Flynn y espiar al candidato Trump y a su equipo.

3. Los medios liberales nacionales ayudaron e instigaron cada paso. Todo esto fue un intento de dañar al nuevo presidente y lograr que se nombrara un “consejero especial” que al final del día no produjo nada.

4. Nosotros recordamos que los demócratas empezaron a hablar de juicio político a Trump aún antes de que tomara posesión. Incluso el periódico The Washington Post publicó una nota, el mismo día de la toma de posesión, sobre los movimientos de los demócratas para avanzar en el juicio político.

5. 70 legisladores demócratas boicotearon la toma de posesión de 2016. También se organizó una manifestación masiva de la izquierda, en Washington, el día siguiente, en donde Madonna anunció que ella soñaba con hacer explotar a la Casa Blanca, arrancando el gran aplauso de la gente.

Gingrich escribe algo totalmente claro en su columna: “Estas fuerzas que me piden ahora que coopere con el nuevo presidente deben saber que estoy adoptando el mismo modelo de Nancy Pelosi de resistencia constante. Nada de lo que he visto de Biden desde la elección me ofrece una esperanza de que hará algo por los más de 74 millones de estadounidenses que votaron por Trump”.

Lo que ahora me queda claro es que Gingrich y los millones de conservadores no reaccionan ante el resultado numérico o a los votos, sino ante el ambiente previo, durante y posterior a la elección.

Cuestionan cómo Twitter y Facebook censuraron al cuarto periódico más grande y más antiguo de Estados Unidos, el New York Post (fundado por Alexander Hamilton), porque reportó las noticias que podrían dañar las posibilidades de Biden. Y se preguntan dónde estaban el New York Times y el Washington Post?

Sacan de inmediato a relucir las dudas sobre la verdad de la historia de Hunter Biden y dicen que es ahora imposible esconder o evitar. Y nos recuerdan que la familia del candidato demócrata a presidente recibió al menos 5 millones de dólares de una entidad controlada por China, el más grande adversario de Estados Unidos.

Gingrich dice que eso fue una evidente recompensa y la mayoría de los estadounidenses que votaron por Biden nunca lo escucharon, o les dijeron antes de la elección que era desinformación rusa. Gingrich afirma que, de acuerdo con una encuesta del Media Research Center, una vez que lo escucharon, 17% dijo que hubieran cambiado su voto. “Eso hubiera significado otro resultado de la elección. La censura funcionó exactamente como la tenían planeada”.

La ira de los conservadores es evidente. Gingrich dice: “Típicamente, los periódicos y los demás medios se agrupan y se unen cuando la libertad de prensa es amenazada por la censura. ¿Donde está la frase mojigata de que la democracia se muere en la oscuridad? Trágicamente, el Washington Post es ahora parte de la oscuridad”.

Gingrich dice que teme por su país cuando:

1. Twitter censura cuatro o cinco de los tuits de Rush Limbaugh en un día.

2. Los gigantes monolíticos del internet censuran al presidente de los Estados Unidos.

3. Veo que billonarios de la élite como Mark Zuckerberg pueden gastar 400 millones de dólares para contratar gobiernos de ciudades para maximizar la participación electoral en distritos específicamente demócratas, sin ninguna consideración a lo que dicen las leyes electorales sobre gasto o sobre los estándares del buen gobierno.

4. Leí que Apple tiene una regla muy firme de nunca irritar a China y veo cómo la NBA se inclina ante Beijing.

5. Veo historia tras historia sobre el fraude en la elección que no se publica, sin la menor curiosidad ni práctica periodística.

Hay una crisis de confianza en Estados Unidos. Para los conservadores hubo fraude total y algunos ultrajes más específicos. Eso era suficiente para cambiar el sentido de toda la elección.

Gingrich argumenta que los funcionarios en cada estado en disputa (swing states) quebrantaron sus propias leyes al enviar millones de boletas o de solicitudes de boletas a cada votante registrado. Esto estuvo documentado en la demanda de Texas, que fue desechada por la Suprema Corte, basada en temas procedimentales y no en los méritos del caso.

Gingrich añade que es claro que virtualmente todos los estados en disputa suspendieron esencialmente los requisitos normales para verificar los votos en ausencia. Los promedios de rechazo fueron de un orden de magnitud menor que en un año normal.

Gingrich dice que todos los medios de la élite liberal mintieron sobre las expectativas de la vacuna contra el covid-19. Culparon al Presidente Trump por la pandemia global aun y cuando él hizo todo lo que le instruyeron los mejores científicos. En múltiples debates los moderadores totalmente establecieron que estaba mintiendo sobre la posibilidad de que Estados Unidos tuviera una vacuna antes de que terminara el año. “Si los estadounidenses hubieran sabido que la pandemia estaba en su etapa final, eso habría hecho una diferencia en la elección” remata Gingrich.

Otro reclamo de Gingrich: La comisión de los debates unánimemente suspendió el segundo debate en un momento crítico para hacerle daño a Trump. Si hubiera habido un debate más como el final, sin duda hubiera sido esencial.

Según el político conservador, tan solo una de las cosas que mencionó en su artículo hubiera sido suficiente para que los seguidores de Trump pensaran que fueron robados por el despiadado establishment demócrata. Y sentencia: “Ese establishment se hará más corrupto y agresivo si se sale con la suya con estos actos evidentes”.

El reclamo de los conservadores no podría ser más contundente: “Por más de cuatro años, todo el establishment se movilizó contra el presidente Trump, como si fueran un sistema inmune tratando de matar a un virus. Ahora nos están diciendo que nosotros estamos socavando la democracia”.

Al final del proceso, hay 74 millones de votantes que apoyaron al presidente Trump a pesar de todo. Son decenas de millones de estadounidenses que están profundamente perturbados y enojados.

La conclusión de Newt Gingrich es muy clara:

“Si Biden gobierna desde la izquierda, y seguramente será forzado a hacerlo así, ese número crecerá rápidamente y nosotros ganaremos de manera masiva la elección de 2022”.

Hay un enfrentamiento serio y amargo en Estados Unidos. Debemos tomar nota de ello.