El Sol Azteca; está en la antesala del fin.

Salvo que un milagro ocurra, algo enigmático e inesperado que rompe los pronósticos electorales y las proyecciones que, ya de por sí, anticipan la extensión del PRD, todo indica que la era que comenzó en 1988 llegue a su final. Y es que no hay nada que puedan hacer; sacrificaron su ideología y pactaron con la derecha priorizando intereses unilaterales y engrasando la palanca de maniobra a un lastre llamado, neoliberalismo.

Después de las elecciones del 2018 dejaron bastante claro que, su existencia, pende de un hilo; estuvieron a punto de perder el registro en una cascada de derrotas que no favorecieron a la causa; asimismo, e inmediatamente de ser artífices de una de las desgracias más grandes de su historia, pactaron con el PAN, y ahora con el PRI. Luego de formalizar la ignominia para las bases fundadoras de una cuasi izquierda que en los últimos años simuló albergar las causas de la población, de las bases magisteriales, sindicatos, organizaciones populares y la clase trabajadora, hoy están en la antesala del fin.

Y en esa lógica, fueron orillados a pactar nuevamente con la derecha. La excusa: detener el “populismo” de Andrés Manuel López Obrador. ¡Qué incredulidad! Lo más sorprendente es que no aprendieron del golpe duro que sufrieron en 2018; su mayor preocupación no es el desarrollo del territorio, sino la sobrevivencia; ese temor ha llegado a la cima de la desesperación. Hablan de rescatar al país, pero, lo inquietante para ellos, es que México entero le brinda el respaldo total al presidente. Sus señalamientos no mueven absolutamente nada; incluso, en este momento, Fuerza por México rebasa en intención del voto al perredismo.

En lo que respecta a sus propósitos, juegan únicamente Michoacán con la carta de Silvano Aureoles. El gobernador empujó a Carlos Herrera. Sacrificó municipios y distritos en la negociación con el PAN y PRI. Por esa razón, muchos rompieron con el partido; hay renuncias, salidas y varios liderazgos han emigrado a otras estructuras en busca de asilo porque hubo imposiciones. Asimismo, varios amagan con salir en los próximos días que inicie la campaña.

Justamente eso terminará de sepultar sus aspiraciones. Su promedio de intención del voto no alcanza ni el 2% de acuerdo con algunos estudios de opinión. La amenaza de extinción está latente. Quizá la disputa por los distritos puede rescatar algo, pero será mínimo. El gran favorito es Morena. Asimismo, en esa contienda, Fuerza por México está registrando actores de renombre en las entidades.

Finalmente, todas las direcciones apuntan a lo inminente: estamos en presencia del final del PRD. ¡Se acabó! La expresión que nació en 1989 se ubica en el ocaso de una larga carrera política repleta de altibajos; les restaron méritos a liderazgos de peso; dejaron ir a López Obrador y eso tuvo un valor incalculable en su capital. 

El costo y el saldo fueron altísimos. 31 años después de aquel histórico movimiento de bases y convergencia de la izquierda, es el principio del fin.

La cuna del perredismo fue Michoacán y, esta será, el escenario desafortunado de un descalabro anunciado. Las bases perredistas se cansaron de respaldar. Es necesario reconocer eso. El alejamiento de sus cuadros se trasladó a otros partidos. 

No hay soluciones— porque en estos momentos dependen únicamente de los dividendos que puedan sacar del Equipo por México, y del respaldo del gobierno Silvanista que, actualmente, es el único estado que les quedó al menos unos meses más mientras se consuma su derrota.