Mientras las contiendas avanzan en su curso— se intensifica la hostilidad desaseada, la descalificación y el intercambio de culpas dé quién es el responsable que ha provocado tensión, poco crecimiento económico, inseguridad, desempleo y viejas y nuevas prácticas burocráticas desde el poder. La guerra sucia es un mecanismos estratégico que, en ocasiones sirvió y fue muy útil, no obstante, recientemente llegó al límite del enfado como una fuente de información en la que la trama y el desenlace llegan a un terreno estéril por lo absurdo e innecesario que en lugar de ser provechoso indigna y es repudiada por la población.

La sociedad está harta de la guerra. En concreto, me pareció absurdo que Mario Delgado haya recurrido a la estrategia mediática; es clara su intención: echar andar los instrumentos de propaganda sucia, deshonesta y atípica. Esa evidencia inusual en Morena, deja al desnudo de quienes opinan distinto. En el caso de Regeneración Nacional, se supone que la percepción y los hechos contrarrestaron cualquier ofensiva con trabajo y honestidad; jamás pensé que el CEN del partido guinda fuese a recurrir a la pedagogía golpista de la derecha.

De hecho su narrativa es inusual a esa práctica, entonces, ¿cuál es el fin? Es obvio que el proceso electoral, pero ¿por qué recurrir a eso? Evidentemente destacó lo paradójico y contradictorio que puede elaborar un discurso. Los que perciben está estrategia seguramente sienten antipatía; lo que más criticó la izquierda ahora lo hace, polarizar.

No hace falta manifestar nada: los mexicanos tenemos memoria de las atrocidades y el cochinero que provocó la partidocracia y el sistema de partidos que, además de sumirnos en la pobreza, se aprovecharon del poder que ostentaban para enriquecerse. De eso hay evidencias y testimonios claves; en esas aportaciones quedaron huellas imborrables e inocultables; hubo saqueo, desaseo, fraudes y mentiras que se le atribuyen a la oposición. Pero, ¿por qué no ser diferentes? México llegó a la cima del hartazgo de tanto ataque; para demostrar esa concepción basta con recordar el triunfo histórico del presidente Obrador.

Y sí ese es una prueba fehaciente de lo que provocó la guerra sucia, entonces podemos deducir que, lo que está realizando Mario Delgado desde el CEN de Morena, va contra las políticas y la visión de una lucha que se ganó en las urnas por la coherencia y la conciencia de los ciudadanos; allí, imperó el cansancio de los datos y testimonios expuestos del fastidio de una hostilidad frontal en los ejercicios democráticos.

Justamente eso repudiamos en la estrategia propagandística del 2006 donde el sistema robó un triunfo legítimo a López Obrador. Pero ¿qué pasó después? Tanto consumo mediático provocó enfado, poca simpatía, pero, también, demostró la ansiedad y la desesperación de una clase política que, ante las situaciones adversas de impopularidad, aflora el lado mezquino y maquiavélico de la guerra sucia.

Por ello, las señales que manda Mario Delgado, son erróneas. Esa no es la política Obradorista. La 4T es más inmensa que un Comité Ejecutivo Nacional de Morena que ha recurrido a lo que repudió en su momento. Sí, paradójicamente la misma propuesta irracional renace en las entrañas de un partido que nació con otra visión, pero, que da huellas inequívocas de un legado característico de la derecha. Vaya, esa realidad puede jugar en contra del proceso electoral, porque a la gente no le impacta la guerra, es más, la repudia y la detesta ya que promueve los antivalores que debemos erradicar.

Que paradojas.

Se debería valorar una estrategia que se enfoque en los logros de la 4T, no de la visión mediática que lo único que provocan es rechazo. La gente manifestó su aceptación con Morena, pero no así. Quizá, eso explica el desastre que constituye el nuevo CEN de partido guinda que prometió transparencia, pluralidad y democracia; es complejo decirlo pero, es más de lo mismo.