A lo largo de la fase de confinamiento obligatorio por temas de salud- se divulgó una serie de especulaciones y fabricaciones por el tema del Covid-19. La mayoría fueron mensajes de aliento y motivación que inspira la semblanza de Andrés Manuel López Obrador, y otras muestras no precisamente del todo cordiales ni agradables, sobre todo porque pusieron en tela de juicio su honestidad que ha sido el principal valor durante su formación humana y política.

Los autores de muchas suspicacias y rumores son los mismos que critican a rajatabla al mandatario. Mostraron su arrogancia y egoísmo cuando hicieron uso de teorías y conjeturas de la salud del presidente.

Algunos de forma incorrecta, y otros más sobre la cruda contradicción de una ética periodística que, durante la última etapa, ha estado cuestionada al atribuirle a la comentocracia una serie de estrategias de comunicación y fake news que han indignado a la población mexicana por la naturaleza inefectiva que ha pretendido confundir.

La consecuencia de todo esto es que muchos han perdido la credibilidad periodística y crítica; además, se ha cuestionado mucho el aspecto de confrontación con el presidente. Quizá porque el propio Andrés Manuel permanentemente está en el radar sintiéndose observado siempre; ese ha sido su estilo. Su forma de encarar los asuntos con la prensa lo han puesto a merced del fuego cruzado de las plumas donde ha sido juzgado constantemente.

Eso lo domina AMLO. Por eso tiene siempre al enemigo de cerca; sabe que, sus mañaneras, son el antídoto que ha desnudado la intriga y la mentira. Sus conversaciones y su estilo inigualable son una herramienta infalible y más cuando tienes el respaldo de la inmensa mayoría del país. Su dominio ante la prensa Nacional tiene en jaque a los principales comunicadores del territorio; a todos aquellos que, en un determinado momento, tuvieron las primicias y exclusivas del poder gubernamental.

Eso irrita a los “críticos del país”. Su eficiencia desde la tribuna de la mañanera es única y justifica perfectamente la saña irracional que, en los momentos de aislamiento del Covid-19, especularon y echaron andar la imaginación para inducir a la tentativa de un relevo por la ausencia transitoria por la incomunicación. Nunca estuvo en peligro por su salud como para estar buscándole un antecesor; permaneció estable, incluso, salió ante los medios a fin de romper los prejuicios.

Justamente su mensaje desde Palacio Nacional terminó con las hipótesis mezquinas. AMLO es un hombre de hierro; su fortaleza la ha demostrado en el umbral de los desafíos más álgidos de su carrera política. Su virtud es su fuerza. Esa entereza se llenó de energía y hoy afortunadamente está de regreso en las mañaneras.

El eterno Andrés Manuel siempre estuvo destinado para la transformación de México. Me parece, entonces, que las difamaciones que se hicieron en su contra por el tema de su salud, suelen ocurrir cuando existe una relación beligerante que la derecha ha creado con el ahora jefe del ejecutivo federal. Siguen sin tolerar que un auténtico hombre del pueblo haya llegado a Palacio Nacional al considerarlo un populista. En fin, aunque la mentira aflora, el presidente está de regreso.

Eso me llenó de alegría. Sus capacidades naturales lo he dicho abiertamente: me han inspirado a creer en un proyecto de Nación. Esa influencia trascendió y ejerció motivación porque sus características de líder y su objetivo común de ayudar, han movido a millones de mexicanos que hoy creemos en AMLO. Por ello, es el eterno Andrés Manuel. Sus ganas de salir avante son a menudo la fuente de inspiración para construir mejores áreas de oportunidad.

Andrés Manuel regresó. Bienvenido presidente. Enfrentó una severa enfermedad que ha puesto a merced a miles de mexicanos, sin embargo, salió bien librado y se sobrepuso porque México lo necesita.

Él es la columna vertebral que sostiene al país de aquel anhelo y esperanza que una vez perdimos con los gobiernos corruptos; muchos nos identificamos con esa lucha y la convicción que proyecta.

Por ello y por muchas razones, siempre será el eterno Andrés Manuel: hombre lleno de virtudes y capacidades.