Apenas hace 6 años, el día 11 de Octubre de 2011, se instauró como el día Internacional de la Niña por la Asamblea General de las Naciones Unidas; con el objeto de visibilizar la problemática en particular que tienen las niñas y las adolescentes en el mundo. Este año el “Empoderar a las niñas: antes, durante y después de la crisis; es el punto en el que se hace énfasis reconociendo que las niñas en situación de crisis son fuentes de poder; energía y creatividad, pero al mismo tiempo, se encuentran entre los grupos mas vulnerables y frágiles.”

En México, las cifras dibujan un negro panorama para las 19.4 millones de niñas y adolescentes que representan el 16.2 por ciento de una población total de 119.5 millones de mexicanas y mexicanos.

Entre los muchos obstáculos que enfrentan las niñas y adolescentes, es el ejercer su derecho a la educación, un factor clave que contribuye en el ejercicio de otros más de sus derechos humanos. De acuerdo con el INEGI, hasta el año 2015 poco más de 2 millones 300 mil niñas y adolescentes de entre 3 y 17 años no asistía a la escuela, siendo Chiapas, Michoacán y Durango los estados con mayor índice de inasistencia escolar. Más de 900 mil niñas en el país no cuentan ni con educación secundaria completa; situación que se complica cuando se hace referencia a las más de 272 mil niñas y adolescentes mexicanas que tienen alguna discapacidad severa.

Basados en la Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres (ENIM 2015) el Instituto Nacional de Salud Publica y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, colocaron a nuestro país en el nada grato primer lugar en embarazos adolescentes de entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE): 77 de cada mil embarazos son gestados por adolescentes; 308 mil adolescentes mexicanas  de entre 15 y 17 años han estado embarazadas por lo menos en una ocasión, de ellas 30 mil experimentaron un aborto. Igual de alarmante resulta el hecho de que el 60 por ciento de las adolescentes sexualmente activas no emplean ningún método anticonceptivo.

La pobreza y la merma en los ingresos familiares son un fuerte vínculo con el trabajo infantil, que a su vez se convierte en uno de los factores determinantes en la deserción escolar.  Pese a que la Ley Federal del Trabajo restringe desempeñar alguna actividad económica a niñas, niños y adolescentes menores de 15 años, durante 2015, el Módulo de Trabajo Infantil (MTI) mostró que en nuestro país trabajan 2.4 millones de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años. De los cuales 747 mil son niñas y adolescentes, de ellas 235 mil dejaron de asistir a la escuela.

Por si fuera poco las niñas y las adolescentes como consecuencia de la violencia generalizada que se vive en el país, miles de ellas sufren violencia física, sexual, explotación y trata. Por ejemplo, entre 2010 y 2014 hubo un aumento de 974 por ciento en los casos de niñas y adolescentes  desaparecidas; 7 de cada 10 adolescentes desaparecidos son mujeres.

Dejemos de invisibilizar a las niñas de México. Urge combatir la precariedad de oportunidades, la inequidad educativa, la pobreza, la desigualdad y el abuso.

El Estado tiene una deuda histórica con la infancia en nuestro país, y la brecha se aletarga cuando hablamos particularmente de niñas y adolescentes, se ha dejado de lado un proyecto de empoderamiento que tenga como eje fundamental la garantía y promoción de sus derechos humanos. Es urgente que cada quien desde nuestros espacios políticos o sociales , brindemos espacios de empoderamiento y garanticemos los derechos de las niñas y las adolescentes.

Lic. Verónica B. Juárez Piña

Secretaria de Gobierno y Enlace Legislativo del CEN-PRD