Desde su fundación, nacido de aquel portazo dado por don Julio Scherer a Excélsior, después del golpe bajo y ruin asestado a su mando por el entonces presidente Luis Echeverría, ríos de tinta han corrido por las páginas más independientes y críticas del periodismo nacional.
Acompañado de un grupo de valientes periodistas, en noviembre del mismo año (1976) fundó la revista Proceso. Se sigue extrañando su pluma, pero no su ideario que se fortalece con cada nueva publicación de la publicación semanal.
La verdad no peca pero cómo incomoda
La razón de ser de Proceso quedó asentada en su primera publicación: “Proceso nace de la contradicción entre el afán de someter a los escritores públicos y la decisión de éstos de ejercer su libertad, su dignidad… La tarea de Proceso trasciende a los periodistas que lo hacen, en la medida en que asuman su compromiso con su tiempo y con su país”. Hasta ahora han pasado ocho presidentes de la república con sus respectivos gobiernos, “N” cantidad de gobernadores y todos han tenido que aceptar que el periodismo ejercido en Proceso, puede dolerles, pero el mismo enseña y señala dónde se están cometiendo errores y corruptelas.
Hoy la misión del diario recae en Rafael Rodríguez Castañeda como su director, una valiente cohorte de periodistas y también en un consejo de administración, que cuida tanto los principios del seminario como la independencia del mismo. Los miembros de este consejo administrativo son: Francisco Álvarez Romero, Estela Franco Arroyo, Salvador Corro Ortiz, Rafael Rodríguez Castañeda y Julio Scherer Ibarra.
El medio y el poder
Hoy, don Julio Scherer García estaría orgulloso de las nuevas responsabilidades de su hijo y homónimo Julio Scherer Ibarra. También le estaría chanceando y recordando que deberá tener doble cuidado en su futura encomienda pública y que no por ello deberá permitir que Proceso no aplique el mismo rigor periodístico tanto en su labor pública, como en cualquiera del próximo gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Sí, Proceso puede decirse que aparte de su visión crítica, tiende a la izquierda, pero eso no le ha impedido criticar en su momento a Andrés Manuel como jefe del extinto DF o a otros gobernadores emanados de la izquierda. La revista, en cuestión de gobiernos, no ha tasado filias y fobias ideológicas, basándose en las responsabilidades y entregas de los gobernantes, pudiendo así cumplir con la máxima descrita por don Julio Scherer García: “Tengo la certeza de que no hay hombre más libre que un reportero.”
La nueva responsabilidad de Julio Scherer Ibarra, corre por la frase de su padre, de poder seguir aprendiendo, ofreciendo algo nuevo y sorprendente, sin olvidar que se puede “echar a perder una vida”.
Quienes le conocen, saben que es una persona seria, comprometida con lo que hace y estudiosa de los temas que se le piden. Sin olvidar la gran escuela que tuvo en casa a través de la figura paterna que siempre supo defender la verdad y la libertad de expresión para sacarla a relucir.
Ya sea que abandone el consejo de administración de la revista Proceso, mientras sea parte del equipo de Andrés Manuel o que mantenga dicha posición como un homenaje a su padre; seguramente Julio Scherer Ibarra fustigará a Proceso para que mantenga su línea de crítica a cualquier gobierno e integrante del mismo, así sea su propia responsabilidad y trabajo.
La libertad de expresión, la investigación periodística en Proceso, seguirán transitando por el impulso y apoyo de grandes periodistas como quienes le fundaron y la fuerte e imborrable memoria de don Julio Scherer García, Vicente Leñero y la nueva generación de los Scherer.
Este país, necesita más revistas como Proceso, la cual, al igual que sus pares en el The Washington Post, ayudan a que la democracia no muera en la oscuridad, sacando noticias, denunciando atrocidades, señalando lo incorrecto.
Si el movimiento se demuestra andando, Julio Scherer Ibarra seguirá demostrando que la herencia de su padre es testimonio vivo en su persona y, como tal, Proceso seguirá siendo independiente, pero además tendremos un consejero jurídico de presidencia, independiente y comprometido con coadyuvar a la verdad en nuestro país.
Y si se equivoca, Scherer Ibarra experimentará en carne propia la dura crítica del semanario fundado por su padre, el medio más independiente de México. Porque el periodismo sin concesiones no hace excepciones.