Al tratar ofender a los militantes de Morena, en entrevista con Adela Micha, diciendo que “El dueño” de ese partido “no tiene militantes sino tiene pejezombies”, Manlio Beltrones ha insultado en realidad a su jefe y a sus partidarios al asumir el papel de “Peñabot”; por no citar otra variante de calificativo aún más agresiva y relacionada con capacidades y discapacidades.

Es decir, sin entrar en detalles fenomenológicos y siguiendo la estricta lógica de las redes sociales, que es donde prolifera ese nivel de expresividad y agresión, a un “Pejezombie” correspondería cuando menos  un “Peñabot”. De acuerdo al bajo mundo del internet, el primero identifica al prototipo del fiel seguidor de López Obrador; el segundo, a seguidores y apoyadores de Peña Nieto ya sea por voluntad propia o por un pago a cambio.

A este nivel ha reducido Beltrones las cosas, él que se precia (y así procura el elogio de la prensa cucurbitácea) de ser un político profesional, pragmático, habilidoso, más inteligente que todos los demás, etcétera. El que recurre constantemente a frases hechas y huecas como “hay que elevar el nivel del debate”, “hay que elevar la mira”, “se requiere una visión de altura”; etcétera.

Se ha visto muy mal la agresión de Beltrones; ni intolerancia ni envidia son aconsejables. Porque ha sido como lanzar un escupitajo vertical hacia arriba. Le ha caído el esputo encima no sólo por la ofensa implícita a su gente, sobre todo porque olvida la condición crítica del país y que su partido, su presidente y sus hombres son los responsables de la crisis económica y de seguridad en que se vive. ¡“Y le echa más sal a la herida”!

¿De qué se acusa a los “Pejezombies”? De simpatizar con el proyecto de López Obrador que va contra el régimen vigente y que desea un cambio democrático para la nación. ¿De qué se acusa a los “Peñabots”? De ser responsables de las críticas condiciones en que está el país actualmente y validarlas. Y de olvidar o  no valorar que los 70 años del PRI en la presidencia, salvo excepciones, no sirvieron para nada, para el desarrollo económico, para garantizar una vida democrática, para evitar la corrupción salvaje, para garantizar los derechos ciudadanos a la tranquilidad y a la paz, para crear una sociedad moderna. Esos 70, más los años de su retorno al poder (valiéndose de todas las mañas posibles) han sido una pérdida para la nación. El PRI es el responsable prácticamente de cualquier fallo del México de hoy; responsabilidad compartida con el PAN cuando este partido dio vida a una “alternancia” que demostró ser un fracaso y una simulación.

El contexto de la agresión de Beltrones fue la crítica al supuesto mal uso que los presidentes de Morena, PAN y PRD hacen de los tiempos oficiales en la televisión. Asegura que él no hace lo mismo por respeto a la militancia de su partido, porque los otros señores, acusa, en vez de ocupar ese tiempo para explicar la plataforma de sus respectivos organismos y programas, lo utilizan para una promoción personal que sus militantes toleran (porque son “Pejezombies”, particularizó sólo en el caso de López Obrador). 

Y allí hay 3 mentiras cuando menos. 1. Independientemente de ese tiempo del que habla, el “PRI-gobierno” (vox populi dixit), siempre ha gozado del PRIvilegio de la televisión en todas las variantes, así lo fue desde la aparición de ese medio y hasta que el partido hegemónico del siglo XX llegó a 70 años de poder presidencial; y así lo fue muy especialmente para su regreso vía Peña. 2. Si Beltrones no aparece en esos tiempos es porque en su partido no se lo permiten; hay varios que se opondrían, empezando por Peña y sus valedores Videgaray, Chong, Nuño, etcétera. 3. Bien sabe la sociedad mexicana quién es Beltrones y qué representa el PRI. Así que por mucho que apareciera en TV no cambiaría ninguna de las dos percepciones, ni la personal ni la partidista. Recuérdese que Beltrones nunca ha levantado como presidenciable y que su partido no tiene los simpatizantes de antaño. El voto duro del PRI rebasa hoy día apenas el 20% de los registros obtenidos, lo demás lo consigue con alianzas con “El Verde” y “El Pañal” (comentaristas dixit), con triquiñuelas, mapacherías y negociaciones, pactos o “concertacesiones” de las que el profesional Beltrones es experto. 

El incongruente ataque de Beltrones no puede ser sino parte de la campaña de desprestigio que el sistema ha lazado contra López Obrador. Y lo evidente aquí es que esta “batalla” entre “Pejezombies” y “Prieñabots” (habría que condensar al partido y a su primer militante), supone una lucha entre quienes propugnan por un verdadero cambio en la nación y quienes desean conservar los PRIvilegios.

¿Va a reprender “el primer priista de México” a Beltrones por su desliz emocional, por haberle llamado implícitamente “Peñabot” o lo tolerará y reirá con él como se exhibe en muchas fotografías? ¿Le reclamarán los priistas en las redes sociales o en la próxima asamblea partidista? Porque es evidente que el experimentado en distintas artes, Beltrones, no ha actuado ni con “altura de mira ni de debate” sino que ha caído muy bajo, en la bajeza de quienes comentan en los pies de las distintas columnas, notas, artículos de la prensa diaria con esa jerga de la cual se llenan esos espacios: “Pejezombies”, “Peñabots”, “Panazis prietos”, “Morenacos”, “Chairos”, “Pedorristas”, etcétera; ese ha sido el nivel del presidente del PRI en la entrevista con Adela Micha (“Adela Macho”, en ese lenguaje de barriada virtual). No ha actuado “con altura de miras”. “Don Capulina Beltrone” (Beltrones, en la gracejada de esa misma barriada cibernética), ya sea por voluntad o pagado por 3 pesos, una torta de queso de puerco y un frutsi de fresa al tiempo, ha actuado como un esforzado “Peñabot” a quien con esa declaración le ha salido “el tiro por la culata” (o a la inversa, según el “ñero” verbo barrial del internet).

P.d. Como se ve, la lengua de la “cloaca” virtual no es muy agradable que digamos –y tal vez haya tenido razón Enrique Krauze hace algún tiempo; ¡y yo que lo critiqué!-; bastante sucia es.