Mike Pence se negó la oportunidad de haber sido ungido como presidente de los Estados Unidos de América -aunque fuese solo por escasos días o algunas horas- al rechazar la posibilidad de invocar la Enmienda 25 que habría propiciado la remoción anticipada de Donald Trump. El vicepresidente informó la noche del martes que no tomaría dicha opción, implicado con esta determinación a entregar la cabeza del magnate neoyorquino a manos de los congresistas para someterlo a un nuevo impeachment o juicio político en el que los demócratas requieren del voto de 18 senadores republicanos para esta vez sí, alcanzar la votación que conllevaría la imposibilidad de que el todavía inquilino de la Casa Blanca pueda volver a contender para ser presidente del país vecino del norte o bien, para ocupar cualquier otro cargo público.

A los congresistas demócratas les habría encantado invocar la Vigésimo Quinta Enmienda para “botar” de la Casa Blanca al presidente que se convirtió en su peor pesadilla en los últimos cuatro años, pero horas antes de que la Cámara de Representantes aprobara con 223 votos a favor por 205 en contra el planteamiento para invocar esta figura establecida en la Constitución de los Estados Unidos de América, ya Pence había fijado postura en sentido de que rechazaría la propuesta, por lo que se trató de un mero trámite la votación para dar paso al proceso de juicio político, que finalmente era el objetivo de la oposición en el Congreso.

«Incitación a la insurrección» por su papel en los disturbios registrados el pasado miércoles 6 de enero en el Capitolio, es la acusación que los congresistas liderados por la también presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, eligieron el pasado lunes 11 de enero para llevar a Trump a un segundo impeachment, acto que no tiene precedente en la historia de nuestro país vecino.

«En todo esto, el presidente Trump puso en grave peligro la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones de gobierno». «Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió con la transición pacífica del poder y puso en peligro a una rama del gobierno equivalente. De ese modo, traicionó su confianza como presidente, para agravio manifiesto del pueblo de Estados Unidos», dice la resolución en la que también cita la 14ª Enmienda de la Constitución, señalando que «prohíbe a cualquier persona que se haya ‘involucrado en una insurrección o rebelión contra’ Estados Unidos» de ocupar un cargo.

Como ya señalaba, el juicio político es potencialmente incluso más valioso que la destitución mediante una enmienda porque a la postre, se impedirá al imputado ocupar un cargo público en el futuro, sin menoscabo de que el proceso podría continuar después de que Trump deje el cargo y Joe Biden haya sido investido como presidente, siendo que actualmente el Senado está en receso hasta después de la toma de posesión de Biden a celebrarse el 20 de enero del presente.

La idea de quienes han encontrado en este último capítulo de la novela su final feliz para tomar una especie de venganza hacia el vilipendiado presidente, es dejarlo impedido de que se postule para un nuevo periodo en 2024.

La sesión en el Congreso para someter al presidente Donald Trump a un segundo juicio político comenzó este miércoles a temprana hora y en primera instancia se estuvo deliberando para fijar las normas que habrán de regir el procedimiento, un segundo paso será el debate respecto al artículo de juicio político en el que Trump habrá de ser estigmatizado como responsable de incitar a sus simpatizantes a la violencia en el intento de asalto al Capitolio, y vendrá la posterior votación que estaría registrándose esta misma tarde.

De acuerdo con medios de comunicación de la Unión Americana, los demócratas de la Cámara de Representantes y al menos un puñado de republicanos, incluida la republicana Luz Cheney, -número 3 de la Cámara-, votarán a favor del juicio para destituir a Trump.

“El número de republicanos que finalmente votará por el juicio político sigue sin estar claro. Hasta ahora, cinco republicanos han dicho que votarán para acusar a Trump. Mientras que el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y el líder de la bancada, Steve Scalise, se oponen al juicio político -argumentando que es una respuesta divisiva-, la republicana Liz Cheney, congresista por Wyoming, anunció el martes que votaría a favor, emitiendo una declaración mordaz en la que dijo que «nunca había sido mayor la traición de un presidente de Estados Unidos a su cargo y su juramento a la Constitución».

“La división dentro del Partido Republicano sobre la votación de este miércoles contrasta marcadamente con el juicio político contra Trump en 2019, cuando los republicanos de la Cámara se unieron en oposición. Y el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha indicado que cree que acusar a Trump hará que sea más fácil deshacerse del presidente y del trumpismo del Partido Republicano, informaron el martes The New York Times, CNN y otros medios, en otra señal que los republicanos están poniendo rápidamente distancia entre el partido y el presidente que lo gobernó los últimos cuatro años”.(CNN13/01/21).

Sin pizca de arrepentimiento, Trump ha reiterado en los últimos días que su discurso la semana pasada ante miles de simpatizantes, a quienes alentó a marchar hacia el Congreso con el mensaje de que le robaron la reelección, tuviera algo que ver con la violencia que estalló poco después.

"Analizaron mi discurso, mis palabras y mi párrafo final, mi oración final, y todos pensaron que era totalmente apropiado", dijo Trump a periodistas.

Dijo también que no estaba entre sus planes renunciar al cargo y que era ridículo un juicio político en su contra.

Sin embargo, en este contexto ha tomado fuerza lo que ya habíamos comentado aquí como una posible puerta de escape para el presidente, es decir, la presunción de que intente recurrir a otorgarse un “auto perdón” que alcance también a su familia para protegerse y proteger a los suyos de cualquier proceso en su contra una vez que concluido su periodo pierda la inmunidad que lo ampara.

Se trata de un recurso nunca explorado por algún presidente que lo haya precedido, y que por lo tanto se desconoce cómo habría de pronunciarse la Corte Suprema.

En 2018, el propio Trump tuiteó que tenía el derecho absoluto a perdonarse a sí mismo, aunque añadió que no tendría por qué usarlo ya que no había cometido ningún delito, pero después de los hechos ocurridos en el Capitolio y el proceso que la Cámara de Representantes sigue ahora mismo en su contra, quizá cambie de parecer y acorralado como se encuentra, se decante por utilizar dicha herramienta, aunque le conlleve no solo el descrédito público y el desprestigio de que ya es objeto, sino además, se tenga que hablar de él como un presidente cobarde que recurrió al “auto perdón”.