“Lo que es afirmado sin prueba puede ser negado sin prueba”. Dicen que la frase es de Euclides, el genio matemático de Alejandría, pero que se la apropió el famoso polemista Christopher Hitchens que la llamó “la navaja de Hitchens”. No lo sé y en términos de lo que me interesa decir en este artículo, no importa.
Mi amigo Ernesto Villanueva, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ha difundido en SDP Noticias una videocolumna en la que afirma, sin pruebas, que Dante Delgado es algo así como un maestro del cinismo.
Supongo que un analista tan serio y talentoso como el señor Villanueva estará de acuerdo conmigo en que no prueba nada el hecho de que Dante haya cambiado de opinión, que es lo único que el analista esgrime como evidencia del supuesto cinismo del líder de Movimiento Ciudadano. En efecto, este político, dirigente de MC, hace meses había dicho que no iba a ir en alianza con nadie en las elecciones de 2018. Ahora, como se sabe, se ha sumado al PAN y al PRD en un frente que en lo personal me parece diseñado para apoyar la candidatura presidencial del panista Ricardo Anaya.
Pregunto, al margen de lo que vaya a lograr el famoso frente, ¿es cinismo que Dante Delgado lo apoye? Creo que no. Simplemente, las circunstancias cambiaron y Dante –como hacía Keynes— cambió de opinión.
Por cierto, después de expresar eso —“si las circunstancias cambian, yo cambio”—, el gran economista preguntó: “¿Ustedes qué harían?”.
Si Dante pensó, en otras circunstancias, que Movimiento Ciudadano podía hacer un buen papel en el 2018 sin aliarse a partidos mayores, hoy que las cosas cambiaron se ha dado cuenta de que solo la suma de varias fuerzas políticas puede competir con posibilidades de éxito con Morena y el PRI.
Lo que Dante exhibe no es cinismo, sino pragmatismo. Así que, sin aportar más pruebas —Ernesto Villanueva tampoco las presentó— me siento en la obligación de decir que es falsa la afirmación del académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
Por lo demás, aprovecho la ocasión para opinar que el frente PAN-PRD-MC lo único que va a lograr es fortalecer las aspiraciones presidenciales de dos colaboradores de Enrique Peña Nieto: José Antonio Meade y José Narro.
Los dos se llevan muy bien con el grupo panista que el frente marginará, el calderonista, es decir, el que hoy apoya a Margarita Zavala.
Si el frente hace candidato a Ricardo Anaya, el PAN se dividirá. Quedará muy lastimada la figura más popular del PAN, la señora Zavala, y sus seguidores entenderán que llegó el momento de buscar nuevas alianzas.
Líderes panistas como Ernesto Cordero, Roberto Gil Zuarth, Javier Lozano y hasta Felipe Calderón y Margarita Zavala no vacilarán en apoyar al candidato del PRI, si se da el caso de que este les atraiga o les convenza.
Todos ellos, el sexenio pasado, convivieron en términos profesionales, políticos y hasta personales con Meade y Narro.
A Meade, con el que ideológicamente se identifican, simplemente lo idolatran los panistas del grupo de Calderón y Zavala. Trabajó en el equipo de Calderón y se ganó el aprecio de todos los que en el mismo participaban.
Con Narro no hay identificación ideológica plena, pero se entendieron razonablemente bien con el ahora secretario de Salud cuando este era rector de la UNAM.
Si el frente provoca una crisis mayor en el PAN, lo que es probable, las circunstancias electorales del 2018 cambiarán.
En ese escenario sería altamente probable que las únicas opciones políticas con posibilidades de ganar en el 2018 fueran Morena y el PRI.
Y si, dado el caso, Dante Delgado cambiara de opinión y abandonara el frente PAN-PRD-MC, no sería criticable que hiciera alianza con Morena… o con el propio PRI.
Es legal y está de moda que las personas cambien de partido, de pareja, de religión y, lo impensable, hasta de equipo de futbol.
Eduardo Galeano decía que se puede cambiar de religión o de partido, pero no de equipo de futbol. En sus tiempos tal vez no. Ahora a nadie le da vergüenza ponerse la camiseta del rival si así lo obligan las cambiantes circunstancias.