Hoy es un gran día para celebrar para millones de mexicanos que nos oponemos al PRI y a sus gobiernos, porque Acción Nacional ganó, hasta este momento, y según el PREP de cada estado, nada menos que siete gubernaturas, de las 12 que estaban en disputa.

Para el PAN, esto es un triunfo histórico, ya que en elecciones similares de años previos, el récord de gubernaturas ganadas por este instituto era de tres. Hoy vemos cómo esta cifra se ve aumentada, duplicada, y aún más. Acción Nacional –por sus propias siglas o en alianza con otros partidos-, está arriba en el PREP, en las siguientes entidades: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.

Estas son noticias sorprendentes, por varias razones. Una, porque la alternancia ha llegado a Veracruz -la joya de la corona de estas elecciones-, luego de un mar de irregularidades propias de la guerra sucia más vil, incluyendo la patética detención del senador Fernando Yunes, hijo del Miguel Ángel Yunes Linares, a manos de policías estatales, en Coatzacoalcos, sin que hubiera ningún motivo para hacerlo, de no ser, el intentar amedrentar al PAN.

El padrón de Veracruz es de 5.6 millones de electores, y habitan en total en ese estado, poco más de 8 millones de personas, de los cuales, más de 4 millones vive en condiciones de pobreza, según Coneval. La gente castigó en las urnas a Duarte, uno de los peores políticos en la historia de ese estado.

También los resultados sorprenden porque cuando Manlio Fabio Beltrones se convirtió en líder nacional del PRI, se decía que era un ganador de elecciones, y que haría lo que fuera para obtener todas las gubernaturas posibles, porque en ello iba en juego su candidatura a la presidencia de México en 2018.

El propio sonorense habría pronosticado que ganaría 9 gubernaturas de las 12 en juego. Pero sólo llegó a 5. No pudo. Y eso que sin duda alguna el PRI le apostó a la guerra sucia. Pues ni así pudieron. Ni por las buenas, ni por las malas. Su aplanadora electoral está desvencijada totalmente, es cosa del pasado, y ya no se venden piezas para repararla…

Ya no funciona el corporativismo desfondado del PRI tampoco. Ni sus líderes están convencidos de nada, ni profesan ideas de las épocas de Plutarco Elías Calles. Los jóvenes de todo el país, sin duda, rechazan este partido que se quedó en el pasado, en el más rancio pasado de corrupción, autoritarismo y crisis.

El PRI no tiene salida. No puede reponerse de este golpe democrático que la ciudadanía despierta le acaba de asestar. Ya no estamos en los tiempos en que los gobernantes podían actuar impunemente y no pasaba nada. Hoy la gente ha despertado, tiene acceso a la información en todo momento, y de forma inmediata. Las nuevas tecnologías y las redes sociales han transformado las maneras tradicionales de hacer política, y los jóvenes no tienen tiempo para admirar dinosaurios que sólo desean perpetuarse junto con su corrupción.

Peña Nieto vive el máximo nivel de desaprobación ciudadana a su gestión. El mal humor social pasó a ser un rechazo contundente en las urnas. Y en nada le ayudan sus gobernadores de pésima imagen, como los dos Duarte, el de Veracruz y el de Chihuahua, o el de Tamaulipas.

En cuanto a control político de propios y aliados, se acabó el sexenio para Peña cuando entregó el PRI a Beltrones. Lo escribí en su momento. Perdió el control de su partido, no pudo imponer a alguien suyo al frente y tuvo que ceder. ¿Y luego qué pasó? Beltrones desaprovechó su oportunidad y dilapidó el capital político que significaba estar al frente de la política nacional desde la esquina del gobierno. Porque luego de estas elecciones, el líder del PRI no parece estar ya en condiciones de aspirar al 2018. ¿O sí?

La noche de este domingo 5, en el debate organizado por López-Dóriga en Televisa, titulado #Decisión2016, vimos por un lado a un Beltrones sin argumentos para debatir con Ricardo Anaya y con Agustín Basave. Un líder nacional del PRI abatido, pero que además mostró una vena autoritaria y repetidamente quiso descalificar al líder del PAN, Ricardo Anaya, por ser más joven que él.

Para Beltrones juventud debe quizá significar ignorancia, inexperiencia, pero aquí la juventud de Anaya pudo más que la “experiencia” del PRI. En el otro extremo, vimos a un Anaya brillante, preparado para el debate, que con pruebas demostró las mentiras del PRI, y que supo debatir sin ofender, y se refrendó como líder del mejor partido de México, listo para su regreso al poder en 2018.

Hay un aspecto muy importante a cuidar ahora para los panistas. Que el PRI no quiera ganar en los tribunales, lo que perdió en las urnas. Por respeto al voto de los ciudadanos, no debe permitirse que pudieran llegar incluso a revertirse los triunfos de este domingo 5 de junio, con triquiñuelas legaloides de los juzgados. La defensa del voto por parte del PAN debe ser implacable y en todos los frentes necesarios. Y lo será.

Por último, queda claro que “el efecto Anaya” va a extenderse por mucho tiempo, y por otros territorios, en 2017 y en 2018. Ricardo Anaya ha dado resultados inmejorables y, en su momento, no habrá nada que le impida aspirar a ser candidato a la Presidencia de México. Y si hubiera una alianza con el PRD en el 2018, no habría razones para traer a nadie externo, teniendo cartas fuertes en casa… Pero por ahora el mismo Anaya ha dicho que está concentrado en los asuntos del presente. Sin embargo, el futuro nos hizo una visita ayer, y ahora está más cerca de lo que parece. Es la hora de luchar.