No me refiero al ex presidente venezolano Hugo Chávez, ni tampoco al afamado boxeador mexicano Julio César Chávez, sino más bien a César Chávez, el campesino de origen mexicano que nació en Yuma, Arizona un 31 de Marzo de 1927, máximo representante hispano que encabezaría la lucha de los trabajadores agrícolas por mejores condiciones laborales en Estados Unidos.  

Si bien es cierto que el fallecido líder nació, pasó y desarrolló toda su vida en la unión americana, también es verídico que es hijo de padres mexicanos, con sangre 100% mexicana.

Por esa simple razón, México tiene una deuda histórica con este emblemático líder, que si lo pensamos bien, podría ser el personaje de origen mexicano más relevante fuera del territorio azteca, y ni más ni menos que en el país más poderoso del mundo.   

Su figura, contradictoriamente inmortalizada en territorio norteamericano, ha tenido poco o nada de reconocimiento en México, a pesar de que en plena era moderna defendió con temple y tenacidad los derechos de millones de mexicanos y demás latinos.

En Estados Unidos se pueden apreciar avenidas, parques, bibliotecas, fechas conmemorativas, estatuas, monumentos en honor a César Chávez, mientras que en México, la población del centro y sur del país difícilmente conoce la historia de su lucha.

Para la educación básica y media superior mexicana, el líder agrario ha pasado prácticamente desapercibido. Ni qué decir para los medios de comunicación nacionales, que poco o nada de espacio le brindaron a su honorable causa, misma que encabezó desde los años 60´s hasta 1994 cuando murió en San Luis, Arizona.

Ni hablar de los gobiernos mexicanos que coincidieron con la época y lucha de César Chávez, como los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, todos de extracción priista y quienes nunca tuvieron al menos palabras de apoyo para una persona que hizo lo que ellos nunca se atrevieron, defender a una comunidad mayoritariamente de origen mexicano.

Hasta la actualidad, ningún presidente mexicano ha tenido la suficiente dignidad para levantar la voz en defensa de los connacionales, ni siquiera de manera quedita. Para Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, el tema migratorio no formó parte de su agenda diplomática.

Incluso el presidente de las botas llegó a comentar: “Los mexicanos en Estados Unidos son necesarios porque hacen el trabajo que ni los negros se atreven a hacer”. Lamentable declaración que fue una muestra del claro vilipendio del tema y una total falta de respeto hacia la comunidad mexicana en el vecino país.

Un sector que a pesar de su importancia económica para ambas naciones ha sido menospreciado desde siempre en Estados Unidos, mientras que México solo se “poncio-pilatea” las manos, ignorando el tema y negándose a abogar por personas verídicamente mexicanas, personas que emigraron para ganarse la vida trabajando, no para ser maltratados y vejados en sus derechos más elementales.     

Es decir, César Chávez y todo lo que como movimiento representó, son la consecuencia de un estado mexicano que nunca ha sabido ofrecer a plenitud un país digno donde vivir.

Donde las oportunidades sean para todos por igual, donde la educación y los servicios de salud de calidad estén al alcance de la población en general, donde la justicia no esté condicionada al dinero y donde la situación marginal de amplios sectores no sea el común denominador.

En parte César Chávez aportó el espíritu de lucha y de dignidad que como patria México no supo fomentar en los ciudadanos que vieron como única alternativa emigrar al vecino país.

Ahí radica la deuda de México con César Chávez, que hasta la fecha no ha sabido darle la importancia ni el reconocimiento que merece, ni en los libros de historia ni en ninguna parte.

Chávez fue el único que empujando a la comunidad más marginada de Estados Unidos, “Los menos”, como los llamaba él, logró conseguir mejores condiciones para los mexicanos y demás inmigrantes.

A punta de marchas, manifestaciones, huelgas masivas y huelgas de hambre, impulsó que los trabajadores del campo pudieran utilizar el azadón largo, logró también el derecho de acudir al baño mientras trabajaban, ya que por increíble que parezca no había sanitarios en las parcelas, y como les pagan por hora les negaban - con amenaza de despido- el permiso de apartarse a hacer sus necesidades fisiológicas.

La lucha campesina conquistó también el derecho a manifestarse mediante la huelga, y lo más importante para muchos, lograron acceder al seguro de desempleo. Un importante apoyo económico que brinda Estados Unidos a la gente que se queda sin trabajo, que en el caso agrícola es muy significativo ya que los campesinos trabajan solo por temporadas.

También consiguió mejores salarios, acortó las jornadas de trabajo, entre otras conquistas. Quedando pendiente por su abrupta muerte el tema de los pesticidas del campo, que César Chávez argumentaba eran sumamente dañinos para salud de los campesinos.

En vida César Chávez fue un líder tan prominente que gracias a su arrastre logró poner en jaque a grandes corporativos norteamericanos, efectuando boicots de manera pacífica, sin un ápice de violencia. Acaparando gran atención mediática, llegándose incluso a manejarse complots de asesinato en su contra, dado que estaba afectando con sus huelgas los intereses económicos de grandes empresarios.    

Es así como el líder agrario luchó por un sector que se encuentra en medio de 2 países, sin ser de aquí ni de allá. Una comunidad menospreciada por los gringos e ignorada por el Gobierno mexicano, pero que logró motivar y envalentonar con su histórica frase: “Hemos visto el futuro, y el futuro es nuestro”, en alusión a la creciente población latina.

Por su parte Estados Unidos ha tenido el valor de reconocerle su lucha, hay fechas conmemorativas en su honor tanto en California como en Arizona, y actualmente están gestionando la posibilidad de elevar el 31 de Marzo como día nacional de César Chávez, emulando y elevando su figura al nivel de Martin Luther King, máximo defensor de la comunidad afroamericana en el país norteamericano.

Irónicamente para su país de origen, en la gran mayoría de los casos sigue siendo un desconocido. Un personaje que por razones aparentemente diplomáticas no encontró nunca eco en México.  

Sin duda alguna el hispano más importante en la historia de Estados Unidos, no es Jennifer López, no es Salma Hayek, no es Don Francisco ni Cristina Saralegui, tampoco los deportistas latinos de gran éxito, es César Chávez, de raíces humildes y sobre todo de origen mexicano.