Los hechos que sucedieron el pasado primero de mayo en Jalisco son muy conocidos por todos, algunos han aprovechado el capital político que estos sucesos generan en la percepción de la seguridad en los habitantes de dicho estado y otros para seguir atacando al gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto en medio de campañas electorales.

Hay quienes subestiman la capacidad del armamento de los criminales  y otros que la sobrevaloran, lo hecho es que un lanza granadas ruso como lo es RPG-7, artefacto que se utilizó para derribar el helicóptero de la Fuerza Área Mexicana, es de fácil manipulación y con una gran capacidad de destrucción.

No hace falta tener un curso extraordinario como las tácticas militares para aprender a usar un arma tan letal como ésta, inclusive, podría tardarse más una persona en aprender a utilizar un Ak-47 que un lanza granadas. Por ello, es de las más solicitadas por los grupos terroristas del Medio Oriente, grupos subversivos y brazos armados de los cárteles de la droga.

A la larga o en el preciso momento, puede ocasionar pérdida auditiva de quien acciona el arma, pese a ello, la Ruchnoy Protivotankovy Granatomyot (RPG-7, por sus siglas en ruso) cumple con las tres bes del comercio (bueno, bonito y barato).

Es superior a lo bueno, es efectivo contra tanques y blindajes de 30 centímetros de grosor, los perfora como si fueran troncos y detona una carga explosiva al choque. 

Más que bonito, es de fácil transporte y tan sólo pesa  alrededor de los 6 kilos, de gran manejo por su estabilizador, visión nocturna, miras infrarrojas pasivas y cuenta con un 100% de efectividad al objetivo a 50 metros y un 51% a los 200 metros.

Actualmente, existen tres países quienes llegan a fabricar este artefacto bélico: la empresa rusa Bazalt, Artronic USA y la Industria de la Defensa India, que por cada unidad la llegan a vender entre los 9 mil dólares hasta los 20 mil dólares cada uno; demasiado barato si lo comparamos con el helicóptero EC-725 Cougar que se derribó en Jalisco y que costó alrededor de los  20 millones de dólares por  cada unidad, además contando las siete vidas humanas que se perdieron que son invaluables, lamentable y doloroso.

Debemos entender que el Ejército Mexicano no tenía la tarea de combatir, desde el primer momento de su existencia, al narcotráfico, en sus efectos constitucionales debería de ser la Policía Federal quienes atiendan esta situación, por lo mismo que podrían ser perpetrados por el crimen organizado, pero que con la nueva figura constitucional,  aplicada a principios de este sexenio y aprobada en la anterior administración, se le asignan estas tareas policiacas.

El crimen organizado no se contrataca con helicópteros porque no es una guerrilla, no es una guerra, ni siquiera algo que se le intente parecer, por más que el narcotráfico se esfuerce en contratar militares o caíbles jamás podrán tener el análisis de inteligencia que tiene la institución de la Sedena o la Marina.

Uno de los errores que ha tenido el gabinete de Seguridad es que el Ejército Mexicano se le atribuya patrullajes cuando éstos pueden llegar abusar de los Derechos Humanos, porque para eso están capacitados, para actos de guerra y se alejan de su solidaridad ante los desastres naturales.

Las amenazas de seguridad interior deben ser atendidas por la presumida gendarmería de Osorio Chong, que no hemos visto actuar como lo prometieron. La última novedad en seguridad a nivel internacional, dijeron.

Se debe entender que no es un crimen tan organizado, puesto que cuenta con fallas sistemáticas. Tan así, que los últimos líderes de los grandes cárteles han caído por las fuerzas federales en momentos de inteligencia. Además existen dos problemas más que impiden que estas organizaciones no se desintegren en su totalidad: la impunidad que hay en el poder político y el débil combate al lavado de dinero, que son intereses que no se quieren atacar. ¿Por qué será?

¿O hasta cuándo la quema de un camión puede evitar la huida de un grupo de sicarios por militares altamente calificados contra insurgencia?

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