Un especialista en educación canadiense, Laurence G. Peter, presentó una hipótesis, allá por los años 60 del Siglo pasado, estudiada más a fondo y comprobada, años después, por la Universidad de Yale y conocida desde un inicio por el nombre de "Principio de Peter" que en resumidas cuentas afirma que "en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia". Esto viene al caso por las recientes declaraciones, en rueda de prensa, del ex alcalde de Acapulco y también ex gobernador de Guerrero, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, donde salió a escupir barbaridades en contra de la actual alcaldesa de la Ciudad de Acapulco, y hacia toda autoridad que se le vino a la mente, ya fuera en funciones o no; tuvo el gris, soberbio hasta la comicidad y muy opaco personaje, veneno para casi todos, excepto para el priista Manuel Añorve, casualmente, no puedo aseverarlo, porque es una suerte de secreto a voces el que él lo impulsaba para que fuera su sucesor en la gubernatura, aunque fuera del partido que dijo siempre combatir, emanado de las filas del PRD.

Tampoco, y ahí no es ni tan casual, no lastimó con sus obscenidades al actual presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, antes fue al contrario, al mencionarlo siempre lo hizo en tono elogioso y de sobrado respeto, mismo que no le sirve a él ya de nada (digo le sirve, porque el señor de marras, solo ve para sus intereses personales, siempre), y lo que trata ahora es buscar por enésima vez la alcaldía, misma que ganó en el año 1999, después de varios frustrados intentos, y que ya después de ser gobernador, se ha bajado de nivel jerárquico, y aquí es donde entra a cuento la mención del principio de Peter, ya que al tener un desempeño medianamente bueno en la percepción de la gente como presidente municipal, ya como gobernador perdió por completo la brújula, gobernándolo con la mentalidad de quien administra a una miscelánea de barrio, buscando de nuevo dicho cargo, muy afanosamente y con ya dos estrepitosos fracasos, uno con el PAN; otro con el PT. En su última participación como candidato, en las elecciones de 2018, el hoy presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, le pidió de manera pública y como candidato puntero en toda encuesta, en un nutridísimo y seguido por todos los medios locales y nacionales, mitin en el zócalo, que declinara en favor de la candidata de MORENA, la ex síndica y magistrada Adela Román Ocampo, al parecer, el Señor Torreblanca no se había percatado aún de la fuerza y el arrastre monstruoso de AMLO en todo el país, y se dio el lujo de desobedecerlo, porque seamos francos, esa petición suponía una orden sutil y velada para ayudar con ese simple acto simbólico de declinación a que la candidata de su partido pudiera ganar, como a la postre ocurrió, y lo hizo con el lujo de grabar un video y subirlo a sus redes sociales, donde con su antipatía característica, daba sus motivos para no hacerse a un lado. El resultado, la Señora Román, repito, ganó por buen margen, y Torreblanca quedó en un muy triste y vergonzoso último lugar en las urnas. Trata Zeferino, a todas luces, colarse en MORENA, sabe ya, muy tardíamente, de la legitimidad enorme y no vista en muchas décadas en México, de López Obrador, al referirse al presidente de forma elogiosa y aduladoramente suave. No le servirá de nada, AMLO debe recordar, que en el año 2006, siendo ya Zeferino gobernador, fue el primer mandatario estatal en correr a la Ciudad de México a levantarle la mano al que con un fraude parecía haber ganado, ayudándole, sin duda alguna, a revestir al espurio de un poco de legitimidad, no importándole que viniera de las filas de las ideológicas del partido al cual le debía todo, "usted y yo somos los hombres que necesita México", se ha sabido que le dijo en ese momento, lo dice alguien muy enterado de la política nacional y de prestigio sobrado y probado.  

Torreblanca suelta veneno y tiene para todos, incluso sin importarle afectar a familias que nada tienen que ver con política, ex aliados y amigos suyos, como la misma Adela Román, que en su momento formó parte de su gobierno en el municipio, y tantos otros que sin ellos, no habría llegado a ningún lado; él sigue seguro, en su poca equilibrada psiquis, de que "el PRD ganó por él", y no al revés, como sin duda alguna fue, que si no fuera así, las últimas dos muy patéticas palizas electorales en los procesos en los que participó, simple y sencillamente no se habrían dado. Enumerar aquí a los actores políticos, personas (incluyendo amigos y familiares cercanos) e instituciones traicionadas por el Señor de la "Z" sería ocioso y aburridamente largo, baste citar mejor, quizá hasta algo en su descargo, al filósofo francés del Siglo XVII, Francois de la Rochefoucauld, que en sus "Máximas morales" sentenció: "La traición se comete mucho más por debilidad, que por un designio premeditado de traicionar". Zeferino Torreblanca, es un cadáver político insepulto y parlante, que debería mejor, ahorrarse exhibiciones que más aún lo envilecen, como la reciente y sin sentido, rueda de prensa a la que convocó.