¿Frustración? ¿Desesperanza? ¿Enojo? 

Cómo reaccionarían ustedes si, como está pasando a millones de jóvenes en todo el mundo, llegaran a la edad adulta para encontrar algo que no hubieran esperado; los precios de rentar o comprar una vivienda están muy, pero muy por encima de sus posibilidades, y para acabarla de amolar, muy, pero muy por debajo del estilo de vida que tenían como hijos de familia.

A esta crisis global de vivienda hay que agregar el impacto de la desaceleración de la economía, que entre otras muchas cosas, provoca que la velocidad con que se elevan los precios de las viviendas sea muy superior a la del incremento de los salarios, alejando conforme se abre la brecha, a los jóvenes de la posibilidad de tener una vivienda que responda medianamente a sus expectativas.

Notas publicadas la semana pasada por el influyente periódico español, El País, revelan que la actual generación de jóvenes españoles tiene en promedio salarios más bajos que los de la generación de sus padres, y que muchos de estos mismos jóvenes debían destinar hasta 90% de su ingreso mensual al pago de su renta.

Absurdo. Una generación condenada a no salir de la casa de sus padres o a hacerlo para vivir en condiciones precarias

La situación no es mejor en México, antes al contrario, con más de 70% de la gente que no alcanza los ingresos que le permitan vivir en zonas céntricas de sus ciudades, y con la mitad de la población económicamente activa militando en la economía informal, lo que en consecuencia dificulta la obtención de un crédito hipotecario.

Y claro, una parte importante de la demanda de vivienda inevitablemente se forma por jóvenes.

¿Recuerdan las promesas del Bono Demográfico? Bueno, pues sucede que esas promesas implican también retos enormes, como es el de generar las ciudades que brinden a los jóvenes todo tipo de oportunidades para su desarrollo; vivienda incluida.

¿Cómo atender la demanda de vivienda de los jóvenes? Bueno, así de bote pronto se me ocurren dos opciones; elevar sus salarios hasta ponerlos en sintonía con la realidad del mercado inmobiliario y fortalecer la oferta bajo un proyecto que reconozca la realidad y tenga el objetivo de atender toda vertiente de la demanda.

Con respecto a la primera opción, es obvio que no se pueden elevar todos los salarios por decreto, pero algo que sí se puede hacer para fortalecer la demanda es desarrollar productos y estrategias que den acceso a esquemas de ahorro, créditos y apoyos para vivienda a quienes militan en la economía informal o en la mixta.

Simple; si hoy hay millones de personas, jóvenes incluidos, que no tienen posibilidad de obtener un crédito o un subsidio para vivienda, ¿por qué no crear los esquemas que lo permitan?

Pero donde hay mucho trabajo que se puede hacer es en la segunda opción, esa que tiene que ver con el fortalecimiento de la oferta...

Habría que empezar por profundizar en el diagnóstico para conocer la estructura de la demanda y desarrollar o perfeccionar los mecanismos de atención específicos para cada caso.

Por supuesto, esto implica un proceso integral, partiendo de la base de que política pública, regulación e inversión, estén en sintonía con lo que se necesita para atender cada vertiente de la demanda.

Habría que empezar por hacer cortes estratégicos a la radiografía de los ingresos de los jóvenes para entender sus capacidades financieras y ya sobre esa base desarrollar soluciones muy específicas.

Habría después que revisar, actualizar y complementar el catálogo de esquemas de ahorro, crédito y subsidio para vivienda que operan en México y ponerlo en línea con las mencionadas capacidades financieras de los jóvenes.

Pero el verdadero reto empieza al momento de generar la oferta inmobiliaria, porque ello implica que gobiernos y legisladores locales actualicen las regulaciones urbanas.

El verdadero reto está en la necesidad de que los gobiernos reconozcan que hay una crisis de vivienda y actúen en consecuencia.

No es sensato correr el riesgo de exponer a una generación a la frustración de encontrarse con ciudades que perecen no tener cabida para ellos.

¿Qué necesitan los jóvenes cuando hablamos de vivienda? Pues necesitan viviendas con precios de renta y venta en línea con sus capacidades económicas, y acceso a financiamiento y, según el caso, subsidio.

Necesitan soluciones que en espacio y ubicación respondan a sus necesidades.

Al final del camino el tema es muy simple; se trata de crear condiciones que permitan multiplicar la oferta... Y que esta multiplicación se dé tanto en el número de viviendas que se generen, como en los diferentes esquemas con que esto se haga.

Multiplicar la oferta... Con un Estado que defina ruta y conduzca el barco, pero creando condiciones que permitan que gobierno y mercado sumen fuerzas para atender las necesidades de vivienda de los jóvenes. 

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano