No todo es miel sobre hojuelas luego de las fuertes e intensas negociaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos en torno a temas de comercio, aranceles y migración.

Si la divisa de cambio que mostró el presidente Donald Trump giraba en torno a su reelección, en México no fue distinto.

Aquí se destapó, como no se había hecho durante estos primeros seis meses de gobierno, la guerra al interior del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador por la sucesión presidencial y eso que aún no se cumple un año de gobierno.

Trump y la revocación de mandato

En Estados Unidos el tema de la revocación de mandato (impeachment), por la relación de Trump con los rusos, quedó prácticamente nulificado de momento y el debate político con los demócratas para la aprobación del T-MEC quedó superado sin comprometer el capital político del presidente estadounidense.

En México es más clara la dualidad, de un lado el presidente López Obrador quedó bien con el manejo que se dio a la negociación y en que se logró impedir la imposición de aranceles y que se aplicará una política migratoria regional que ataque las causas que provocan la migración de los centroamericanos.

La oposición es dentro del gobierno

Hoy en día no existe realmente oposición, los dos partidos relevantes PRI y PAN están totalmente anulados y en un debate interno por su intento de recomposición. La oposición y los ataques salen de los propios grupos que conforman Morena y sus aliados, así como de sus representantes en el gabinete, mismos que se dejaron ver con mayor fuerza en estos días de negociación con el país más poderoso del mundo.

Las negociaciones dejaron muy mal parados a secretarios de Estado como la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, ya que dentro de las responsabilidades que marca la constitución para su dependencia está el tema migratorio, hoy quedó fuera, así como el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, quien cada vez parece más aislado.

Los secretarios de Economía, Seguridad Pública, Bienestar y del Trabajo, Graciela Márquez Colín, Alfonso Durazo, María Luisa Albores González y Luisa Alcalde Luján respectivamente cayeron un escalón y quedaron bajo las órdenes del Secretario de Relaciones Exteriores, pero bajo lo que se podría llamar un bloque de funcionarios públicos.  

Los enemigos de las instituciones

Por otra parte, esta concentración o “bloque” o como se le quiera llamar, tiene un importante contrapeso en otro “bloque” que desde el principio de la administración tenía mucho poder, el conformado por el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, la de Energía, Rocío Nahle, el director de CFE, Manuel Bartlett, el de Pemex, Octavio Romero y ahora se les suma el nuevo secretario de Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo.

Sobresalen también otros personajes de mucha influencia, como son los líderes camarales, Martí Batres, Mario Delgado y Ricardo Monreal, la presidenta del partido Yeidckol Polevnsky y finalmente el vocero del presidente, Jesús Ramírez que se vio “grillado” por algunos de estos dos grupos cuando quiso influir, amedrentar o amenazar a ciertos medios de comunicación por su línea editorial y por la inclinación que han mostrado hacia uno u otro.

Estos dos bloques de funcionarios públicos y representantes populares del más alto nivel, se disputan la cercanía, la influencia y muchas de las políticas públicas que implemente el presidente López Obrador.

Ataques a Ebrard

Los ataques a Marcelo Ebrard por las negociaciones, la polémica insuperable entre Monreal y Polesky, la grillada a Jesús Ramírez, la propuesta de inundar el NAIM y su cancelación de este acto por un juez, el inicio de los trabajos en Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía y su respectiva cancelación de los trabajos por falta de permisos medioambientales, la persecución a Emilio Lozoya y su protección al más alto nivel para evitar hacer frente a la justicia, la acusación contra diversas empresas de contratos leoninos, para luego inaugurar y seguir con los contratos, tener en actos importantes como la manifestación en Tijuana a líderes evangélicos y a líderes católicos ligados al tráfico de migrantes como el padre Solalinde y llegar incluso hasta el punto de sugerir un cambio en el gabinete después de una muy buena negociación de Marcelo Ebrard frente a Estados Unidos y Trump.

¿Ebrard a gobernación?

¿Quién lo quiere sacar de la jugada y mandarlo a una secretaría que ya quedó como departamento de defensoría de derechos humanos, como lo es hoy la otrora poderosa secretaría de Gobernación?

En fin, esta serie de contradicciones en las decisiones de gobierno hacen ver a López Obrador como un presidente contradictorio y vacilante, con grupos al interior de su gabinete que pelean entre sí posiciones de poder político y económico de cara a la sucesión presidencial.

El gobierno requiere de una intervención quirúrgica para reducir la bipolaridad y mantener un rumbo, el cual no se corregirá con enroques y cambios en el gabinete como han sugerido algunos malosos, se requiere de una cirugía que alinee a los colaboradores y que por lo menos olviden por algún tiempo el tema de la sucesión presidencial, de lo contrario el presidente poco a poco se irá quedando muy solo y su régimen podría ser muy poco efectivo.