Retirados como lo estamos en el México profundo aún en época de tormentas y de relámpagos nocturnos, amanecemos con el informe mañanero del presidente de la República y su equipo, hoy relacionado con el sector de la salud, siendo lo más importante ahora el mantener el control de la epidemia planetaria en nuestro territorio. El asunto pendiente más seriamente atendido para salir adelante, para la recuperación. Da gusto ver y oír la verdad de boca del líder que dirige la nación, lo digo porque millones de personas sentirán lo mismo; le confiamos plenamente porque se muestra ante nosotros con absoluta transparencia porque esto es vital para solucionar los delicados retos que como comunidad nos atañen. Nos sentimos seguros con AMLO y hasta los que no se sienten, lo están. Nos sabemos partícipes, nos visualizamos progresando hacia el Estado de Derecho. Confiamos por primera vez en un presidente, y todo esto es experiencia insólita para cualquier ciudadano de la nación.

Sobre el plantón opositor en el centro de la capital todavía en delicada circunstancia sanitaria, ridículo representante tienen en el vocero que los representa, lo que lastima y merma el acto cívico de protesta. Pero el motivo de la protesta es igualmente ridículo, porque piden sin ninguna razón que valga que se derroque al presidente, porque no les cae bien ni su persona ni su pensamiento ni sus acciones. Caen en el ridículo, porque este presidente protege sus libertades, sus derechos humanos e intereses colectivos, y lo único que portan como bandera los manifestantes y alentadores del miniplantón, es la consigna, reitero, de su irracional odio hacia AMLO. Pero ante la mayoría de los mexicanos y mexicanas, ante los pueblos libres de América y el resto del orbe, la imagen de México cambió para bien de manera radical, dirigido el país finalmente por líder honesto cuyo propósito mayor es administrar lo mejor posible los bienes del pueblo, lograr aminorar la brecha de la desigualdad ante la ley, promover la autosuficiencia, invitar a gozar e invertir con sustentabilidad en las grandes riquezas patrimoniales que posee la nación; causa de que hoy poseamos una moneda mexicana fuerte, en franca recuperación de su valor a pesar de la crisis, las inversiones en ebullición, a la expectativa las potencias empresariales para entrarle con legalidad a México porque las condiciones son muy atractivas. Esta es la realidad y no la que constante acusan las aves del mal agüero.

En conclusión, se entienden los ataques al presidente de aquellos o aquellas cuyas pasiones personales los mantienen obstruidos, que promueven las predicciones de fracaso, del supuesto desmorone de la 4T. Se mira sin preocupación el negativismo de grupos minoritarios incitados al choque, a invadir medios con derrama de hiel que solamente cae sobre su propio país. Así quieren vivir, lo que es inaudito cuando por vez primera su gobierno les ofrece una existencia tanto pública como privada, digna. Ni hablar. La realidad es que a AMLO no le hace ni cosquillas FRENAA. Porque una persona como él conoce a fondo la lucha opositora, los estragos, los obstáculos, el sufrimiento, todo eso se pasa, se vive con grata resistencia cuando la causa es justa. Pero cuando la causa no lo es, sino pura fanfarronería politiquera del que vive cómodamente confundido repudiando aquello que debía agradecer, es un total sin sentido.