Comenzamos 2018 como la repetición de una película que hemos visto durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto: gasolinazo, inflación, el dólar por las nubes, recortes al gasto social, crecimiento económico raquítico, salarios precarios e incertidumbre. Nos decían que ellos sí sabían gobernar, pero desde que llegaron creció la deuda, bajó el gasto en obra pública, subió el pago de sueldos a burócratas, suben las tasas de interés, el dólar amenaza con instalarse alrededor de los 20 pesos, y crece la pobreza y la desigualdad. El gobierno del PRI ha sido un fracaso mayúsculo en materia económica.

Y los nubarrones siguen ahí. De acuerdo con la opinión de los especialistas, México difícilmente superará los dos puntos porcentuales de crecimiento. Esa línea de crecimiento mediocre que caracteriza a los neoliberales desde 1982. De la misma forma, todo indica que la inflación seguirá sumamente alta, cerró en 6.7% en 2017-debido al incremento de los precios de los combustibles. Y de parte de la administración de Peña Nieto ni un solo guiño para empujar los salarios al alza y mejorar la vida de las y los trabajadores. Desde que llegó Peña Nieto en 2012, el salario ha perdido cinco puntos de poder adquisitivo.

Quienes nos unimos al proyecto de “Por México al Frente”, entendemos que la economía es uno de nuestros principales retos. Partimos de cinco premisas que nos distancian del corrupto e ineficiente gobierno de Peña Nieto: primero, el dinero del contribuyente es sagrado. Haremos hasta lo imposible por echar andar el Sistema Nacional Anticorrupción con todos sus dientes y que se sancione a todas y todos los políticos corruptos que han lucrado con el dinero público. Segundo, crecimiento económico dinámico e incluyente. No más un México en donde el crecimiento quede en manos de unos cuantos. Por ello hemos abierto el debate sobre la renta básica universal y la transformación completa de los programas sociales.

En tercer lugar, un México sin las lamentables y lastimosas asimetrías regionales. Si queremos ser un solo país, una nación cohesionada y con signos de pertenencia, debemos construir en México en donde existan oportunidades en Chiapas, Guerrero, Tlaxcala, Jalisco, Nuevo León o Nayarit. No podemos seguir siendo una nación en donde el salario promedio de un neoleonés sea 60% superior que aquél que nace en Oaxaca. Un solo país necesita una visión que articule competitividad global con justicia social. Cuatro, un México que recupere la calidad de sus servicios públicos: educación de calidad y servicios de salud para todas y todos.

Quinta, y última, un México que piense en su petróleo como un bien natural para el futuro, y que pertenezca a sus ciudadanas y ciudadanos. No queremos ni el México de la privatización petrolera de Peña Nieto, ni tampoco el Pemex privatizado del Sindicato y Romero Deschamps. Proponemos un nuevo modelo de gobernanza energética que le dé frutos a las y los mexicanos y que sirva para tener un país  más justo y equitativo. Es decir,  un cambio radical de la política económica; que te sirva a ti y a tus hijas e hijos, una economía para la gente común.

Lic. Verónica B. Juárez Piña

Dirigente Nacional del PRD