El señor Nacho Rodríguez, alias El Chapucero —@NachoRgz en Twitter— es un youtubero por lo visto  importante.

Tan influyente es el señor Rodríguez que un video suyo ha convencido a no pocas personas de que el verdadero dueño de Proceso es Felipe Calderón.

Es lo que me ha comentado mucha gente en WhatsApp y en mensajes de correo electrónico y de Twitter.

La verdad de las cosas es que @NachoRgz está confundido: el esposo de Margarita Zavala no participa entre los accionistas de ese medio de comunicación.

Que una de las propietarias de Proceso, María Scherer Ibarra, esté casada con Juan Ignacio Zavala, cuñado de Felipe Calderón, no hace propietarios del legendario semanario ni a Juan Ignacio ni a Felipe. Estos dos no llegan a tanto.

Y desde luego, que otro de los accionistas —Julio Scherer Ibarra— trabaje con López Obrador tampoco convierte al presidente electo de México en dueño de Proceso.

La revista Proceso pertenece a una empresa de medios independiente entre cuyos propietarios están integrantes de la familia Scherer Ibarra, que acaso pudieran tener el control de la administración —desconozco si sea el caso—, pero evidentemente no de la línea editorial.

Las madrizas que en Proceso se ha llevado Calderón —y las que todavía sufrirá, eso espero— y las tres duras portadas recientes contra AMLO, no dejan lugar a dudas: los reporteros y editores del legendario semanario publican exactamente lo que se les pega la gana.

Ahora bien, hay que decirlo con claridad: esta semana Proceso metió la pata muy feamente.

A El Chapucero y a muchas otras personas, como al reportero que colabora en esa casa editora Jenaro Villamil, les pareció en el mejor de los casos poco periodística la portada de Proceso que desde el sábado empezó a circular. Estoy de acuerdo con ese juicio. 

Los editores de Proceso golpearon de más a Andrés Manuel López Obrador simple y sencillamente sin venir al caso, esto es, por puras ganas de joder.

No parece probable que lo hayan hecho para agradar al esposo de una de las accionistas.

Pienso, más bien, que se pasaron de ojetes con Andrés Manuel para enviar el mensaje de que a los editores de Proceso les tiene muy sin cuidado que Julio Scherer Ibarra vaya a tener un cargo en el próximo gabinete presidencial.

Lo que sea, cometieron un error grave los directivos del extraordinario semanario: la presencia de Julio en el equipo de AMLO no es motivo suficiente para calumniar al presidente electo. De plano, no.

Dada la equivocación de los directivos de Proceso, si son honestos —y estoy seguro de que lo son— ofrecerán una explicación e inclusive una disculpa a sus lectores y aun al propio Andrés Manuel.

En fin, el escándalo pasará: todo por fortuna pasa; la dirección de Proceso entenderá que no necesita ponerse peleona, claro que no, para demostrar que es independiente del poder político; Scherer Ibarra le dirá a Andrés Manuel que los periodistas del semanario fundado por su padre, Julio Scherer García, son incontrolables; los lectores de la revista seguiremos leyéndola, y en fin, todos tendremos que seguir trabajando, cada quien en lo suyo, que es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por nuestro país.

Lo único que falta es la explicación y la disculpa de Proceso. Ya es hora de que los medios, sin presiones judiciales, admitan sus fallas.