“Puro cuento”, “mucha palabrería”. Son los dos sinónimos de la expresión “puro rollo” que mejor vienen al caso para explicar la (en mi opinión) cínica pasividad del empresariado mexicano ante la autorización que recientemente les dio el presidente de México. ¿Autorización? Sí, la que se supone con tanto empeño buscaba el CCE, encabezado por Carlos Salazar, para que se permitiera al llamado sector privado colaborar en la compra y distribución de vacunas contra el covid-19.

Pues bien, el permiso ya está: lo dio el mismísimo presidente López Obrador. Honestamente pensé que después de las expresiones del domingo de Andrés Manuel, los grandes empresarios nacionales iban a trabajar de inmediato para, en primer lugar, cumplir con los requisitos de la Secretaría de Salud —específicamente de Cofepris—, y en segundo término y quizá más importante, para contratar expertos mundiales que les ayudasen a elegir cuál o cuáles de las vacunas disponibles se pueden adquirir en el extranjero, a qué costo y en qué tiempos de entrega, sin afectar los pedidos que ya ha hecho el gobierno de México, de tal forma de traer tales maravillas de la ciencia actual y así poder realizar, en cuanto sea posible —en varios meses, si se trabaja a toda velocidad— campañas de inmunización privadas financiadas por las grandes empresas para sus trabajadores, o bien, en lo individual por cada persona con recursos suficientes para pagar la vacunación en los hospitales, farmacias o laboratorios que cumplan con las normas de calidad exigidas por el Estado mexicano.

La gran nota

El pasado 16 de diciembre Reforma dio la gran nota: “Buscan con IP organizar vacunas. Apoyarían en refrigeración y reparto”. Sintetizo la información:

√ “El gobierno federal explora la posibilidad de que empresas privadas participen en la distribución y aplicación de la vacuna contra el covid”.

√ “Además, se analiza que pudieran adquirir vacunas para sus empleados”.

√ Lo anterior conforme a “pláticas” sostenidas entre representantes de la iniciativa privada y gubernamentales.

√ El lunes 14 de diciembre se habían reunido “el subsecretario Hugo López-Gatell, el director del IMSS, Zoé Robledo, el presidente del CCE, Carlos Salazar, y Patrick Devlyn, encargado de temas de salud del organismo privado”.

√ “Empresas como Femsa, Bimbo, Walmart y Sigma podrían participar en el proyecto, según la minuta del encuentro a la que tuvo acceso Reforma”.

√ “No se trata de vacunar prioritariamente a dueños de empresas; al contrario, se trata de una acción solidaria donde el sector privado nos puede ayudar a organizar la vacunación de sus trabajadores”, dijo López-Gatell.

√ “Conforme la minuta, se explora un modelo, denominado modelo 1, según el cual las empresas se encargarían de vacunar a sus poblaciones”.

√ “Lo que se delibera son los mecanismos para que las empresas puedan comprar lotes de vacunas”.

√ “La IP tendría que respetar el cronograma de vacunación por prioridades y edades, que ha establecido el gobierno federal”. 

El rumor 

Cuando, inmediatamente después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, todo el mundo culpaba de haber sido el autor intelectual del magnicidio al entones presidente Carlos Salinas de Gortari, este decía que México necesitaba una secretaría del rumor, esto es, para controlar los rumores.

Si antes de las redes sociales generaban serios conflictos los susurros de los grillos, tanto los del gobierno como aquellos otros de las grandes empresas privadas, en la actualidad, en la era de Whatsapp, Facebook, Twitter, etcétera, los rumores generan problemas bastante más graves.

Después de la reunión del CCE y el sector salud mencionada en Reforma, la gente cercana a los dirigentes del sector empresarial empezó a recibir llamadas de otros empresarios más que entusiasmados: “¿Qué debo hacer para pagar vacunas al costo que sea, no para mí, que podré viajar a Estados Unidos en cuanto las vendan allá las farmacias, sino para mis trabajadores”. La respuesta de los dirigentes empresariales, según me han contado, fue la misma en todos los casos: “El gobierno no quiere hacer nada correctamente. El pinche Gatell ya no quiere ni recibirnos”.

Tal comentario nos llegó muchas veces, por supuesto de numerosas fuentes autorizadas, a quienes opinamos en los medios de comunicación. Pienso que nosotros los comentócratas lo llevamos a las redes sociales, y lo que siguió fue una brutal oleada de indignación, sobre todo en Twitter, porque se suponía que el gobierno impedía a la sociedad participar, aportando recursos, en la tarea más trascendente que ha debido enfrentar la sociedad mexicana en cien años: la campaña de vacunación contra el maldito coronavirus.

La indignación inicial en redes sociales coincidió con reportes periodísticos de que en Estados Unidos, pronto —pero después de que el gobierno cumpla con ciertas metas de inmunización—, se venderán vacunas en las grandes cadenas de farmacias.

Esto es algo que seguramente ocurrirá, pero no ha ocurrido. Pero a los líderes de opinión más respetados del fanatismo antiAMLO, les dio igual: dieron por ciertas evidentes falsedades con el único fin de dañar a la 4T y al presidente de México. Como el monero de la derecha, Calderón, del diario Reforma:

Vaya que se aventó una mentirota el colaborador de los diarios Reforma, de la Ciudad de México; El Norte, de Monterrey, y Mural, de Guadalajara. Es esta:

El caricaturista Calderón ha dicho que se retira un tiempo de Twitter por haber difundido la mentira de que en Estados Unidos, prácticamente desde el inicio de la campaña de vacunación, la gente paga en cualquier lugar para inmunizarse, algo que el gobierno mexicano —al que acusan de comunista— nomás no quiere aceptar.

No es desdeñable la disculpa del monero Calderón, pero en vez de alejarse de la red social, debería ser mucho más insistente con todos sus seguidores admitiendo que él divulgó falsedades —de ninguna manera se trató de mentiritas veniales— con la intención perversa de golpear a la 4T, quizá hasta patrocinado por grupos políticos de ultraderecha, como el de Claudio X. González, que se están organizando para perjudicar a Andrés Manuel López Obrador antes de las elecciones del próximo año; ven al presidente AMLO como el principal activo de la izquierda, y han decidido ir con todo contra él.

Los reflejos de AMLO y la irresponsable parálisis de la IP

Andrés Manuel vio venir la estrategia en su contra y, con buenos reflejos, mandó la pelota a la cancha de la derecha empresarial: cualquier persona o empresa que quiera comprar vacunas en el extranjero, puede hacerlo, cumpliendo las leyes sanitarias naturalmente, pero —así lo precisó el presidente de México— hasta el momento nadie ha solicitado ningún permiso.

Es decir, Carlos Salazar y el CCE han sido puro rollo. No han empezado ningún trámite, ni siquiera después de que el presidente López Obrador les dijo que, adelante, si son tan buenos para ejecutar grandes proyectos, vayan y compren vacunas donde las haya, solo que por favor, no estorben las negociaciones del gobierno de México.

Lo más que han dicho algunos representantes empresariales es que aplauden la actitud de AMLO, pero que “esperan facilidades” de parte de la administración federal. ¿Facilidades, querido Carlos Salazar? ¿De qué hablan los socios del Consejo Coordinador Empresarial? ¿De que se otorguen permisos sin siquiera pedirlos? ¿De que el secretario de Salud, Jorge Alcocer, les haga el trabajo? ¿De que el Estado les subsidie las vacunas? 

Ni siquiera los hospitales privados han reaccionado con buen ánimo y ganas de comprar vacunas en algún momento. Digo, si no empiezan ahora mismo por el primer paso, el de solicitar autorizaciones, jamás llegarán a la meta de inmunizar a sus clientes. Ni siquiera el muy activo durante toda la pandemia doctor Francisco Moreno, jefe del proyecto contra el covid en el Centro Médico ABC, ha ido más allá de decir en su cuenta de Twitter que el sector privado debe participar en la campaña de vacunación.

Estimado doctor Moreno, ¿ya empezó su prestigiado hospital a buscar vacunas, esto es, dio el paso inicial de pedir permiso a la Cofepris? ¿O por vacaciones los centros hospitalarios privados se paralizan? Este infectólogo ha retuiteado el mensaje de una especialista en lenguaje no verbal, Bárbara Tijerina, quien después de analizar una imagen del gabinete de AMLO dice que estamos en guerra:

Sin duda estamos en guerra, y como todo el mundo sabe, es tan terrible la situación que las hostilidades no cesan, la muerte no descansa, por Navidad y Año Nuevo. El coronavirus no da tregua, ¿lo entenderán en el CCE y en los hospitales privados?