El criticón
El primer tipo de periodismo que mencionaré aquí nada tiene que ver con El Criticón, de Baltazar Gracián, célebre escritor que —en otra obra— dijo aquello de “lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo”. No honraré a Gracián porque difícilmente seré breve en este artículo. Veamos.
El crítico se diferencia del criticón en que el primero busca llegar a cierta verdad por la vía de señalar lo que le parece está mal hecho o mal planteado, mientras que el segundo pone el acento en lo que sabe molestará a otra persona, lo haga de mala fe o no.
El oficio del crítico —a eso me dedico, como tantos otros periodistas— no es del todo bien visto. Brendan Behan nos comparó a los críticos con “los eunucos en el harén: saben cómo se hace, lo ven todos los días, pero no saben cómo hacerlo”.
Pero, a pesar del mal prestigio de nuestra profesión, el crítico es más soportable que el criticón.
El problema es que no conozco un solo periodista crítico que no sea al mismo tiempo criticón.
En tal exceso cayó este jueves el líder de la radio informativa mexicana, Ciro Gómez Leyva. Es uno de los mejores y no pudo evitar verse criticón.
Como en la mañanera el presidente AMLO dijo que no estaba de acuerdo con su secretario de Hacienda, Arturo Herrera, en lo relacionado con ciertos pronósticos de crecimiento económico para este y el próximo año, Ciro decidió chingar por chingar al señor Herrera diciéndole, en tono de broma, que debía renunciar al gobierno porque su jefe lo descalificó.
No se le ocurrió pensar a Ciro que inclusive en la política puede haber espacios de libertad en los que el subordinado se da el lujo de no coincidir con el superior jerárquico.
Es un hecho: Andrés Manuel no está de acuerdo con Herrera, pero Herrera tampoco está de acuerdo con el presidente y expresó su distinto punto de vista con toda claridad al dar a conocer sus proyecciones de crecimiento.
¿Ciro Gómez Leyva siempre está de acuerdo con Jaime Azcárraga, dueño de Radio Fórmula? Seguramente no. ¿Ciro coincide en todo con Olegario Vázquez Aldir, propietario de Imagen TV? Desde luego que no. Jaime y Olegario deben haber dicho numerosas veces que no coinciden con las opiniones del periodista que contrataron para los noticieros estelares de sus empresas, y ello no ha obligado a Ciro ni a renunciar ni a modificar su punto de vista.
En vez de exigirle a Herrera renunciar, Ciro debería elogiarlo y suplicarle que no se vaya del gabinete del presidente López Obrador, donde ya hay demasiados zalameros que le siguen excesivamente el rollo al tabasqueño. Debería haber más gente en ese equipo capaz de llevarle la contra al titular del poder ejecutivo.
Por cierto, Ciro se metió en un lío bastante injusto por andar de criticón. Circuló la fake news de que él anunció en Radio Fórmula la renuncia del secretario de Hacienda, algo que generó cierta inestabilidad entre actores financieros. Pero el señor Gómez Leyva no dijo eso; simplemente, con bromas, pidió a Herrera renunciar por las críticas que le hizo el presidente AMLO a sus pronósticos. Obviamente, alguien con muy mala leche, quizá enemigo de Andrés Manuel, torció el comentario del periodista. Ni modo, así son las cosas.
El periodismo miserable
En fin, a pesar de tales enredos no es tan grave ser un periodista criticón. Creo que la molestia de Andrés Manuel respecto de la prensa no tiene que ver con eso, sino con inmoralidades como la del pasado domingo del monero del diario Reforma, Calderón. Este dibujante criticó la cancelación de la cervecería Constellation Brands en Mexicali, Baja California. Hasta ahí, más o menos buen periodismo.
Muchos pensamos que el presidente de México debió permitir que continuara ese proyecto y es correcto y democrático, en mi opinión, expresarlo en los medios de comunicación. Lo que no se vale es pasar de la crítica más o menos objetiva a la ofensa personal.
El monero Calderón fue muy miserable al meterse con los tres hijos mayores de Andrés Manuel, solo porque estos jóvenes alguna vez tuvieron la idea de emprender un muy pequeño negocio embotellando cerveza artesanal.
Conozco a los tres muchachos: son bastante decentes, trabajadores y educados. Jamás harían nada indebido. Evidentemente no tienen dinero para un gran proyecto empresarial, así que la línea de cerveza que piensan lanzar es un proyecto bastante menor en términos económicos, si no un hobby, si algo que no les dejará ganancias significativas, si acaso logran encontrar algo de rentabilidad. Tendrán que pasar muchos años, tal vez décadas antes de que esa idea de negocio cristalice en una empresa de tamaño mediano. La inversión es mínima y, hasta donde sé, depende en gran medida de una pequeña planta productora de cerveza de algún amigo de ellos. Sobran cervezas artesanales en México y, por lo que me dicen, ninguna genera utilidades.
¿Es ilegal lo que hacen los tres muchachos? Desde luego que no. Es absolutamente legal, y sobre todo es ético porque, además, se trata de una idea empresarial que puede fácilmente ser financiada con el patrimonio —modesto y producto del trabajo de ellos, digamos las cosas como son— de los hijos mayores de Andrés Manuel. El monero Calderón no realizó ninguna investigación antes de presentarlos injustamente como transas. Por lo tanto, su trabajo ha sido una verdadera calumnia que no honra al diario de Alejandro Junco de la Vega.
¿Se entiende ahora por qué el presidente de México se enoja con quienes producen el periódico Reforma? Es un padre de familia que, como político, aguanta todo. No ha molestado desde la presidencia de México a ningún periodista. Ni molestará a nadie que lo critique. Pero hasta Andrés Manuel, el hombre más democrático y tolerante en nuestro país, se indigna por el trato nada ético que dio a sus hijos un periodista fanático de derecha.
¿En serio, señor monero Calderón, se vale calumniar a jóvenes que no participan en la vida pública solo porque usted detesta a la gente de izquierda?