Lágrimas de la estadista

Conmovió al mundo entero un reciente discurso de la canciller Angela Merkel, por mucho la líder más importante en la actualidad. Ningún gobernante, de ninguna nación, tiene el prestigio de la alemana. Sacudió a millones de personas, en todo el planeta, verla en un video a punto de las lágrimas, suplicando a la gente no salir de su casa durante las fiestas de fin de año. Por supuesto, para evitar los contagios.

A Merkel le duelen las muertes por covid en su patria. Ya han fallecido más de 21 mil hombres y mujeres que residen Alemania, país con el que estamos en deuda ya que participó —a través de la empresa de biotecnología BioNTech, asociada con la estadounidense Pfizer— en la investigación que llevó al desarrollo de la única vacuna hasta el momento autorizada para combatir al covid-19. No sorprendería a nadie si el próximo año premian con el Nobel a algún científico, alguna científica de Alemania perteneciente al grupo que logró el avance que hoy es la mayor esperanza de salir de la terrible crisis.

Que por acá estamos mejor que en Alemania

En México, con oportunismo insultante nuestro epidemiólogo mayor, Hugo López-Gatell, quiso usar el discurso de Merkel para convencer, si no a toda la sociedad, sí a su jefe, el presidente López Obrador, de que estamos mejor que Alemania. Una actitud muy poco ética del rockstar de la epidemiología, que en mi opinión solo ha hecho una contribución recordable: la de sembrar confusión desde el día uno, ya que ha negado la utilidad del cubrebocas y hasta llegó a decir el covid era una enfermedad “más leve que la influenza estacional”. La historia lo juzgará y lo condenará, sobre todo por el daño que ha hecho a la imagen de un gobernante limpio y honesto, incapaz de mentir por razones políticas, como Andrés Manuel.

Para demostrar que estamos mejor que Alemania dijo que tenemos el mismo número de casos de muertos por covid con mucha más gente, ya que aquella nación es “tres veces menor en términos de población, tres o cuatro veces menor”

El nuevo censo mexicano

Para no mentir —o no meter la pata tan a lo bestia—, antes de sus conferencias de prensa el doctor Gatell debería consultar Google o Wikipedia, o al menos el Pequeño Larousse ilustrado. Porque si López-Gatell dijo la verdad, entonces México tendría una población de 249 millones de habitantes o, quizá, de 332 millones.

¡Ah, caray! Los datos oficiales dicen que en nuestra nación residen alrededor de 126 millones de personas. ¿Por qué sale ahora Gatell a corregir los censos? Porque, como es del dominio público, la población alemana es de más o menos 83 millones de individuos. Luego entonces…

Como Gatell es un genio (la izquierda dixit), y dado que él asegura que la población alemana es tres o cuatro veces menor que la de México, ello significa que en nuestra nación no habitan 126 millones de gentes, sino 249 millones o tal vez 332 millones. Así las cosas en la aritmética del estratega.

Cinco veces más muertos con menos del doble de población

En realidad, la población mexicana es 1.5 veces la de Alemania: 126 millones contra 83 millones. Si la pandemia nos hubiera castigado en la misma proporción en que golpeó a los alemanes, entonces... si allá ha habido 21 mil muertos por covid, en México deberían haber fallecido 31 mil hombres y mujeres. Lo cierto es que ¡el coronavirus ya ha matado a 113 mil mexicanos, mexicanas. Es decir, con menos del doble de la población, los muertos en México son cinco veces los que ha habido en Alemania.

Allá, rabia y tristeza; aquí, grilla y más grilla

  • La verdad de las cosas es que hemos manejado mal la pandemia, lo que resulta evidente al compararnos con Alemania. Pero allá la gobernante, líder mundial sin duda, llora de rabia y tristeza. ¿Y aquí? Éxito tras éxito. Por esa razón el jefe de la estrategia sigue feliz como una lombriz; y es que la tragedia del coronavirus que no cede le permite seguir saliendo a diario en los medios para hacer lo único que, desde hace meses, realmente le interesa: grillar, grillar y grillar. Es lógico que así sea: ¡ya se vio López-Gatell en la silla del águila!

Y Gatell no es el único que grilla con la pandemia. Tristemente también se ve como un ambicioso vulgar el titular de Relaciones Exteriores al insistir en recordarnos que es él y solo él —vale decir, nadie del sector salud— el héroe de las vacunas. ¿El gran prócer de la vacunación? Ni la burla perdona. Marcelo Ebrard no es científico, así que no tiene capacidad para entender realmente una innovación de ese tamaño. De hecho, ni siquiera tiene el nivel técnico de López-Gatell. Ebrard es político profesional, nada más. En el tema de las vacunas no  tiene la menor idea acerca de por qué la de Pfizer/BioNTech es mejor que la de AstraZeneca.

Hasta Gatell podría darle a Marcelo una lección al respecto —no se diga un médico más lúcido como Jorge Alcocer Varela—, pero el responsable de la SRE, con la obvia intención de darse a lucir, felicita a todo el mundo después de cada paso que se da para traer la vacuna a México.

Solo una funcionaria

Ebrard no quiere que se olvide que la campaña de vacunación es una “misión cumplida” por parte de él, y de nadie más que él. ¿Le creemos? Yo no, desde luego. Si acaso le reconozco cierta eficiencia como comprador, pues es lo único que Marcelo ha hecho: redactar contratos con la ayuda de especialistas, algo que hasta yo podría hacer. La verdad es que hay expertos en las empresas mexicanas que lo habrían hecho mucho mejor.

La única funcionaria que en México ha tratado de combatir a la pandemia sin grillar y aun arriesgando su futuro político es Claudia Sheinbaum, a quien evidentemente no se le ha permitido avanzar como ella hubiese querido. La han bloqueado desde el sector salud federal, no hay ninguna duda. De ahí su desesperación y su enojo en sus últimos mensajes.

¿Se habrá dado cuenta Andrés Manuel de tal situación? Claudia no es Merkel, claro que no. Pero se le ve sincera en su agobio porque se le obliga a adaptar su estrategia a un plan federal que no parece ir a ningún lado; auténtica también es la tristeza de Sheinbaum cuando realiza la contabilidad de contagios y hospitalizaciones en la megalópolis que gobierna, la Ciudad de México.

No es posible en este momento conocer su destino político, pero la historia le reconocerá a la jefa de gobierno capitalino la batalla que dio y que, pese a todo, debe seguir dando. En algún momento los estrategas del gobierno central entrarán en razón. Tendrán que hacerlo o enfrentar una catástrofe todavía mucho más grande que la ya vivida.