Ayer el señor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, a pregunta de una reportera de Proceso dijo lo siguiente, contradiciendo abiertamente el discurso oficial en nuestro país:

"La situación en México es muy preocupante. Los números muestran que el país está en mala situación. Queremos pedirle a México que se lo tome muy en serio. Esperamos que todos los líderes den ejemplo".<br>

Tedros Adhanom Ghebreyesus. OMS

Repito las últimas palabras del párrafo citado: “Esperamos que todos los líderes den ejemplo”.

¿El ejemplo? Sí, que usen cubrebocas, se laven las manos y respeten y ayuden a respetar —inclusive con medidas coercitivas— la sana distancia.

Tedros Adhanom Ghebreyesus hablaba a toda la sociedad mexicana, sin duda, pero sobre todo a sus dirigentes en el tema de la salud, que son tres en la parte alta de la pirámide: el presidente Andrés Manuel López Obrador, el secretario Jorge Alcocer y el subsecretario Hugo López-Gatell.

Cuestionado anoche acerca de la crítica del director de la OMS, el jefe de la estrategia mexicana —místico en estas épocas guadalupanas— hizo como que la Virgen le hablaba y expresó con absoluta desfachatez que Tedros Adhanom Ghebreyesus no cuestionaba a nadie del gobierno de México, sino en general a toda la población:

"El doctor Thedros no es que me lo diga a mí, si me lo quisiera decir a mí, o al presidente, al secretario de Salud, quizá habría mandado un comunicado diplomático su fuera ese el caso (...) Sobre la seriedad, es tiempo de tomárselo en serio, no es momento de bodas, congregaciones".<br>

Hugo López-Gatell

Con todo respeto, Gatell se equivoca, quizá porque no sabe leer: el doctor Thedros claramente lo criticó a él mismo, al secretario Alcocer y al presidente López Obrador.

Quiza, como dijo el subsecretario, la pregunta de la reportera de Proceso estuvo mal planteada —en lo personal pienso que ella hizo muy buen trabajo—, pero no hay duda de que la respuesta del director de la Organización Mundial de la Salud fue la correcta: los líderes mexicanos han dado el mal ejemplo.

Solo a una gobernante, Claudia Sheinbaum, no le queda el saco confeccionado por el máximo ejecutivo de la OMS. Ha sido firme en no quitarse el cubrebocas.

Hoy martes, a dos años del arranque de un gobierno distinto y limpio en el que tantos mexicanos creemos —y a casi un año del primer contagio entre nosotros—, llegó la hora de tomar todos con seriedad la pandemia; si los ciudadanos, al menos una mayoría, utilizamos a diario el cubrebocas, no hay ninguna razón para que el estratega contra el covid-19 se abstenga de exigir a Andrés Manuel que, para dar el ejemplo —el más valioso de los ejemplos—, él también se ponga la mascarilla en todas sus apariciones públicas.

Todavia hay tiempo para impedir que el mal manejo de la pandemia termine dañando el prestigio del proyecto político que tanto necesitábamos.