Lovelace

Interesado en la vida de mujeres científicas después de haber visto en Netflix una película sobre María Curie —en realidad la vi a medias... o a cuartos: siempre me quedo dormido frente al televisor—, recordé a la famosa matemática del siglo XIX Ada Lovelace.

La recordé, es decir, su nombre me vino a la cabeza y nada más. Tuve necesidad de recurrir a Google para buscar detalles acerca de su biografía, y los encontré. Pero…

Me deprimió la gigantesca empresa que domina el internet. Y es que el algoritmo de Google no honra la memoria de la señora que desarrolló el primer algoritmo “destinado a ser procesado por una máquina”, según el diario La Vanguardia, de Barcelona.

Una tristeza que para Google sea más importante una actriz porno apellidada Lovelace que la histórica científica, hija de Lord Byron.

Qué pena. Al buscar solo “Lovelace” el 70% de las primeras 20 notas que aparecen en Google tienen que ver con la estrella pornográfica Linda Lovelace, seguramente una mujer respetable, pero ¿más trascendente que la matemática Augusta Ada Lovelace.

Decepcionante Google, que su éxito lo debe al trabajo de personas extraordinariamente brillantes, como Ada Lovelace, entregadas a las matemáticas desde hace siglos.

La confrontación

¿Qué ve venir Julio Astillero Hernández, columnista de la Jornada? ¿En serio las cosas todavía pueden empeorar en México? Las últimas palabras de su artículo de hoy en el diario dirigido por Carmen Lira generan preocupación:

En general, en estos y los demás temas polémicos hay una clara propensión a buscar la polarización. Ya se verá si tal tendencia baja y se arrincona luego de la visita a las urnas en menos de dos meses o, por el contrario, ha sido solamente el preámbulo de confrontaciones mayores y de más larga duración.<br>

Julio 'Astillero' Hernández

Los “temas polémicos” que menciona el señor Hernández son la ampliación del periodo del ministro Arturo Zaldívar al frente de la Suprema Corte, inconstitucional según todos los expertos en derecho; el enfrentamiento entre el INE y la 4T, agravado por la quizá excesiva sanción a dos candidatos a gobernador de Morena, quienes podrían quedar fuera de las boletas electorales; el padrón de usuarios de telefonía móvil, que obliga a entregar información personal, y la fuerte polémica por la campaña de vacunación y en general por la estrategia de combate al covid.

Sería deseable que el apasionamiento en la discusión de tales asuntos se debiera al proceso electoral de 2021, y que ahí terminara. Si fuera el caso, las cosas se tranquilizarían después de las votaciones, ya sea que Morena confirmara su mayoría aplastante en la Cámara de Diputados o que la perdiera —hasta antes de la debacle de la candidata del partido en poder en Nuevo León, Clara Luz Flores, parecía inevitable la victoria del morenismo; pero con ella pelando por no quedar en cuarto lugar, que según todas las encuestas ya es un escenario posible, a nadie va a sorprender que el lopezobradorismo se quede sin legisladores federales en la entidad que tiene como símbolo al Cerro de la Silla—.

El problema grave para México reside en la incapacidad de todos los actores políticos —de izquierda, de derecha o de centro— de aceptar los resultados electorales cuando no coinciden con sus expectativas. Morena pensaba que la iba a tener fácil, pero no está ocurriendo de esa manera. La oposición ahora cree que ha logrado su objetivo: quitarle la mayoría en la Cámara de Diputados al partido de Andrés Manuel López Obrador. Cualquiera de los dos grupos que fracase, difícilmente lo aceptará. Y el odio crecerá.

Sí, es verdad, las cosas todavía pueden estar peor. Solo un hombre puede poner orden, el presidente López Obrador. Sigo pensando que está llamado a ser el mejor gobernante de la historia. Por honesto, por sus principios, por su historia de lucha, por inteligente. La pandemia impidió que lograra sus principales objetivos, sobre todo de crecimiento económico, lo que ha generado descontento y le ha obligado a defenderse de ataques brutales de parte de una prensa herida porque perdió privilegios y que ha aprovechado la crisis para chantajear a Andrés Manuel.

No ha sido de ninguna manera positivo el enfrentamiento entre el presidente transformador y quienes se han visto afectados en sus intereses por los cambios que ha realizado la 4T, pero no ha habido manera de evitarlo. Por fortuna, las elecciones que tanto nos han dividido terminarán cuando, gracias a la campaña de vacunación —que ha sido un éxito innegable del gobierno de AMLO— empecemos a ver el final del túnel. Podrá el presidente de México renovar la esperanza, independientemente de si su partido logra sus objetivos en las urnas o no. Con ello tendrá recursos políticos y aun emocionales de sobra para generar un nuevo optimismo y con este encabezar un proceso de reconciliación nacional, sin el cual nada tendrá sentido en nuestro país.