Presidente AMLO:

No, no propongo que el doctor Hugo López-Gatell viaje a la tierra de sus antepasados, o no para siempre: de vacaciones, sí, en cuanto se abran de nuevo todas las fronteras cerradas por el virus Lo que quiero es que él ya anote algunos goles o dé al menos un batazo en su lucha contra el coronavirus.

¿Goles, batazos? Me gustan las expresiones deportivas para explicar situaciones políticas.

Tú, Andrés Manuel, sigues en la TV el beisbol, que a mí me aburre.

Yo prácticamente solo enciendo el televisor —en ESPN 3 o en TUDN— para disfrutar las carreras ciclistas de tres semanas, que me encantan.

Te cuento, presidente AMLO, que ya no le hago excesivo caso al futbol; menos tedioso que el beis, solo busco sus resultados para tener tema de conversación con mi hijo y mis nietos.

Te cuento lo que pasó, relacionado con el covid, en el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España.

El riesgo de contagio era enorme en las tres competencias; por lo tanto, sus organizadores decidieron tomar medidas para no permitir que el coronavirus alcanzara a los pelotones integrados por ¡¡¡176 ciclistas, que compiten muy cerca unos de otros durante cuatro o cinco horas diarias!!!

Tales medidas también fueron obligatorias para el resto de la caravana: asistentes de los deportistas, directivos, periodistas, técnicos, agentes de seguridad y de tránsito, etcétera.

Todas medidas de sentido común, seguramente consensadas con epidemiólogos e infectólogos: cubrebocas para todos, incluidos los competidores, antes del inicio de las carreras; mascarillas para todos, excepto los ciclistas, durante el desarrollo de las etapas; sana distancia en los hoteles y restaurantes; no permitir acceso al público, y sobre todo, pruebas, pruebas, pruebas.

En el Tour de Francia hubo pocos contagiados entre los ciclistas; en el Giro de Italia, porque se relajaron las medidas, hubo algunos más, pero no tantos como para parar el evento, y en la Vuelta a España —la organización es la misma del Tour— se aprendió de las dos experiencias anteriores y no hubo contagiados entre los deportistas.

Es decir, con las precauciones adecuadas se puede realizar cualquier actividad, hasta una con 176 personas conviviendo tres semanas de cerca en carreteras y avenidas urbanas durante varias horas. Precauciones adecuadas, sí, pero obligatorias para que realmente funcionen.

Es decir, en los restaurantes debe obligarse a los propietarios a solo abrir menos de la mitad de las mesas, que de preferencia deben estar al aire libre. En México se exige lo anterior a los restauranteros, pero en los establecimientos a los que llegan suficientes consumidores, se llenan. Es la triste desobediencia empresarial que nadie controla.

En los centros de trabajo, lo mismo: sana distancia y mascarillas… y pruebas de vez en vez aplicadas a todo el personal, pagadas por las empresas.

El cubrebocas debe ser obligatorio en todas partes, especialmente en el transporte público. Conste, obligatorio, es decir, con multas y hasta arrestos —menores, desde luego— a quienes desobedezcan.

Y pruebas, se necesitan más pruebas en los centros de salud públicos. De tal modo de aislar a los contagiados y, hasta donde sea posible, a sus contactos.

El hecho es que después de tres duras semanas, llegó el Tour a París, el Giro a Milán y la Vuelta llegará mañana a Madrid.

Moraleja: no es necesario cerrar la economía, todo se puede hacer. Con cuidado, por supuesto. Pero la autoridad debe obligar a los irresponsables a portarse correctamente.

Si se castiga a quien conduce borracho un automóvil, ¿por qué no sancionar a quien no usa mascarilla en público o insiste en no respetar la sana distancia?

Por lo demás, Andrés Manuel, has dicho que no hay evidencia de que las mascarillas ayuden en el combate al coronavirus. Creo —después de revisar varias horas prensa global y algunas revistas especializadas— que ocurre exactamente lo contrario: en la incertidumbre de la pandemia una de las pocas verdades en todo el mundo es que los cubrebocas ayudan bastante. El propio Gatell lo ha dicho, cuando no cantinflea.

Te comprometiste a usar la mascarilla por “respeto a la gente”. Adelante, úsala para dar una respetuosa lección de disciplina y urbanidad. Los mexicanos te creemos, debes mostrarnos el camino que nos lleve a Madrid…